Sor MARÍA DOMÉNICA MAZZARELLO MUJER DE PROFUNDA COMUNIÓN CON JESÚS

En la dura experiencia de la agonía, Madre Mazzarello expresa la orientación habitual de su vida conformada a Cristo y sostenida por un ardiente amor hacia Él: «¡Jesús, Jesús! Nombre santísimo, tú me bastas, eres fuente de todo consuelo... ¡Oh amado Jesús! ¡Amable Jesús, soy toda vuestra y quiero ser para siempre vuestra, en la vida y en la muerte...!»

Sobre el lecho de muerte se lamenta al constatar la poca coherencia de amor: «¡Mi amado esposo celeste...!, ¡y después dicen que no quieren nada fuera de Vos...! ¡Ah si os conocieran como os conozco yo ahora!».

Durante toda su vida continuamente insistía en que nuestro corazón está hecho solo para amar al Señor, solo Él puede satisfacernos plenamente, hacernos felices.

En este amor se resuelven los problemas relacionales: «una hija que ama verdaderamente a Jesús va de acuerdo con todas»

¿Quién es Jesús para Madre Mazzarello? Es el esposo que nos recibirá como un esposo recibe a su esposa Es el confidente, el consolador, aquel que hace todo, piensa en todo

Es nuestra fuerza: “Jesús debe ser toda vuestra fuerza Es el amante y el amado «El Señor nos quiere mucho, está en nosotras amarlo a Él»

Después de la enfermdad del tifus, expresa claramente su único deseo: «Señor, si en tu bondad queréis concederme todavía algunos años de vida, haz que transcurra ignorada de todos y, fuera de Ti, olvidada por todos»

El Corazón de Jesús es su morada habitual

Es el lugar de encuentro privilegiado

Es la constante posibilidad de diálogo que acorta y elimina las distancias

Es el lugar del conocimiento recíproco y del intercambio

Es el lugar de la unidad y de la oración recíproca

El horizonte vital de Madre Mazzarello está dominado por la presencia eucarística de Jesús, una presencia constantemente advertida, buscada, deseada y señalada.

Desde la Ventana de la Valponasca indica a sus hermanitas la iglesia: «allá está Jesús Sacramentando»

Expresaba su deseo de estar con Jesús, de hacerle compañía

Literalmene enamorada de la Eucaristía, hacía de ella el corazón de la jornada, la cita central, lo más importante de todo.

El fuego de amor que arde en el corazón de Madre Mazzarello se difunde, envuelve, contagia el ambiente.

Pidamos a nuestra santa Madre que nos dé un corazón semejante al suyo, un corazón con una única vibración, un corazón eucarístico que sabe vivir de Jesús y sabe contagiar a todas las personas cercanas.

Texto Sor Carla Castellino, fma Gráfica Sor Alba Vernazza fma