Solemnidad de Santa María Madre de Dios Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al Niño acostado en un pesebre.
del Salvador. En ellos comienza la “evangelización”. Dios elige a los humildes como primeros anunciadores de la “Buena Noticia” del nacimiento del Salvador. En ellos comienza la “evangelización”.
María acoge la palabra de Dios en su mente, y ésta se hace realidad Como escribe San Agustín, María acoge la palabra de Dios en su mente, y ésta se hace realidad en su vientre. En su vientre y en la vida entera.
Conservar el misterio de la salvación significa agradecer el don de la fe. Requiere una atención cordial a su sentido más profundo.
En la catacumba romana de Priscila- siglo II-, vemos la primera representación de María, que mantiene entre sus brazos al Niño Jesús. Esa imagen acompaña nuestra contemplación.
A Ella se dirige la oración de la Iglesia Le agradecemos de corazón su maternidad, porque por ella hemos recibido a Jesús, nuestro Señor.
Tratamos de imitar el espíritu de fe con el que ella escuchó la palabra de Dios y meditaba en su corazón el nacimiento de su Hijo.
Le pedimos que, como Madre suya y Madre nuestra, interceda siempre por nosotros ante su Hijo, nuestro Salvador.
“María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Escuchar esta palabra llevó a María a contemplar a su Hijo. Vivir la fe más que el saber suscita en nosotros, los creyentes, el sabor de lo divino.
del amor. Bendita seas y bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Amén. “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores”. Alcánzanos el don de la fe, mantén el ritmo de nuestra espera e implora para nosotros el regalo del amor. Bendita seas y bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Amén.
José Román Flecha Andrés Texto: EL CÁNTARO, Ciclo A –Editorial Monte Carmelo 2016 Presentación: Antonia Castro Panero