Las Filipinas españolas Las Filipinas comprenden un archipiélago de unas 7,100 islas situadas a unos 650 kilómetros al sureste de la costa de Asia. Luzón, al norte, y Mindanao, al sur, son, con diferencia, las mas extensas, con 104,688 y 94,631 kilometro cuadrados, respectivamente. Fernando de Magallanes fue el primer europeo que llego a las islas en marzo de 1521, pero estas eran ya conocidas por los mercaderes chinos y por los misioneros musulmanes procedentes de Arabia que precedieron a los españoles. Los descubrimientos de Magallanes movieron a los españoles de Nueva España (Méjico) a renovar sus esfuerzos para explorar su propia ruta directa por Occidente hacia las Indias a través del Océano Pacifico. Miguel López de Legazpi zarpo desde el Puerto de Navidad el 20 de mayo de 1564 llegando finalmente a Cebú en abril de Allí fundo la primera colonia española en las Filipinas, bautizando las islas con este nombre en honor del rey Felipe II de España. Al encontrarse con la oposición local de los portugueses, que habían llegado un poco antes por su ruta occidental desde las islas de las Especias, Legazpi traslado su base, primero a la isla de Panay en 1569, y luego mas al norte, a Luzón, donde se fundo Manila en 1571.

En 1565 Cebú era un puerto secundario donde efectuar escalas; mientras que Manila (Maynilad) era, por lo visto, el centro de importancia de productos para la gran población tagáloga que vivía alrededor de la Bahía de Lagunda, y sus mercaderes eran también conocidos en un importante cabo. Ya en los primeros tiempos de la ocupación, Legazpi comprendió que las Filipinas no ofrecían ni oro ni especias en cantidades tales que su explotación a corto plazo permitiera basar la economía colonial en estos productos. El potencial agrícola local era superior al de cualquier otra parte de las islas. En 1571, en menos de un mes, la colonia había sido oficialmente elevada al rango de ciudad. Inmediatamente Legazpi implanto el sistema de encomiendas para aquellos de sus seguidores que deseaban establecerse en Manila. Manila se convirtió rápidamente en el mayor centro comercial español; su economía se basaba en el intercambio de la plata transportada desde América por flotas que zarpaban anualmente de Méjico, por artículos de lujo de la China, principalmente tejidos y prendas de vestir de seda.

Los cinco sacerdotes agustinos que viajaron con la expedición de Legazpi y otras mas que llegaron posteriormente, tenían la orden de aprender el idioma de los indígenas, enseñar y convertir ala fe católica e infundir a la población aborigen «amor y obediencia» al rey de España. No existía un numero adecuado de sacerdotes par cubrir las innumerables y dispersas pequeñas aldeas y se adopto la política de reducciones, procedente de América, por la cual se crearon aldeas centrales importantes (cabeceras) cada una dotada de su iglesia y su residencia para los sacerdotes (convento). A través del tiempo estos asentamientos «centrales» fueron conocidos con el nombre de poblaciones. Las cabeceras tomaron la forma característica de asentamientos de nueva planta basados en la retícula ortogonal, reemplazaran o no a una aldea indígena existente. Invariablemente se reservaba para la iglesia un emplazamiento en la plaza central con objeto de intensificas se categoría, convirtiéndola en centro de la atención urbana, característica que todavía persiste en los pueblos de provincias de Filipinas en el siglo XX.

Desde el punto de vista social los asentamientos españoles estaban organizados con gran rigor. Por lo general a los seglares españoles no se las permitía vivir en las cabeceras, donde el grupo de mayor jerarquía era la principalía, nombre con que se conocía a los administradores coloniales indígenas. En 1580, los chinos superaban en numero a la población española de Manila y un grupo favorecido de aquellos vivían intramuros. Algunos chinos cristianos y otros grupos étnicos minoritarios vivían alrededor de las misiones de Binondo y Santa Cruz.