LEYENDAS DE ALCOLEA DE CINCA

SANTA CATALINA Alcolea de Cinca 2

Cuentan que en el año 1984 un milagro sucedió en el colegio de Alcolea de Cinca.

La escuela se derrumbó, unos cuentan que se quemó, otros que un rayo la alcanzó.

Y fue un milagro, porque ningún niño resultó herido.

Como era 25 de noviembre, día de Santa Catalina, los alcoleanos dieron las gracias a Santa Catalina por el milagro.

Desde aquel día todos los años se celebra Santa Catalina en el colegio Desde aquel día todos los años se celebra Santa Catalina en el colegio. Es tradición tomar chocolate con torta, que preparan las madres y padres del Ampa, y realizamos distintas actividades: cuenta cuentos, obras de teatro...

LEYENDA DE PEDRO SAPUTO

No hacia ni seis días que Pedro Saputo estaba en Alcolea, cuando dos ricachones se presentaron en su casa pidiéndole consejo para vender su vino.

Era septiembre, las viñas estaban llenas de frutos, y ellos aún tenían 16.000 cántaros de vino por vender.

Pedro Saputo les preguntó que le darían a cambio, ellos respondieron la cuarta parte de lo que ganaran, también preguntó si aún se podía beber el vino o ya era vinagre, ellos respondieron que aún era vino, y no malo.

Entonces les dijo: - “Id y pregonad en Huesca, en Barbastro, en todo el Somontano, en la Litera y toda Ribagorza, que Pedro Saputo saltará de las Ripas de Alcolea el día de San Miguel”.

Las Ripas son una muralla natural altísima. Y así lo hicieron. Las Ripas son una muralla natural altísima.

El día de San Miguel se llenó el pueblo de forasteros, hay quien dice cuarenta mil personas. Cuando Pedro Saputo salió, hizo pregonar que el cura le debía confesar y comulgar, por lo que no saltaría ese día. Al día siguiente hizo lo mismo, porque un hombre de mundo, como él, no se podía confesar en un momento.

Al pueblo no le quedaba nada más que beber el vino, así que Pedro Saputo pregonó que saltaría al día siguiente a las 14:00.

Llegó el día y la hora indicada, y en lo más alto de las Ripas estaba Pedro Saputo, preguntó si todos querían que se tirase, porque con uno que dijera que no, no se tiraría, pero todos dijeron que sí tres veces. Entonces tiró su capa y echó a correr al Monasterio de Sigena, para ponerse a salvo.

Los del pueblo no se dieron por ofendidos, sino que les hizo gracia la burla, además vendieron todo el vino.

FIN