La Eucaristía como Sacramento

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OBJETIVOS FUNDAMENTALES
PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD
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Eucaristía.
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Tema 16 SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA.
VIVAMOS EL MISTERIO DE LA EUCARISTÍA
La Eucaristía (La Santa Hostia) es Jesucristo vivo. *
VIVAMOS EL MISTERIO DE LA EUCARISTÍA
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Los Sacramentos.
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Eucaristía quiere decir: “Acción de gracias y alabanza,
SACRAMENTO DE LA COMUNION.
están conformadas por leyes para que su vida sea plena,
Pensamientos de Santos, acerca de la Eucaristía.
Todavía hay varias cuestiones sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía: 1) Que Jesucristo está todo entero en cada una de las especies del.
LA EUCARISTÍA ¿ QUÉ ES LA EUCARISTÍA ?
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1.Presencia real Eucarística Dios esta presente en su Iglesia de múltiples maneras (sacramentos, fieles, pobres)pero sobre todo está presente en las especies.
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Transcripción de la presentación:

La Eucaristía como Sacramento Resumen del Manual de los Sacramentos R. Sada y A. Monroy Ed. Palabra P. Juan María Gallardo

Doble significación La consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su sangre, renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La recepción de Jesucristo sacramentalmente bajo las especies de pan y vino en la sagrada comunión significa y verifica el alimento espiritual del alma. Tiene razón de sacrificio en cuanto se ofrece, y de sacramento en cuanto se recibe.

Definición La Eucaristía es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y sustancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Es el más sublime de los sacramentos, de donde manan y hacia el que convergen todos los demás, centro de la vida litúrgica, expresión y alimento de la comunión cristiana.

Figuras El maná. El sacrificio de Melquisidec. Los panes de la proposición. El sacrificio de Abraham. El sacrificio del cordero pascual.

Profecías Salomón en el libro de los Proverbios: “La sabiduría se edificó con siete columnas (los siete sacramentos), preparó una mesa y envió a sus criados a decir:´Venid, comed el pan y bebed el vino que os he preparado´” El profeta Zacarías habló del “trigo de los elegidos y del vino que hace germinar purezas”. El profeta Malaquías habla del sacrificio de la nueva ley. Jesús profetiza al instituirla (Jn. 6 32-34,51)

Preeminecia de la Eucaristía Sto. Tomás señala su preeminencia por su contenido: en la Eucaristía no hay como en todos los demás, una virtud otorgada por Cristo para darnos la gracia, sino que es Cristo mismo quien se halla presente; Cristo fuente de todas las gracias. por la subordinación de todos otros seis sacramentos a la Eucaristía, como a su fin. Por el rito de los otros sacramentos, que se completan con la Eucaristía.

El signo sensible a. La materia: Pan de trigo y vino de vid. Para la validez se precisa: que el pan sea exclusivamente de trigo. Para la licitud se requiere: que el pan sea azimo (no fermentado), hecho recientemente, de manera que no haya peligro de corrupción. Que al vino se le añadan unas gotas de agua. b. La forma: “Esto es mi cuerpo... Esta es mi sangre”

Efectos en el alma a. Aumento de la gracia santificante. se recibe al mismo autor de la gracia. Puede hablarse de una verdadera transformación del alma en Cristo. b. Producción de la gracia sacramental. Llamada gracia nutritiva c. Perdón de los pecados veniales. d. Prenda de vida eterna. “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn. 6. 54).

Necesidad Para un bautizado que ha llegado al uso de razón, la Eucaristía resulta requisito indispensable para salvarse, según las palabras de Jesucristo: “Si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no tendréis vida eterna”. (para aquellos que inculpablemente ignoran la verdadera fe, la necesidad de recibir físicamente la Eucaristía sería necesidad “de deseo)

La Iglesia ordena En su 3° mandamiento, que, al menos una vez al año y por Pascua de Resurrección, todo cristiano con uso de razón debe recibir la Eucaristía. También hay obligación de comulgar cuando se está en peligro de muerte: en este caso la comunión se recibe a modo de Viático, que significa preparación para el viaje de la vida eterna.

El ministro “Sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando en la persona de Cristo (CDC, c. 900,1). El “haced esto en memoriamía” (Lc. 22,19; I Cor 11,24), va dirigido exclusivamente a ellos, y no a la multitud de sus discípulos.

El sujeto Todo bautizado es sujeto capaz de recibir válidamente la Eucaristía, aunque se trate de un niño. Para la recepción lícita o fructuosa se requiere: el estado de gracia: “quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental” (CDC, c. 916) la intención recta, buscando la unión con Dios. el ayuno de una hora (CDC, c. 919&1).

Disposiciones Como la medida de la gracia producida ex opere operato depente de la disposición subjetiva del que recibe el sacramento, convendrá que la Comunión vaya precedida de una buena preparación y seguida de una conveniente acción de gracias.

La Presencia real Por la fuerza de las palabras de la consagración Cristo se hace presente tal y como existe en la realidad, bajo las especies de pan y vino y, en consecuencia, ya que está vivo y glorioso en el cielo al modo natural, en la Eucaristía está presente todo entero, de modo sacramental. La Presencia real de Cristo en la Eucaristía es uno de los principales dogmas de nuestra fe.

Doctrinas heréticas opuestas Entre las principales herejías contra el dogma de la Presencia real se encuentran las siguientes: En la antigüedad cristiana, las herejías de los docetas, gnósticos y maniqueos que, partiendo del supuesto de que Jesús sólo tuvo un cuerpo aparente, contradijeron el dogma de la Presencia real.

Berengario de Tours (s. XI) Negó la Presencia real, considerando la Eucaristía sólo un símbolo del Cuerpo y de la Sangre de Cristo glorificado en el cielo. El Cuerpo de Cristo está en el Cielo, y en la Eucaristía sólo estaría de un modo espiritual. Su teoría es condenada en 1079.

Juan Wicleff (s. XIV) Afirmó que, después de la Consagración, no había en el altar más que pan y vino y, en consecuencia, el fiel al comulgar sólo recibía a Cristo de manera “espiritual”. El Concilio de Constanza condena su doctrina en 1428.

Protestantes que niegan la Presencia real Zwinglio: “La Eucaristía es “figura” de Cristo”. Calvino: “Cristo está en la Eucaristía porque actúa a través de ella, pero no está sustancialmente”. Protestantes liberales: “Cristo existe en la Eucaristía “por la fe”; esto es porque lo creemos así: el creyente “pone” a Cristo en la Eucaristía.

Protestantes que explican erróneamente la doctrina Lutero : “En la Eucaristía está al mismo tiempo la sustancia del pan y del vino junto con el Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Osiandro: “Se efectúa una unión hipostática entre el pan y el Cuerpo de Cristo (impanación)”. Otros protestantes afirman que Cristo está presente cuando se recibe la Comunión (in uso), pero no perdura en las hostias que se reservan después de la Misa.

Testimonio de la S. Escritura 1° La promesa: En el discurso que pronunció en Cafarnaúm al día siguiente de haber hecho el milagro de la multiplicación de los panes. Relatado en Jn. 6, 51-56. 2° La institución: La promesa de Cafarnaúm tuvo cumplimiento en la cena pascual prescrita por la ley hebrea, que el Señor celebró con sus Apóstoles, la noche del Jueves Santo. Tenemos cuatro relatos: Mt 26,26-28, Lc 22,19-20, Mc 14,22-24, I Cor 11,23-25.

NO hay dogma más manifiesto Es imposible hablar de manera más realista e indubitable: no hay dogma más manifiesto y claramente expresado en la SSEE. Lo que Cristo prometió en Cafarnaúm, lo realizó en Jerusalén en la Última Cena. Las palabras de Jesucristo fueron tan claras, tan categórico el mandato que dio a sus discípulos (“haced esto en memoria mía”), que los primeros cristianos comenzaron a reunirse para celebrar juntos la “fracción del pan” después de la Ascención.

Testimonios de la Tradición Unánimemente, los Padres de la Iglesia y los autores espirituales de los primeros siglos nos hablan del Corpus Christi como de Jesús mismo; nadie habló jamás de símbolo o de figura. Cfr., por ej.: San Ambrosio, De sacram., lib. 4, cap. 4; San Ignacio de Antioquía, Ep ad Smyrn. 7,1; Teodoro de Mopsuestia, In Matth Comm. 26

La transubstanciación El Magiterio de la Iglesia nos enseña que “en el sacramento sacramento de la Eucaristía... Se produce una singular y maravillosa conversión de toda la substancia del pan en el Cuerpo de Cristo, y de toda substancia del vino en la Sangre; que la Iglesia católica llama aptísimamente transubstanciación (Trans-substare: cambio de una substancia en otra) Se verifica con las palabras de la consagración.

La palabra substancia Viene de sub-stare:estar debajo; es decir, latente bajo unas apariencias. Ej.: Una rosa artificial puede aparecer como una natural, porque los ojos ven el color, la forma y las apariencias de rosa verdadera. Sin embargo, bajo esas apariencias no hay una rosa, no existe la substancia rosa.

En la transubstanciación No hay aniquilamiento de la substancia de pan (o del vino), porque ésta no se destruye, sólo cambia. No hay creación del Cuerpo de Cristo: crear es sacar algo de la nada, y aquí la substancia del pan cambia por la substancia del Cuerpo, y la del vino por la de la Sangre. No hay conducción del Cuerpo de Cristo del cielo a la tierra: en el cielo permanece el único Cuerpo glorificado de Jesucristo, y en la Eucaristía está su Cuerpo sacramentalmente. Cristo no sufre ninguna mutación en la Eucaristía; toda la mutación se produce en el pan y en el vino.

Permanencia de los accidentes Se entiende por “especie” o “accidente”, todo aquello que es perceptible por los sentidos, como el tamaño, la extensión, el peso, el color, el olor, el sabor, etc. En la Eucaristía hay un cambio de substancia pero no hay cambio de accidentes. Los accidentes del pan y del vino continúan conservando todas sus propiedades, pero permanecen sin sujeto.

“Sobre todo en la Eucaristía” Cristo Jesús está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, "allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre", en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas" .

Enseña Santo Tomás El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos".

Presencia real En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. "Esta presencia se denomina 'real', no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen 'reales', sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente".

“Per modum substantiae” La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.

Cristo está todo entero No está únicamente el Cuerpo de Cristo bajo la especie de pan, ni únicamente su Sangre bajo los accidentes del vino, sino que en cada uno se encuentra Cristo entero. Jesucristo está presente en la Eucaristía con su naturaleza humana (Cuerpo -y Sangre- y Alma) y su naturaleza divina (Divinidad).

La doble consagración La doble consagración del pan y del vino fue realizada por Cristo para representar mejor aquello que la Eucaristía renueva: la muerte cruenta del Salvador, que supuso una separación del Cuerpo y de la Sangre. Por ello, el sacerdote consagra separadamente el pan y el vino.

Permanencia de la Presencia real Después de efectuada la consagración, el Cuerpo y la Sangre de Cristo están presentes de manera permanente en la Eucaristía. Según la doctrina unánime de los teólogos, la Presencia real dura mientras no se corrompen las especies que constituyen el signo sacramental instituido por Cristo.

Culto En vista de esta permanencia, es dogma de fe que a la Santísima Eucaristía se le debe el culto de verdadera adoración (o culto de latría), que se rinde a Dios. Porque Jesucristo permanece en las hostias consagradas que se reservan en el Sagrario, el Santísimo Sacramento es tratado con singular reverencia, guardándose en ricos vasos sagrados, y doblando ante Él la rodilla. La “lámpara del Sagrario” recuerda su Presencia real.

Dos solemnidades La liturgia reserva dos solemnidades para honrar esta Presencia real: el Jueves Santo se celebra la institución del Sacramento, con especial referencia al Sacrificio de la Cruz (la Eucaristía como Sacrificio); el día del Corpus et Sanguis Christi se acentúa el homenaje de adoración al Señor realmente presente en el Sagrario (la Eucaristía como sacramento). Ese día, en muchos sitios es costumbre llevar solemnemente al Santísimo en proseción por las calles de la ciudad.

Devociones Eucarísticas Recomienda la Iglesia hacer con frecuencia la Exposición y Bendición del Santísimo, dando gracias por su Amor y pidiendo su ayuda. Se canta el Pange lingua y el Tamtum ergo, u otro himno oportuno. La Iglesia fomenta la devoción de la Visita al Santísimo para hacerle compañía durante algunos minutos, colocándonos “al lado del Sagrario, acompañando al que se quedó por amor” (J. Escrivá de Balaguer).