CONSEJOS PARA ACERCARME A MI HIJO ADOLESCENTE

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Transcripción de la presentación:

CONSEJOS PARA ACERCARME A MI HIJO ADOLESCENTE Escuela para padres M.A. JUANA TIRADO SAUCEDO

¿Los hijos mienten ? Los hijos se vuelven mentirosos y ello nos preocupa y nos hace sufrir, porque tenemos la sensación de que se nos separan o que en adelante no podemos confiar en ellos. La mentira es un signo: el signo de que un niño no se encuentra seguro ante los mayores. Mentir es afirmar algo que sabemos que es contrario a la verdad. El problema es que muchos niños no saben qué es la verdad. Hasta los 4-5 años no tienen una noción precisa de ello. Pueden decir falsedades sin tener intención de engañamos.

¿Los hijos mienten ? A partir de los 5-6 años los niños empiezan a mentir de verdad, es decir, cuentan cosas falsas, cuando ya empiezan a distinguir lo verdadero de lo falso, lo real de lo imaginario. Por una parte, habrá que ayudarle a comprender, y esto sin esperar a que nos haya mentido mucho, lo importante que es la confianza para la amistad, y que ésta se gana con la sinceridad y con la verdad. Una educación preventiva debe hacerse antes de que haya empezado a mentir demasiado o al hilo de las primeras mentirillas.

Causas mas comunes por las cuales nuestros hijos mienten 1. Por temor al castigo Cuando un niño estropea algo y miente es por temor al castigo. La mentira es reacción al miedo, se trata de una actitud o reacción que hay que educar. Lo que se castiga son los efectos o daños causados por la mentira, sobre todo a otra persona.

Causas mas comunes por las cuales nuestros hijos mienten 2. Por precaución ante los mayores En muchas ocasiones nos parece que mienten sin motivo, pero lo hacen porque no comprenden las reacciones que tenemos los padres y educadores. Con frecuencia tienen la experiencia de que han cometido fallos que les parecían sin importancia, mientras que nosotros poníamos el grito en el cielo y nos irritábamos muchísimo con ellos. En otras ocasiones, ellos creían que habían hecho algo grave y sin embargo nosotros no le dábamos importancia. No están seguros de nuestro modo de valorar las cosas y les parece más prudente esconderlas. Los mayores y nuestra jerarquía de valores es un enigma para ellos.

Causas mas comunes por las cuales nuestros hijos mienten 3. Por presumir de algo Es el típico niño o adolescente que alardea de proezas que nunca realizó e incluso fechorías que nunca se atrevió a hacer, así presume. Sabemos que las personas que se dan auto bombo suelen necesitar aprecio o padecen sentimientos de inferioridad en determinados aspectos. No debemos decirles que mienten, en directo, pero tampoco debemos fomentar estas jactancias. La mejor manera de hacerlo es hacerles ver que esas hazañas inventadas no nos impresionan y no les felicitamos por ellas. Por otra parte, hay que tratar de comprender el motivo, es decir, por qué se sienten inferiores o por qué necesitan presumir. También habrá que darle oportunidades de realizar algo en lo que tenga éxito o ver alguna cosa que él pueda contar, etc. para sentirse más satisfecho de sus experiencias.

Causas mas comunes por las cuales nuestros hijos mienten 4. Por las malas influencias Los amigos que mienten, enseñan a mentir Es posible que el adolescente que es buena persona, no se deje arrastrar por esos malos ejemplos, pero puede contar travesuras que en realidad no ha cometido. Hay que indagar si está adquiriendo malos hábitos, o si sólo está mintiendo para sentirse aceptado o impresionar a los demás integrantes del grupo. Es importante hacerles saber que los que presumen de esas cosas negativas tienen problemas de seguridad en sí mismos o carencias afectivas que les llevan a proyectarse de esa manera. Finalmente es positivo el hacerle ver que él mismo es valioso porque tiene aspectos positivos, y que no necesita destacar por medio de malos comportamientos.

Causas mas comunes por las cuales nuestros hijos mienten 5. Por fingimiento Muchas veces fingimos para evitar un esfuerzo. Muchos niños fingen estar agotados o enfermos para librarse de un examen o porque temen ir a la escuela por alguna razón. No se debe castigar el hecho mismo del fingimiento, pues el castigo no modifica los problemas conscientes o inconscientes que existen. Consultemos al médico por si hay alguna causa física de su pereza o incapacidad para concentrarse y trabajar. Tomémosle la palabra: si está cansado para ir a clase, que se meta en la cama todo el día. La sana consecuencia de los actos es el mejor castigo. Probablemente el estar sin hacer nada, sin ver la televisión , ni usar la computadora, no le compensará y abandonará la comedia. En todo caso hay que estar atentos para ver si se trata de un bloqueo psicológico real, por algún motivo que no podemos explicamos. En ese caso podemos consultar a un especialista.

Consejos para evitar o prevenir las mentiras Hacerles vivir en un clima de sinceridad Si nosotros echamos mano de mentiras cada dos por tres, no damos ejemplo de veracidad. A veces le decimos "no hay que hablar de esto con papá" o con mamá; o acudimos a la mentira para evitar una respuesta molesta o embarazosa, desde el "dile que no estoy en casa" hasta otras muchas maneras de dar falsas razones de nuestras negativas a otros hermanos delante de él. Enseñar el valor de la sinceridad. Sea coherente entre lo que dice y lo que hace, la íntima relación que hay entre verdad, lealtad, amistad, etc. Se pueden aprovechar escenas de las series de televisión que ellos ven. Es interesante que sepamos lo que se les dice en los programas de formación humana del colegio, para así rematar discretamente la jugada por nuestra parte, sin aludir al colegio.

No siempre se puede decir toda la verdad, sobre todo cuando se hiere a alguien o se dificultan las relaciones humanas. No se trata de mentir sino de no comunicar todos los datos.

Para reflexionar

Conversaciones a fondo Llega un momento, para terror de algunos padres y madres, en el que se hace necesaria una conversación tranquila y sosegada con el hijo o la hija adolescente. No es un plato de gusto para nadie, porque resulta más cómodo callarse, disimular, olvidar, "mirar para otro lado"... que pasar el mal trago de hablarles claro. Sin exageraciones, pero sin ingenuidades, hemos de conocer los detalles antes de hablar con nuestro hijo. Son los amos de las excusas, de las coartadas y de las interpretaciones, y tienen una capacidad infinita para la auto justificación. Sólo si estamos bien informados podremos discernir. Hay que estudiar bien el caso para no dejarse llevar por la improvisación. Saber lo que queremos decir al hijo y no lo que inspire nuestro estado de ánimo en ese momento.

Conversaciones a fondo Igual importancia tiene en estas conversaciones el saber qué decir, como el Escuchar, dejar hablar a nuestro hijo, que explique sus opiniones y puntos de vista. Al hablar con alguien, el adolescente necesita oírse a sí mismo hablando en voz alta. El objetivo consiste en ayudarle para que exprese su frustración, angustia o miedo. Y para eso, hay que evitar las interrupciones con comentarios, consejos o preguntas. También puede ser útil "oír con los ojos". En ocasiones nuestro hijo no expresa con palabras lo que siente. La expresión de la cara. La mirada, el gesto de los brazos, la postura, el tono de voz. El cuerpo no miente.

Conversaciones a fondo Cuando observemos un mensaje contradictorio entre gestos y palabras, hay que creer sólo lo que dice el cuerpo.

Conversaciones a fondo Estas conversaciones requieren por nuestra parte que nos arriesguemos a oír de todo. Una confesión puede ser un duro golpe: ¿estamos dispuestos a oír de todo?. Por eso, conviene tener previsto qué hacer después. Pensemos que entonces es cuando se nos va a presentar la mejor oportunidad para ayudar a nuestro hijo, pues cuando se atreve a expresar su preocupación es porque ha jugado con fuego pero no aguanta el calor.

Conversaciones a fondo Hay que ser hábil para que la comunicación fluida no decaiga, por miedo nuestro o por vergüenza suya, pero al mismo tiempo, los padres debemos saber orientar, proporcionar claves. Si se trata de un mensaje de los que nos dejan envueltos en un sudor frío, lo primordial es conservar la calma. Hacerlo resulta muy difícil, pero enormemente útil. Sólo la calma permite encontrar la respuesta más adecuada.

Lo que los adolescentes esperan escuchar ¿De qué hablamos con nuestro hijo adolescente? A lo largo de las siguientes diapositivas describiremos en detalle los cinco mensajes que la mayoría de los adolescentes - nuestro hijo también - están deseando oír de nuestros labios.

ORGULLO MENSAJE PRIMERO: "Estoy orgulloso de ti". Con esta frase tan simple, ayudamos a construir la autoestima de nuestro hijo. Es probable que se la digamos cuando consigue algún éxito, pero un adolescente la necesita especialmente cuando falla. Estamos orgullosos de él porque es nuestro hijo... y no hacen falta más motivos. Y, sin embargo, muchos adolescentes de hoy en día pueden no tener la suerte de escuchar este mensaje a menudo.

aquí estoy. Mensaje segundo: “puedes acudir a mi, siempre estaré aquí para escucharte " Un adolescente da mucha importancia a poder acudir a sus padres cuando existen problemas; aunque exista rebeldía, en los momentos difíciles necesita tener una seguridad: "mis padres están ahí". Sin embargo, si no le prestamos atención cuando lo está pasando mal, le estaremos dando una buena razón para busque consejo y ayuda en otros lugares.

COMPRENSIÓN Mensaje TERCERO: “QUIERO COMPRENDERTE" Muchas veces, cuando nuestro hijo nos acusa de que no le comprendemos es tan sólo una manera de defenderse. Confunde "no comprender" con "no estar de acuerdo", por lo que no hemos de dejar que nos manipule. Si nos acusa de que no le comprendemos, hemos de decir a nuestro hijo que nos ayude: "Quiero comprenderte, cuéntame más, que sientes...". Si tenemos la sospecha de que lo único que ocurre es que simplemente no estamos de acuerdo con él, podemos repetir lo que nos dice, sus argumentos, sus ideas, hasta que se dé por satisfecho y entonces: "Ves que comprendo lo que quieres decir y por qué; si no es así, quiero llegar a comprenderlo. Pero me parece que nuestro problema no es de falta de comprensión sino de falta de acuerdo".

Confianza Mensaje cuarto: “confío en ti" Contar con la confianza de sus padres es importante para un adolescente. "Lo más dañino que me han dicho mis padres en mi vida fue que nunca podrían volver a confiar en mí". Nuestro hijo necesita que le digamos que nuestra confianza en él se desarrollará gradualmente en la medida que adquiera nuevos conocimientos y experiencias en esas situaciones que requieran la confianza. No podemos pretender que nuestro hijo de quince años conduzca un coche - aparte de que es ilegal - porque no tiene la experiencia necesaria que nos permita confiar en su buen juicio.

Confianza Mensaje cuarto: “confío en ti" Pero hay otra razón por la que nos cuesta tanto a los padres confiar en nuestros hijos. Nos conocemos bien a nosotros mismos y, seguramente, hemos experimentado de primera mano todos los riesgos, situaciones y peligros de esta etapa. Sabemos qué fácil es ceder a las presiones del ambiente cuando no se está preparado. Esto nos previene de dar a nuestros hijos una confianza sin límites. De hecho, no estaríamos haciendo bien nuestro trabajo de padres si permitimos que nuestros hijos se encuentren en situaciones donde el grado de riesgo es más elevado que su nivel de madurez.

cariño Mensaje quinto: “te quiero" A veces, podemos perder muchas oportunidades de expresar amor y cariño - y de recibirlo - sólo porque no nos lo hemos propuestos como un objetivo consciente. Y, sin embargo, es el mensaje más importante que chicos y chicas quieren oír de sus padres. El amor es el ingrediente esencial de una familia sana. Un "te quiero", dicho en voz alta y a menudo, nos ayuda a saber quiénes somos y por qué hemos nacido. Cuando un adolescente no está seguro del amor de sus padres, los otros cuatro mensajes anteriores no significan nada. Necesitan que le digan que les quieren y que se lo demuestren. ¿Cómo pueden estar seguros de que les quieren si nunca se lo han dicho? ¿Cómo pueden estar seguros si sus padres nunca pasan el tiempo con él?

cariño Mensaje quinto: “te quiero" La manera de demostrar el amor a un hijo se deletrea con estas letras: T - I - E - M - P - O. Darle regalos, proveerle de comida y ropa, mostrarle cariño de otras maneras está bien, pero también hay que estar dispuesto a perder tiempo con nuestro hijo adolescente: ir de pesca, ir de tiendas juntos. Relacionarse, comunicarse, cuesta trabajo. Esto ocurre en el matrimonio, en la amistad... y en la relación entre padres e hijos. Con un adolescente cuesta más, porque crece y gana más independencia constantemente, y por eso puede llegar a frustrarnos. No dejemos que ocurra en nuestra familia.

El padre bueno y el buen padre Padres buenos hay muchos, buenos padres hay pocos. No creo que haya cosa más difícil que ser un buen padre. En cambio no es difícil ser un padre bueno. Un corazón blando basta para ser un padre bueno; en cambio la voluntad más fuerte y la cabeza más clara son todavía poco para ser un buen padre. El padre bueno quiere sin pensar, El buen padre piensa para querer. El padre bueno sólo sabe decir que sí. El buen padre dice que sí cuando es sí, y no cuando es no; El padre bueno hace del niño un pequeño dios que acaba en un pequeño demonio. El buen padre no hace ídolos.

Diez mandamientos para ser buenos padres

1. Demuéstrale lo mucho que le quieres. Todos los padres quieren a sus hijos pero ¿se lo demuestran cada día?, ¿les dicen que ellos son lo más importante que tienen, lo mejor que les ha pasado en la vida? No es suficiente con atender cada una de sus necesidades: acudir a consolarle siempre que llore, preocuparse por su sueño, por su alimentación; los cariños y los mimos también son imprescindibles. Está demostrado; los padres que no escatiman besos y caricias tienen hijos más felices que se muestran cariñosos con los demás y son más pacientes con sus compañeros de juegos. Hacerles ver que nuestro amor es incondicional y que no está supeditado a las circunstancias, sus acciones o su manera de comportarse será vital también para el futuro. Sólo quien recibe amor es capaz de transmitirlo. No se van a malcriar porque reciban muchos mimos. Eso no implica que dejen de respetarse las normas de convivencia.

2. Mantén un buen clima familiar. Para los niños, sus padres son el punto de referencia que les proporciona seguridad y confianza. Aunque sean pequeños, perciben enseguida un ambiente tenso o violento. Es mejor evitar discusiones en su presencia, pero cuando sean inevitables, hay que explicarles, en la medida que puedan comprenderlo, qué es lo que sucede. Si nos callamos, podrían pensar que ellos tienen la culpa. Si presencian frecuentes disputas entre sus padres, pueden asumir que la violencia es una fórmula válida para resolver las discrepancias.

3. Educa en la confianza y el diálogo Para que se sientan queridos y respetados, es imprescindible fomentar el diálogo. Una explicación adecuada a su edad, con actitud abierta y conciliadora, puede hacer milagros. Y, por supuesto, ¡nada de amenazas! Tampoco debemos prometerles nada que luego no podamos cumplir; se sentirían engañados y su confianza en nosotros se vería seriamente dañada. Si, por ejemplo, nos ha surgido un problema y no podemos ir con ellos al cine, tal como les habíamos prometido, tendremos que aplazarlo, pero nunca anular esa promesa.

4. Debes predicar con el ejemplo. Existen muchos modos de decirles a nuestros hijos lo que deben o no deben hacer, pero, sin duda, ninguno tan eficaz como poner en práctica aquello que se predica. Es un proceso a largo plazo, porque los niños necesitan tiempo para comprender y asimilar cada actuación nuestra, pero dará excelentes resultados. No olvidemos que ellos nos observan constantemente y "toman nota". No está de más que, de vez en cuando, reflexionemos sobre nuestras reacciones y el modo de encarar los problemas. Los niños imitan los comportamientos de sus mayores, tanto los positivos como los negativos, por eso, delante de ellos, hay que poner especial cuidado en lo que se dice y cómo se dice.

5. Comparte con ellos el máximo de tiempo. Hablar con ellos, contestar sus preguntas, enseñarles cosas nuevas, contarles cuentos, compartir sus juegos... es una excelente manera de acercarse a nuestros hijos y ayudarles a desarrollar sus capacidades. Cuanto más pequeño sea el hijo, más fácil resulta establecer con él unas relaciones de amistad y confianza que sienten las bases de un futuro entendimiento óptimo. Por eso, tenemos que reservarles un huequecito diario, exclusivamente dedicado a ellos; sin duda, será tan gratificante para nuestros hijos como para nosotros. A ellos les da seguridad saber que siempre pueden contar con nosotros. Si a diario queda poco tiempo disponible, habrá que aprovechar al máximo los fines de semana.

6. Acepta a tu hijo tal y como es. Cada hijo posee una personalidad propia que hay que aprender a respetar. A veces los padres se sienten defraudados porque su hijo no parece mostrar esas cualidades que ellos ansiaban ver reflejadas en él; entonces se ponen nerviosos y experimentan una cierta sensación de rechazo, que llega a ser muy frustrante para todos. Pero el niño debe ser aceptado y querido tal y como es, sin tratar de cambiar sus aptitudes. No hay que crear demasiadas expectativas con respecto a los hijos ni hacer planes de futuro. Nuestros deseos no tienen por qué coincidir con sus preferencias.

7. Enséñale a valorar y respetar lo que le rodea. Un niño es lo suficientemente inteligente como para asimilar a la perfección los hábitos que le enseñan sus padres. No es preciso mantener un ambiente de disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Si se le enseña a respetar las pequeñas cosas -ese jarrón de porcelana que podría romper y hacerse daño con él, por ejemplo-, irá aprendiendo a respetar su entorno y a las personas que le rodean. Muchos niños tienen tantos juguetes que acaban por no valorar ninguno. A menudo son los propios padres quienes, como respuesta a las carencias que ellos tuvieron, fomentan esa cultura de la abundancia. Lo ideal sería que poseyeran sólo aquellos juguetes con los que sean capaces de jugar y mantener cierto interés. Guardar algunos juguetes para más adelante puede ser una buena medida para que no se vea desbordado y aprenda a valorarlos.

8. Los castigos no le sirven para nada. Los niños suelen recordar muy bien los castigos, pero olvidan qué hicieron para "merecerlos". Aunque estas pequeñas penalizaciones estén adecuadas a su edad, si se convierten en técnica educativa habitual, nuestros hijos pueden volverse increíblemente imaginativos. Disfrazarán sus actos negativos y tratarán de ocultarlos. Podemos ofrecerles una conducta aceptable con otras alternativas.

9. Prohíbele menos, elógiale más Para un hijo es tremendamente estimulante saber que sus padres son conscientes de sus progresos y que además se sienten orgullosos de él. No hay que escatimar piropos cuando el caso lo requiera, sino decirle que lo está haciendo muy bien y que siga por ese camino. Reconocer y alabar es mucho mejor que lo que se suele hacer habitualmente: intervenir sólo para regañar. Siempre mencionamos sus pequeñas travesuras de cada día. ¿Por qué no hacemos lo contrario? Si, con un gesto cariñoso o un ratito de atención resaltamos todo lo positivo que nuestros hijos hayan realizado, obtendremos mejores resultados.

10. No pierdas nunca la paciencia. Difícil, pero no imposible, Por más que parezcan estar desafiándote con sus gestos, sus palabras o sus negativas, nuestro objetivo prioritario ha de ser no perder jamás los estribos. En esos momentos, el daño que podemos hacerles es muy grande. Decirles: "No te aguanto"; "Qué tonto eres"; "Por qué no habrás salido como tu hermano" merman terriblemente su autoestima. Al igual que sucede con los adultos, los niños están muy interesados en conocer su nivel de competencia personal, y una descalificación que provenga de los mayores echa por tierra su autoconfianza. Contar hasta diez, salir de la habitación..., cualquier técnica es válida antes de reaccionar con agresividad ante una de sus travesuras. En caso de que se nos escape un insulto o una frase descalificadora, debemos pedirles perdón de inmediato. Reconocer nuestros errores también es positivo para ellos.

El poder del elogio

¿Qué es el elogio? El elogio se muestra de varias maneras, como usar palabras alabadoras, expresiones faciales agradables, o gestos cariñosos como un abrazo. Estas cosas generan el autoestima en las demás personas, orgullo en sí mismo, y la sensación de estar logrando cosas positivas. Cuando los papás elogian a sus niños, les ayudan a entender que son buenas personas y que todo lo que han hecho y lo que harán es bueno y valioso.

El elogio es muy importante Les enseña a los niños que su forma de ser y todo lo que ellos hacen les agrada mucho a sus padres. Les ayuda desarrollar la autoestima. Los niños con buena autoestima se tratan bien a sí mismos y a los demás, logran mejores calificaciones en sus estudios, son más populares en la escuela, no se desaniman fácilmente y gozan de vidas mucho más productivas.

Los dos tipos del elogio: uno por ser y otro por hacer Hay dos tipos de elogio: el elogio por ser y el elogio por hacer. El elogio por ser se ofrece a un niño por el simple hecho de ser él o ella. Este tipo de elogio le deja saber que siempre vale mucho y que usted lo ama, no importa lo que pase. Este tipo de elogio siempre es bueno y se puede ofrecer todo el tiempo. El elogio por hacer se le da a un niño para reconocer algo bueno que ha hecho. Este tipo de elogio le deja entender al niño que a usted le gusta su comportamiento y sus esfuerzos. Recuerde que a los niños les da mucha satisfacción agradar a sus padres.

Para entenderlos hay que ponernos en sus zapatos SE TRATA DE LA PUESTA EN AUDIO DEL PRIMER CAPITULO DE LA EXITOSA OBRA PAPA ACERCATE SOY UN ADOLESCENTE DEL PSICOLOGO...OSCAR SUAREZ