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17 Domingo Tiempo Ordinario –C-. 17 Domingo Tiempo Ordinario –C-. 28 de julio de 2013 Música: Cántigas de los romeros.

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2 17 Domingo Tiempo Ordinario –C-. 17 Domingo Tiempo Ordinario –C-. 28 de julio de 2013 Música: Cántigas de los romeros

3 Hch 4,33;5,12.27-33;12,1b.2 Por su parte, los ap ó stoles daban testimonio con gran energ í a de la resurrecci ó n de Jes ú s, el Se ñ or, y todos gozaban de gran estima. Los ap ó stoles realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los hicieron entrar para que comparecieran ante el sanedr í n, y el sumo sacerdote les pregunt ó : –¿ No os prohibimos terminantemente ense ñ ar en nombre de é se? Y sin embargo hab é is llenado Jerusal é n con vuestras ense ñ anzas y quer é is hacernos responsables de la muerte de ese hombre. Pedro y los ap ó stoles respondieron: – Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jes ú s, a quien vosotros matasteis colg á ndolo de un madero. Dios lo ha exaltado a su derecha como Pr í ncipe y Salvador, para dar a Israel la ocasi ó n de arrepentirse y de alcanzar el perd ó n de los pecados. Nosotros y el Esp í ritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen somos testigos de todo esto. Ellos, enfurecidos por tales palabras, quer í an matarlos. Mand ó ejecutar a Santiago, hermano de Juan.

4 Salmo 66 Señor, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben Que Dios se apiade y nos bendiga, que haga brillar su rostro sobre nosotros; para que conozcan en la tierra tus caminos, tu salvaci ó n en todas las naciones.

5 Señor, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

6 Señor, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga, que le amen hasta los confines del mundo.

7 Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que todos vean que una fuerza tan extraordinaria procede de Dios y no de nosotros. Nos acosan por todas partes, pero no estamos abatidos; nos encontramos en apuros, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no quedamos a merced del peligro; nos derriban, pero no llegan a rematarnos. Por todas partes vamos llevando en el cuerpo la muerte de Jes ú s, para que la vida de Jes ú s se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros, mientras vivimos, estamos siempre expuestos a la muerte por causa de Jes ú s, para que tambi é n la vida de Jes ú s se manifieste en nuestra carne mortal. As í que en nosotros act ú a la muerte y en vosotros, en cambio, la vida. Pero como tenemos aquel mismo esp í ritu de fe del que dice la Escritura: Cre í y por eso habl é, tambi é n nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que el que ha resucitado a Jes ú s, el Se ñ or, nos resucitar á tambi é n a nosotros con Jes ú s y nos dar á un puesto junto a é l en compa ñí a de vosotros. Porque todo esto es para vuestro bien; para que la gracia, difundida abundantemente en muchos, haga crecer la acci ó n de gracias para gloria de Dios. 2Co 4, 7-15 Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que todos vean que una fuerza tan extraordinaria procede de Dios y no de nosotros. Nos acosan por todas partes, pero no estamos abatidos; nos encontramos en apuros, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no quedamos a merced del peligro; nos derriban, pero no llegan a rematarnos. Por todas partes vamos llevando en el cuerpo la muerte de Jes ú s, para que la vida de Jes ú s se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros, mientras vivimos, estamos siempre expuestos a la muerte por causa de Jes ú s, para que tambi é n la vida de Jes ú s se manifieste en nuestra carne mortal. As í que en nosotros act ú a la muerte y en vosotros, en cambio, la vida. Pero como tenemos aquel mismo esp í ritu de fe del que dice la Escritura: Cre í y por eso habl é, tambi é n nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que el que ha resucitado a Jes ú s, el Se ñ or, nos resucitar á tambi é n a nosotros con Jes ú s y nos dar á un puesto junto a é l en compa ñí a de vosotros. Porque todo esto es para vuestro bien; para que la gracia, difundida abundantemente en muchos, haga crecer la acci ó n de gracias para gloria de Dios. Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro.

8 Aclamación Apóstol Santiago, tu cuerpo descansa en paz.

9 ( Del evangelio según san Mateo ) Mt 20: 20-28 En aquel tiempo, se acerc ó a Jes ú s la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postr ó para hacerle una petici ó n. É l le pregunt ó : –¿ Qu é deseas? Ella contest ó : – Ordena que estos dos hijos m í os se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero Jes ú s replic ó : – No sab é is lo que ped í s. ¿ Sois capaces de beber el c á liz que yo he de beber? Contestaron: – Lo somos. É l les dijo: – Mi c á liz lo beber é is; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a m í concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Los otros diez, que lo hab í an o í do, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jes ú s, reuni é ndolos, les dijo: – Sab é is que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No ser á as í entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.. Campos de Cafarnaún. Al fondo el lago de Galilea.


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