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PRESENTACIONES PARA IDIOMA ESPAÑOL A PARTIR DE LOS TEXTOS TRABAJADOS DURANTE EL CURSO.

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1 PRESENTACIONES PARA IDIOMA ESPAÑOL A PARTIR DE LOS TEXTOS TRABAJADOS DURANTE EL CURSO

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4 BIOGRAFÍA. Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.

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6 Fue bautizado como Edgar Poe en Boston, Massachusetts, y sus padres murieron cuando era niño. Fue recogido por un matrimonio adinerado de Richmond, Virginia, Frances y John Allan, aunque nunca fue adoptado oficialmente. Pasó un curso académico en la Universidad de Virginia y posteriormente se enroló, también por breve tiempo, en el ejército. Sus relaciones con los Allan se rompieron en esa época, debido a las continuas desavenencias con su padrastro, quien a menudo desoyó sus peticiones de ayuda y acabó desheredándolo. Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827).

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8 Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón trece años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: "El cuervo". Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde. El gran sueño del escritor, editar su propio periódico (que iba a llamarse The Stylus), nunca se cumplió. Murió el 7 de octubre de 1849, en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas cuarenta años de edad. La causa exacta de su muerte nunca fue aclarada. Se atribuyó al alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis y otras causas.

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10 Bárbara Santana 1ero2

11 ● Creador. ● En qué año se creó. ● Cuento. ● Datos curiosos.

12 Gerald Willoughby-Meade (25 septiembre 1875 a 24 junio 1958) fue un autor Británico que escribió sobre el tema de lo sobrenatural en el folclore chino. Fue miembro de la Real Sociedad Asiática y miembro del consejo de la Sociedad de China en Londres. Él era un amigo de Lionés Giles a quien dedicó su libro Ghouls y Goblins chinos.

13 En su libro Antología de la literatura fantástica (Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1965), Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, dos escritores fundamentales en la literatura argentina del siglo XX, presentan el texto de G. Willoughby-Mead titulado “La protección por el libro”.

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15 El literato Wu, de Ch’iang Ling, había insultado al mago Chang Ch’i Shen. Seguro que éste procuraría vengarse, Wu pasó la noche levantado, leyendo, a la luz de la lámpara, el sagrado Libro de las Transformaciones. De pronto se oyó un golpe de viento, que rodeaba la casa, y apareció en la puerta un guerrero, que lo amenazó con su lanza. Wu lo derribó con el libro. Al inclinarse para mirarlo, vio que no era más que una figura recortada en papel.

16 La guardó entre las hojas. Poco después entraron dos pequeños espíritus malignos, de cara negra y blandiendo hachas. También éstos, cuando Wu los derribó con el libro, resultaron ser figuras de papel. Wu las guardó como a la primera. A medianoche, una mujer, llorando y gimiendo, llamó a la puerta. -Soy la mujer de Chang –declaró-. Mi marido y mis hijos vinieron a atacarlo y usted los ha encerrado en su libro. Le suplico que los ponga en libertad.

17 -Ni sus hijos ni su marido están en mi libro –contestó Wu-. Sólo tengo estas figuras de papel. -Sus almas están en esas figuras –dijo la mujer-. Si a la madrugada no han vuelto, sus cuerpos, que yacen en casa, no podrán revivir. -¡Malditos magos! –gritó Wu-. ¿Qué merced pueden esperar? No puedo ponerlos en libertad. De lástima, le devolveré uno de sus hijos pero no pida más. Le dio una de las figuras de cara negra. Al otro día supo que el mago y su hijo mayor habían muerto esa noche.

18 Más allá de su carácter simbólico manejado en estos relatos, el libro es en realidad un instrumento de poder en cuanto que maneja información, y quien tiene ésta elabora conocimiento. En nuestros tiempos, así como en el pasado, el libro sigue siendo un objeto importante y valorado. Lo mejor es, claro, cuando pasa de ser un objeto a ser un instrumento. Ahí radica su verdadero poder.

19 Ryunosuke Akutagawa Escritor japonés de corta pero notable trayectoria. Es uno de los autores más problemáticos, inquietantes, versátiles y discutidos de nuestro siglo, no sólo bien conocido en Japón, sino también en Occidente, en donde hace ya bastante tiempo que muchas de sus obras han sido traducidas y presentadas al público. Escribió más de cien relatos, además de ensayos críticos, crónicas de viajes y páginas de diario, obras indispensables para reconstruir su compleja personalidad, tanto de hombre como de escritor.

20 Obras: Además de la obra Sennin, él escribió otras obras tales como Kappa, La nariz, Cuerpo de mujer, En el bosque y Rashomon. Estas obras tienen un temática principal demostrar la realidad de la sociedad.

21 Un hombre que quería emplearse como sirviente llegó una vez a la ciudad de Osaka. No sé su verdadero nombre, lo conocían por el nombre de sirviente, Gonsuké, pues él era, después de todo, un sirviente para cualquier trabajo. Este hombre -que nosotros llamaremos Gonsuké- fue a una agencia de COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO, y dijo al empleado que estaba fumando su larga pipa de bambú: -Por favor, señor Empleado, yo desearía ser un sennin. ¿Tendría usted la gentileza de buscar una familia que me enseñara el secreto de serlo, mientras trabajo como sirviente? El empleado, atónito, quedó sin habla durante un rato, por el ambicioso pedido de su cliente. -¿No me oyó usted, señor Empleado? -dijo Gonsuké-. Yo deseo ser un sennin. ¿Quisiera usted buscar una familia que me tome de sirviente y me revele el secreto? -Lamentamos desilusionarlo -musitó el empleado, volviendo a fumar su olvidada pipa-, pero ni una sola vez en nuestra larga carrera comercial hemos tenido que buscar un empleo para aspirantes al grado de sennin. Si usted fuera a otra agencia, quizá... Gonsuké se le acercó más, rozándolo con sus presuntuosas rodillas, de pantalón azul, y empezó a argüir de esta manera: Sennin: Una de sus obras más conocidas.

22 Frente a un argumento tan razonable, el empleado no censuró el explosivo enojo: -Puedo asegurarle, señor Forastero, que no hay ningún engaño. Todo es correcto -se apresuró a alegar el empleado-, pero si usted insiste en su extraño pedido, le rogaré que se dé otra vuelta por aquí mañana. Trataremos de conseguir lo que nos pide. Para desentenderse, el empleado hizo esa promesa y logró, momentáneamente por lo menos, que Gonsuké se fuera. No es necesario decir, sin embargo, que no tenía la posibilidad de conseguir una casa donde pudieran enseñar a un sirviente los secretos para ser un sennin. De modo que al deshacerse del visitante, el empleado acudió a la casa de un médico vecino. Le contó la historia del extraño cliente y le preguntó ansiosamente: -Doctor, ¿qué familia cree usted que podría hacer de este muchacho un sennin, con rapidez? Aparentemente, la pregunta desconcertó al doctor. Quedó pensando un rato, con los brazos cruzados sobre el pecho, contemplando vagamente un gran pino del jardín. Fue la mujer del doctor, una mujer muy astuta, conocida como la Vieja Zorra, quien contestó por él al oír la historia del empleado. -Nada más simple. Envíelo aquí. En un par de años lo haremos sennin. -¿Lo hará usted realmente, señora? ¡Sería maravilloso! No sé cómo agradecerle su amable oferta. Pero le confieso que me di cuenta desde el comienzo que algo relaciona a un doctor con un sennin. El empleado, que felizmente ignoraba los designios de la mujer, agradeció una y otra vez, y se alejó con gran júbilo.

23 Nuestro doctor lo siguió con la vista; parecía muy contrariado; luego, volviéndose hacia la mujer, le regañó malhumorado: -Tonta, ¿te has dado cuenta de la tontería que has hecho y dicho? ¿Qué harías si el tipo empezara a quejarse algún día de que no le hemos enseñado ni una pizca de tu bendita promesa después de tantos años? La mujer, lejos de pedirle perdón, se volvió hacia él y graznó: -Estúpido. Mejor no te metas. Un atolondrado tan estúpidamente tonto como tú, apenas podría arañar lo suficiente en este mundo de te comeré o me comerás, para mantener alma y cuerpo unidos. Esta frase hizo callar a su marido. A la mañana siguiente, como había sido acordado, el empleado llevó a su rústico cliente a la casa del doctor. Como había sido criado en el campo, Gonsuké se presentó aquel día ceremoniosamente vestido con haori y hakama, quizá en honor de tan importante ocasión. Gonsuké aparentemente no se diferenciaba en manera alguna del campesino corriente: fue una pequeña sorpresa para el doctor, que esperaba ver algo inusitado en la apariencia del aspirante a sennin. El doctor lo miró con curiosidad, como a un animal exótico traído de la lejana India, y luego dijo: -Me dijeron que usted desea ser un sennin, y yo tengo mucha curiosidad por saber quién le ha metido esa idea en la cabeza.

24 -Bien señor, no es mucho lo que puedo decirle -replicó Gonsuké-. Realmente fue muy simple: cuando vine por primera vez a esta ciudad y miré el gran castillo, pensé de esta manera: que hasta nuestro gran gobernante Taiko, que vive allá, debe morir algún día; que usted puede vivir suntuosamente, pero aun así volverá al polvo como el resto de nosotros. En resumidas cuentas, que toda nuestra vida es un sueño pasajero... justamente lo que sentía en ese instante. -Entonces -prontamente la Vieja Zorra se introdujo en la conversación-, ¿haría usted cualquier cosa con tal de ser un sennin? -Sí, señora, con tal de serlo. -Muy bien. Entonces usted vivirá aquí y trabajará para nosotros durante veinte años a partir de hoy y, al término del plazo, será el feliz poseedor del secreto. -¿Es verdad, señora? Le quedaré muy agradecido. -Pero -añadió ella-, de aquí a veinte años usted no recibirá de nosotros ni un centavo de sueldo. ¿De acuerdo? -Sí, señora. Gracias, señora. Estoy de acuerdo en todo. De esta manera empezaron a transcurrir los veinte años que pasó Gonsuké al servicio del doctor. Gonsuké acarreaba agua del pozo, cortaba la leña, preparaba las comidas y hacía todo el fregado y el barrido. Pero esto no era todo, tenía que seguir al doctor en sus visitas, cargando en sus espaldas el gran botiquín. Ni siquiera por todo este trabajo Gonsuké pidió un solo centavo. En verdad, en todo el Japón, no se hubiera encontrado mejor sirviente por menos sueldo.

25 Pasaron por fin los veinte años y Gonsuké, vestido otra vez ceremoniosamente con su almidonado haori como la primera vez que lo vieron, se presentó ante los dueños de casa. Les expresó su agradecimiento por todas las bondades recibidas durante los pasados veinte años. -Y ahora, señor -prosiguió Gonsuké-. ¿quisieran ustedes enseñarme hoy, como lo prometieron hace veinte años, cómo se llega a ser sennin y alcanzar juventud eterna e inmortalidad? -Y ahora ¿qué hacemos? -suspiró el doctor al oír el pedido. Después de haberlo hecho trabajar durante veinte largos años por nada, ¿cómo podría en nombre de la humanidad decir ahora a su sirviente que nada sabía respecto al secreto de los sennin? El doctor se desentendió diciendo que no era él sino su mujer quien sabía los secretos. -Usted tiene que pedirle a ella que se lo diga -concluyó el doctor y se alejó torpemente. La mujer, sin embargo, suave e imperturbable, dijo: -Muy bien, entonces se lo enseñaré yo, pero tenga en cuenta que usted debe hacer lo que yo le diga, por difícil que le parezca. De otra manera, nunca podría ser un sennin; y además, tendría que trabajar para nosotros otros veinte años, sin paga, de lo contrario, créame, el Dios Todopoderoso lo destruirá en el acto. -Muy bien, señora, haré cualquier cosa por difícil que sea -contestó Gonsuké. Estaba muy contento y esperaba que ella hablara.

26 -Bueno -dijo ella-, entonces trepe a ese pino del jardín. Desconociendo por completo los secretos, sus intenciones habían sido simplemente imponerle cualquier tarea imposible de cumplir para asegurarse sus servicios gratis por otros veinte años. Sin embargo, al oír la orden, Gonsuké empezó a trepar al árbol, sin vacilación. -Más alto -le gritaba ella-, más alto, hasta la cima. De pie en el borde de la baranda, ella erguía el cuello para ver mejor a su sirviente sobre el árbol; vio su haori flotando en lo alto, entre las ramas más altas de ese pino tan alto. -Ahora suelte la mano derecha. Gonsuké se aferró al pino lo más que pudo con la mano izquierda y cautelosamente dejó libre la derecha. -Suelte también la mano izquierda. -Ven, ven, mi buena mujer -dijo al fin su marido atisbando las alturas-. Tú sabes que si el campesino suelta la rama, caerá al suelo. Allá abajo hay una gran piedra y, tan seguro como yo soy doctor, será hombre muerto.

27 -En este momento no quiero ninguno de tus preciosos consejos. Déjame tranquila. ¡He! ¡Hombre! Suelte la mano izquierda. ¿Me oye? En cuanto ella habló, Gonsuké levantó la vacilante mano izquierda. Con las dos manos fuera de la rama ¿cómo podría mantenerse sobre el árbol? Después, cuando el doctor y su mujer retomaron aliento, Gonsuké y su haori se divisaron desprendidos de la rama, y luego... y luego... Pero ¿qué es eso? ¡Gonsuké se detuvo! ¡se detuvo! en medio del aire, en vez de caer como un ladrillo, y allá arriba quedó, en plena luz del mediodía, suspendido como una marioneta. -Les estoy agradecido a los dos, desde lo más profundo de mi corazón. Ustedes me han hecho un sennin -dijo Gonsuké desde lo alto. Se le vio hacerles una respetuosa reverencia y luego comenzó a subir cada vez más alto, dando suaves pasos en el cielo azul, hasta transformarse en un puntito y desaparecer entre las nubes.

28 REALIZADO POR: Nicolás Guadalupe Bruno Alegre Gastón Massola 3º4

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31 Rafael Alberti nació en una familia de origen italiano e irlandés (ya que también una de sus abuelas provenía de IrlandaIrlanda) que se dedicaba al negocio del vino en Cádiz. Cursó la primera enseñanza con las Carmelitas y después ingresó en el colegio de jesuitas San Luis Gonzaga delcolegio de jesuitas San Luis Gonzaga Puerto. La disciplina del colegio chocaba con el carácter del joven, que empezó a obtener malos resultados académicos, siendo expulsado en 1916 por mala conducta. No superó el cuarto año de bachillerato.bachillerato

32 A FEDERICO GARCÍA LORCA Sal tú, bebiendo campos y ciudades, en largo ciervo de agua convertido, hacia el mar de las albas claridades, del martín-pescador mecido nido; que yo saldré a esperarte, amortecido, hecho junco, a las altas soledades, herido por el aire y requerido por tu voz, sola entre las tempestades. Deja que escriba, débil junco frío, mi nombre en esas aguas corredoras, que el viento llama, solitario, río. Disuelto ya en tu nieve el nombre mío, vuélvete a tus montañas trepadoras, ciervo de espuma, rey del monterío. Rafael Alberti, 1924

33 María Eugenia Cantera 1ero2

34 (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid.

35 A don Miguel de Unamuno A don Ramón del Valle Inclán A José María Palacio A Juan Ramón Jiménez A la desierta plaza A la muerte de Rubén Darío A orillas del Duero A un naranjo y a un limonero TODOS SUS POEMAS

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37 Está en la sala familiar, sombría, Está en la sala familiar, sombría, y entre nosotros, el querido hermano y entre nosotros, el querido hermano que en el sueño infantil de un claro día que en el sueño infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano. vimos partir hacia un país lejano. Hoy tiene ya las sienes plateadas, un gris mechón sobre la angosta frente, y la fría inquietud de sus miradas revela un alma casi toda ausente. El Viajero

38 Deshójanse las copas otoñales del parque mustio y viejo. La tarde, tras los húmedos cristales, se pinta, y en el fondo del espejo. El rostro del hermano se ilumina suavemente. ¿Floridos desengaños dorados por la tarde que declina? ¿Ansias de vida nueva en nuevos años? ¿Lamentará la juventud perdida? Lejos quedó -la pobre loba- muerta. ¿La blanca juventud nunca vivida teme, que ha de cantar ante su puerta? ¿Sonríe el sol de oro de la tierra de un sueño no encontrada; y ve su nave hender el mar sonoro, de viento y luz la blanca vela hinchada?

39 Él ha visto las hojas otoñales, amarillas, rodar, las olorosas ramas del eucalipto, los rosales que enseñan otra vez sus blancas rosas Y este dolor que añora o desconfía el temblor de una lágrima reprime, y un resto de viril hipocresía en el semblante pálido se imprime. Serio retrato en la pared clarea todavía. Nosotros divagamos. En la tristeza del hogar golpea el tictac del reloj. Todos callamos. ANTONIO MACHADO

40 Realiza sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza y posteriormente los completa en los institutos San Isidro y Cardenal Cisneros. Realiza varios viajes a París, donde conoce a Rubén Darío y trabaja unos meses para la editorial Garnier.

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42 FEDERICO GARCÍA LORCA Gonzalo Medeiros 1ero1

43 Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898- entre Víznar y Alfacar,Granada, 18 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en muchas otras artes.

44 Adscrito a la llamada Generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió fusilado tras la sublevación militar que dio origen a la Guerra Civil Española.

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47 LA COGIDA Y LA MUERTE (poema por la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejía) A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte a las cinco de la tarde. El viento se llevó los algodones a las cinco de la tarde. Y el óxido sembró cristal y níquel a las cinco de la tarde. Ya luchan la paloma y el leopardo a las cinco de la tarde. Y un muslo con un asta desolada a las cinco de la tarde. Comenzaron los sones de bordón a las cinco de la tarde.

48 Las campanas de arsénico y el humo a las cinco de la tarde. En las esquinas grupos de silencio a las cinco de la tarde. ¡Y el toro solo corazón arriba! a las cinco de la tarde. Cuando el sudor de nieve fue llegando a las cinco de la tarde cuando la plaza se cubrió de yodo a las cinco de la tarde, la muerte puso huevos en la herida a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. A las cinco en Punto de la tarde.

49 Un ataúd con ruedas es la cama a las cinco de la tarde. Huesos y flautas suenan en su oído a las cinco de la tarde. El toro ya mugía por su frente a las cinco de la tarde. El cuarto se irisaba de agonía a las cinco de la tarde. A lo lejos ya viene la gangrena a las cinco de la tarde. Trompa de lirio por las verdes ingles a las cinco de la tarde. Las heridas quemaban como soles a las cinco de la tarde, y el gentío rompía las ventanas a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. ¡Ay, qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

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52 Ryūnosuke Akutagawa nació en Tokio, el 1 de marzo de 1892 y murió el 24 de julio de 1927. Fue un escritor japonés perteneciente a la generación neorrealista. Sus obras, en su mayoría cuentos, demuestran la realidad de la sociedad japonesa, durante la época del Japón Feudal.

53 Debido a la enfermedad de su madre, (al parecer una psicosis) que murió en 1902, fue adoptado por el hermano mayor de ésta, Michiaki Akutagawa. La tía atormentó a Ryūnosuke durante toda su infancia diciéndole que padecía de la misma enfermedad que su madre; esto le traumatizó y le signó como escritor atormentado.

54 Algunos de sus primeros cuentos fueron: - Rōnen (1914) - Hana (La nariz) (1915) - Imogayu (1916) - Jigokuhen (El biombo del infierno) (1916) - Rashōmon (1917) - El tabaco y el diablo (1917) - Kumo no ito (El hilo de la araña) (1917) - Jashūmon - Yabu no Naka (En el bosque)(1922) - Kairaishi (1919) - Nankin no Kirisuto (Cristo en Nankín)(1920)

55 A continuación uno de sus cuentos, llamado “Sennin”. Según la tradición china y japonesa, el Sennin es un ermitaño sagrado que vive en el corazón de una montaña, y que tiene poderes mágicos como el de volar cuando quiere y disfrutar de una extrema longevidad.

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57 El cuento trata sobre un sirviente llamado Gonsuké el cual va a una Agencia de Contrataciones de la ciudad de Osaka, habla con uno de los empleados que le encuentra un trabajo con un Doctor y su esposa (Vieja Zorra), durante veinte años trabajó para ellos, y un día se le concede el sueño por el cual había trabajado tanto.

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59 “Un hombre que quería emplearse como sirviente llegó una vez a la ciudad de Osaka. No sé su verdadero nombre, lo conocían por el nombre de sirviente, pues él era, después de todo, un sirviente para cualquier trabajo. Este hombre -que nosotros llamaremos Gonsuké- fue a una agencia de COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO, y dijo al empleado que estaba fumando su larga pipa de bambú: -Por favor, señor Empleado, yo desearía ser un sennin. ¿Tendría usted la gentileza de buscar una familia que me enseñara el secreto de serlo, mientras trabajo como sirviente?

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61 El empleado, atónito, quedó sin habla durante un rato, por el ambicioso pedido de su cliente. -¿No me oyó usted, señor Empleado? -dijo Gonsuké. -Yo deseo ser un sennin. ¿Quisiera usted buscar una familia que me tome de sirviente y me revele el secreto? -Lamentamos desilusionarlo -musitó el empleado, volviendo a fumar su olvidada pipa-, pero ni una sola vez en nuestra larga carrera comercial hemos tenido que buscar un empleo para aspirantes al grado de sennin. Si usted fuera a otra agencia, quizá...

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63 Gonsuké se le acercó más, rozándolo con sus presuntuosas rodillas, de pantalón azul, y empezó a argüir de esta manera: -Ya, ya, señor, eso no es muy correcto. ¿Acaso no dice el cartel COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO? Puesto que promete cualquier trabajo, usted debe conseguir cualquier trabajo que le pidamos. Usted está mintiendo intencionalmente, si no lo cumple. Frente a un argumento tan razonable, el empleado no censuró el explosivo enojo:

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65 -Puedo asegurarle, señor Forastero, que no hay ningún engaño. Todo es correcto -se apresuró a alegar el empleado-, pero si usted insiste en su extraño pedido, le rogaré que se dé otra vuelta por aquí mañana. Trataremos de conseguir lo que nos pide. Para desentenderse, el empleado hizo esa promesa y logró, momentáneamente por lo menos, que Gonsuké se fuera. No es necesario decir, sin embargo, que no tenía la posibilidad de conseguir una casa donde pudieran enseñar a un sirviente los secretos para ser un sennin. De modo que al deshacerse del visitante, el empleado acudió a la casa de un médico vecino.

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67 Le contó la historia del extraño cliente y le preguntó ansiosamente: -Doctor, ¿qué familia cree usted que podría hacer de este muchacho un sennin, con rapidez? Aparentemente, la pregunta desconcertó al doctor. Quedó pensando un rato, con los brazos cruzados sobre el pecho, contemplando vagamente un gran pino del jardín. Fue la mujer del doctor, una mujer muy astuta, conocida como la Vieja Zorra, quien contestó por él al oír la historia del empleado. -Nada más simple. Envíelo aquí. En un par de años lo haremos sennin.

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69 -¿Lo hará usted realmente, señora? ¡Sería maravilloso! No sé cómo agradecerle su amable oferta. Pero le confieso que me di cuenta desde el comienzo que algo relaciona a un doctor con un sennin. El empleado, que felizmente ignoraba los designios de la mujer, agradeció una y otra vez, y se alejó con gran júbilo. Nuestro doctor lo siguió con la vista; parecía muy contrariado; luego, volviéndose hacia la mujer, le regañó malhumorado:

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71 -Tonta, ¿te has dado cuenta de la tontería que has hecho y dicho? ¿Qué harías si el tipo empezara a quejarse algún día de que no le hemos enseñado ni una pizca de tu bendita promesa después de tantos años? La mujer, lejos de pedirle perdón, se volvió hacia él y graznó: -Estúpido. Mejor no te metas. Un atolondrado tan estúpidamente tonto como tú, apenas podría arañar lo suficiente en este mundo de te comeré o me comerás, para mantener alma y cuerpo unidos. Esta frase hizo callar a su marido.

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73 A la mañana siguiente, como había sido acordado, el empleado llevó a su rústico cliente a la casa del doctor. Como había sido criado en el campo, Gonsuké se presentó aquel día ceremoniosamente vestido con haori y hakama, quizá en honor de tan importante ocasión. Gonsuké aparentemente no se diferenciaba en manera alguna del campesino corriente: fue una pequeña sorpresa para el doctor, que esperaba ver algo inusitado en la apariencia del aspirante a sennin. El doctor lo miró con curiosidad, como a un animal exótico traído de la lejana India, y luego dijo:

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75 -Me dijeron que usted desea ser un sennin, y yo tengo mucha curiosidad por saber quién le ha metido esa idea en la cabeza. -Bien señor, no es mucho lo que puedo decirle - replicó Gonsuké-. Realmente fue muy simple: cuando vine por primera vez a esta ciudad y miré el gran castillo, pensé de esta manera: que hasta nuestro gran gobernante Taiko, que vive allá, debe morir algún día; que usted puede vivir suntuosamente, pero aun así volverá al polvo como el resto de nosotros. En resumidas cuentas, que toda nuestra vida es un sueño pasajero... justamente lo que sentía en ese instante.

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77 -Entonces -prontamente la Vieja Zorra se introdujo en la conversación-, ¿haría usted cualquier cosa con tal de ser un sennin? -Sí, señora, con tal de serlo. -Muy bien. Entonces usted vivirá aquí y trabajará para nosotros durante veinte años a partir de hoy y, al término del plazo, será el feliz poseedor del secreto. -¿En verdad, señora? Le quedaré muy agradecido. -Pero -añadió ella-, de aquí a veinte años usted no recibirá de nosotros ni un centavo de sueldo. ¿De acuerdo? -Sí, señora. Gracias, señora. Estoy de acuerdo en todo.

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79 De esta manera empezaron a transcurrir los veinte años que pasó Gonsuké al servicio del doctor. Gonsuké acarreaba agua del pozo, cortaba la leña, preparaba las comidas y hacía todo el fregado y el barrido. Pero esto no era todo, tenía que seguir al doctor en sus visitas, cargando en sus espaldas el gran botiquín. Ni siquiera por todo este trabajo Gonsuké pidió un solo centavo. En verdad, en todo el Japón, no se hubiera encontrado mejor sirviente por menos sueldo. Pasaron por fin los veinte años y Gonsuké, vestido otra vez ceremoniosamente con su almidonado haori como la primera vez que lo vieron, se presentó ante los dueños de casa.

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81 Les expresó su agradecimiento por todas las bondades recibidas durante los pasados veinte años. -Y ahora, señor -prosiguió Gonsuké-. ¿quisieran ustedes enseñarme hoy, como lo prometieron hace veinte años, cómo se llega a ser sennin y alcanzar juventud eterna e inmortalidad? -Y ahora ¿qué hacemos? -suspiró el doctor al oír el pedido. Después de haberlo hecho trabajar durante veinte largos años por nada, ¿cómo podría en nombre de la humanidad decir ahora a su sirviente que nada sabía respecto al secreto de los sennin? El doctor se desentendió diciendo que no era él sino su mujer quien sabía los secretos.

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83 -Usted tiene que pedirle a ella que se lo diga -concluyó el doctor y se alejó torpemente. La mujer, sin embargo, suave e imperturbable, dijo: -Muy bien, entonces se lo enseñaré yo, pero tenga en cuenta que usted debe hacer lo que yo le diga, por difícil que le parezca. De otra manera, nunca podría ser un sennin; y además, tendría que trabajar para nosotros otros veinte años, sin paga, de lo contrario, créame, el Dios Todopoderoso lo destruirá en el acto. -Muy bien, señora, haré cualquier cosa por difícil que sea -contestó Gonsuké. Estaba muy contento y esperaba que ella hablara.

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85 -Bueno -dijo ella-, entonces trepe a ese pino del jardín. Desconociendo por completo los secretos, sus intenciones habían sido simplemente imponerle cualquier tarea imposible de cumplir para asegurarse sus servicios gratis por otros veinte años. Sin embargo, al oír la orden, Gonsuké empezó a trepar al árbol, sin vacilación. -Más alto -le gritaba ella-, más alto, hasta la cima. De pie en el borde de la baranda, ella erguía el cuello para ver mejor a su sirviente sobre el árbol; vio su haori flotando en lo alto, entre las ramas más altas de ese pino tan alto.

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87 -Ahora suelte la mano derecha. Gonsuké se aferró al pino lo más que pudo con la mano izquierda y cautelosamente dejó libre la derecha. -Suelte también la mano izquierda. -Ven, ven, mi buena mujer -dijo al fin su marido atisbando las alturas-. Tú sabes que si el campesino suelta la rama, caerá al suelo. Allá abajo hay una gran piedra y, tan seguro como yo soy doctor, será hombre muerto. -En este momento no quiero ninguno de tus preciosos consejos. Déjame tranquila. ¡He! ¡Hombre! Suelte la mano izquierda. ¿Me oye?

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89 En cuanto ella habló, Gonsuké levantó la vacilante mano izquierda. Con las dos manos fuera de la rama ¿cómo podría mantenerse sobre el árbol? Después, cuando el doctor y su mujer retomaron aliento, Gonsuké y su haori se divisaron desprendidos de la rama, y luego... y luego... Pero ¿qué es eso? ¡Gonsuké se detuvo! ¡se detuvo! en medio del aire, en vez de caer como un ladrillo, y allá arriba quedó, en plena luz del mediodía, suspendido como una marioneta. -Les estoy agradecido a los dos, desde lo más profundo de mi corazón. Ustedes me han hecho un sennin -dijo Gonsuké desde lo alto.

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91 Se le vio hacerles una respetuosa reverencia y luego comenzó a subir cada vez más alto, dando suaves pasos en el cielo azul, hasta transformarse en un puntito y desaparecer entre las nubes.

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