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La Iglesia es “una” Confesamos en el Credo, que la Iglesia es una, Santa, Católica y Apostólica. (LG,8). La Iglesia es una, pues el principio de la unidad de la Iglesia es la unidad de un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la Trinidad de personas.
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La Iglesia es “una” porque el principio de la unidad es:
La Santísima Trinidad. El Espíritu Santo, como el alma de la Iglesia, que une a los fieles en un solo cuerpo. El Hijo encarnado, que reconcilió con Dios a todos los hombres.
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La unidad de la Iglesia tiene su seguro fundamento:
En la misma Fe recibida de los Apóstoles, en el Culto Divino, sobre todo de los Sacramentos, en la sucesión directa de los Apóstoles, actualizada por el Sacramento del Orden. La Iglesia, fundada por Cristo, es entregada en su gobierno a Pedro y a los Apóstoles, y transmitida a sus legítimos sucesores.
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Las heridas en la Unidad de la Iglesia.
En esta sola y única Iglesia, aparecieron desde el principio escisiones y rupturas, que lesionaron y lesionan hoy en día, la Unidad de la Iglesia (las herejías, la apostasía, el cisma…).
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Cristo en su vida mortal oró por esto mismo:
La Iglesia debe trabajar y orar permanentemente para que se fortalezca la Unidad de la Iglesia. Cristo en su vida mortal oró por esto mismo: “Qué todos sean uno Cómo tú, Padre, en mí y yo en ti; que ellos sean también uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado”. Jn 17, 21
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La Unidad Universal de la Iglesia nos exige y nos pide siempre:
El fraterno y recíproco conocimiento de otras Iglesias. La conversión del corazón. La oración en común. La renovación interna de la Iglesia. Y el diálogo del Papa y los Obispos con los cristianos de las diferentes Iglesias y comunidades. La colaboración en los diferentes servicios de caridad.
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