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La única respuesta adecuada a la llegada del Reino es el amor. El modo de ser y de actuar de Dios ha de ser el programa para todos. Un Dios compasivo.

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Presentación del tema: "La única respuesta adecuada a la llegada del Reino es el amor. El modo de ser y de actuar de Dios ha de ser el programa para todos. Un Dios compasivo."— Transcripción de la presentación:

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2 La única respuesta adecuada a la llegada del Reino es el amor. El modo de ser y de actuar de Dios ha de ser el programa para todos. Un Dios compasivo está pidiendo a sus hijos e hijas una vida inspirada por la compasión. Construir la vida tal como la quiere Dios sólo es posible si se hace del amor un imperativo absoluto. José Antonio Pagola. “Jesús: aproximación histórica” Texto: Mateo 20, 1-16 // 25 Tiempo Ordinario –A- Comentarios y presentación: Asun Gutiérrez. Música: Amor, algo maravilloso.

3 1 Por eso, con el reino de los cielos sucede lo que con el dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. 2 Después de contratar a los obreros por un denario al día, los envió a su viña. Parábola exclusiva de Mateo. Muestra la situación de su comunidad, donde los judíos, que se consideraban con todos los derechos y “titulares” de la promesa, se preguntaban si debían aceptar a las personas gentiles que se iban incorporando a la comunidad. Como todas las parábolas, cuestiona, incomoda y sorprende.

4 3 Salió a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, 4 y les dijo: «Id también vosotros a la viña, y os daré lo que sea justo». 5 Ellos fueron. Salió de nuevo a mediodía y a primera hora de la tarde e hizo lo mismo. 6 Salió por fin a media tarde, encontró a otros que estaban sin trabajo y les dijo: «¿Por qué estáis aquí todo el día sin hacer nada?». 7 Le contestaron: «Porque nadie nos ha contratado». Él les dijo: «Id también vosotros a la viña». El único dueño de la viña tiene trabajo para tod@s y a todas horas. En la viña hay cabida y tarea para tod@s, sin ningún tipo de privilegios, diferencias ni excepción. La viña -comunidad de Jesús- en la que sólo pueden trabajar unas pocas personas, en la que exista cualquier tipo de discriminación, tiene poco que ver con la viña que Jesús quiere y presenta en la parábola.

5 8 Al atardecer, el dueño de la viña dijo a su administrador: «Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros». 9 Vinieron los de media tarde y cobraron un denario cada uno. Cada persona tiene su hora, su día, su edad..., de ver y aceptar su encuentro con Jesús. El dueño de la viña no paga por trabajo realizado, ni por horas, ni por trabajar a destajo, sino por la disponibilidad, por la actitud, la apertura y acogida a su invitación.

6 10 Cuando llegaron los primeros, pensaban que cobrarían más; pero también ellos cobraron un denario cada uno. 11 Al recibirlo, se quejaban del dueño, 12 diciendo: «Estos últimos han trabajado sólo un rato y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor». Las únicas personas que protestan son las que saben desde el principio lo que van a ganar. No se quejan de haber padecido una injusticia -recibieron el denario acordado-, se quejan de lo que reciben l@s demás. Sienten envidia de que tod@s sean tratad@s igual que ellos. No soportan la falta de distinción. Lo que les molesta no es recibir una paga insuficiente sino el comprobar que el Señor es bueno con tod@s. Es la actitud de las personas que se creen justas, con méritos y derechos ante Dios y se relacionan con Él en términos mercantilistas, intentando comprar SU salvación.

7 13 Pero él respondió a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un denario? 14 Toma lo tuyo y vete. Si yo quiero dar a este último lo mismo que a ti, 15 ¿no puedo hacer lo que quiera con lo mío? La parábola va al corazón del mensaje de Jesús: el amor libre y gratuito del Padre y la forma de actuar de las personas que se creen justas ante Él. El texto no trata de dar una lección de justicia social en las relaciones laborales, sino de presentarnos, una vez más, el retrato de un Dios que es bondad y misericordia. Sobresale el valor de la justicia –se paga el salario acordado- y el de la generosidad –se da más de lo esperado-. ¿Están presentes esos valores en mi vida y en mi relación con l@s demás? No es una invitación a "llegar tarde" o a trabajar menos, sino a evitar la tentación de proyectar sobre Dios nuestros cálculos y nuestras medidas. Los caminos y los planes de Dios son distintos de los nuestros y siempre sorprendentes (Primera lectura).

8 ¿O es que tienes envidia porque yo soy bueno?» La bondad de Dios desborda la justicia. Dios es bondad, pura gratuidad, pura gracia más allá de todo interés, de toda ley. No actúa según nuestros méritos, ni nuestra lógica, sino según su bondad. Jesús, y el ejemplo que nos da con su propia vida, nos enseña e invita a vivir con un corazón generoso y bondadoso en nuestra relación con l@s demás. ¿Tiendo a poner barreras a la generosidad y bondad de Dios? ¿Agradezco la bondad de Dios y la contagio? ¿Soy propens@ a los celos y a la envidia? ¿Pienso que merezco más premio y recompensa que l@s demás? ¿Alabo y valoro las acciones y cualidades de las personas? Contra todas las apariencias, sólo la bondad y la gratuidad pueden mover al mundo.

9 16 Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos. “Los últimos y los primeros” nos puede dar una pista de la diferencia entre nuestras maneras de juzgar y valorar y la manera de juzgar y valorar de Dios. Es el cambio radical de situación que trae consigo la llegada del Reino, que propone un nuevo modelo y sistema de relación y convivencia humana, basado, no en el rendimiento y la correspondiente compensación, sino en la gratuidad, la bondad y el amor. ¿Quiénes son l@s últim@s en nuestra sociedad, en nuestro entorno, en la Iglesia? ¿Qué hago para que sean l@s primer@s?

10 Saliste, Señor, en la madrugada de la historia a buscar obreros para tu viña. Y dejaste la plaza vacía –sin paro-, ofreciendo a todos trabajo y vida -salario, dignidad y justicia- Saliste a media mañana, saliste a mediodía y a primera hora de la tarde volviste a recorrerla entera. Saliste, por fin, cuando el sol declinaba, y a los que nadie había contratado te los llevaste a tu viña, porque se te revolvieron las entrañas viendo tanto trabajo en tu hacienda, viendo a tantos parados que querían trabajo -salario, dignidad y justicia- y estaban condenados todo el día a no hacer nada. Al anochecer cumpliste tu palabra. A todos diste salario digno y justo, según el corazón y las necesidades te dictaban. Quienes menos se lo esperaban fueron los primeros en ver sus manos llenas; y aunque algunos murmuraron, no cambiaste tu política evangélica. Señor, sé, como siempre, justo y generoso, compasivo y rico en misericordia, enemigo de prejuicios y clases, y espléndido en tus dones. Gracias por darme trabajo y vida, dignidad y justicia a tu manera... no a la mía. Ulibarri Fl. Ulibarri Fl.


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