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JESÚS Y LOS “DESECHADOS” SOCIALES

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Presentación del tema: "JESÚS Y LOS “DESECHADOS” SOCIALES"— Transcripción de la presentación:

1 JESÚS Y LOS “DESECHADOS” SOCIALES
Lección 7 JESÚS Y LOS “DESECHADOS” SOCIALES

2 PARA MEMORIZAR: “Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Juan 4:28, 29). LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 21:28-32; Juan 8:1-11; Marcos 5:1-20; Juan 4:5-32; Mateo 9:9-13.

3 UNA MUJER JOVEN –proveniente de un trasfondo increíblemente triste y horrible (que incluía dos hijos fuera del matrimonio para cuando tenía quince años)– estaba en la cárcel, esperando el juicio por haber asesinado a una trabajadora social que había ido para quitarle a su bebé, la única persona por quien había alguna vez sentido amor.

4 Sin madre, padre, esposo, parientes o aun un amigo, ella afrontaba sola un futuro prohibitivo. Mediante las visitas de un pastor, sin embargo, esta jovencita desesperada aprendió que –a pesar de todos sus errores, de lo desesperante de su situación y de lo que asomaba en su horizonte– Cristo la amaba y la perdonaba. No importaba de qué manera la sociedad considerara a esta jovencita, ella conocía, por sí misma, el eterno amor de Dios. Esta desechada social descubrió significado y propósito en su Señor, cuyo amor y aceptación trascendían todas las normas y costumbres sociales, incluso las “buenas”.

5 1. LOS QUE VIVEN ABAJO Las sociedades establecen jerarquías. Las personas ricas y bien educadas por lo general adquieren las posiciones más altas. Los buenos ciudadanos morales, la gente “ordinaria”, normalmente ocupan los peldaños centrales de la escalera social. Esto deja abajo a personas tales como las prostitutas, los que abusan de drogas, los criminales, los “sin techo” y otros. Durante el tiempo de Cristo, esta lista incluía a los leprosos y a los cobradores de impuestos, o publicanos.

6 ¿Qué sucedió para que los desechados sociales fueran
Lee Mateo 21:28 al 32 y Lucas 15:1 al 10. ¿Qué enseñan estos pasajes con respecto a la actitud de Cristo hacia los desechados sociales? ¿Qué sucedió para que los desechados sociales fueran delante de los que tenían justicia propia? ¿Qué descubrieron los que vivían en la base de la estructura social que la élite, a menudo, pasó por alto? ¿Por qué Jesús aparentemente era más efectivo en alcanzar a los del estrato social más bajo que a los del más alto?

7 Aunque endurecidos por los place-
res pecaminosos, y a veces ence- rrados en exteriores duros de cons- trucción propia, los desechados sociales eran más fáciles de alcan- zar que la élite orgullosa, engreída y llena de justicia propia. A menudo, debajo del alarde de los despreciados yace un vacío emo- cional caracterizado por una baja estima propia. Con frecuencia, en especial durante la adolescencia, tales personas son abiertamente rebeldes, procurando con frenesí establecer una identidad propia para compensar las inseguridades que sienten por dentro. Esa identi- dad es establecida, a propósito, en oposición a los deseos de quien- quiera que sirve como figura de autoridad (generalmente los pa- dres) para esa persona.

8 Jesús no desper- dició esfuerzos dañando su ya debilitado sen- tido de estima propia. En cam- bio, creó un re- novado sentido de valor personal. Estableció ese fundamento amando y aceptando en forma consecuente a los desechados, cuyos corazones, a menudo, se derretían por la recepción cálida y amante que habían recibido de Cristo.

9 REFLEXIÓN ¿Cuál es tu actitud hacia las personas a las que tu sociedad considera que son desechados sociales? Sé honesto: en muchos casos, ¿no tienes cierto sentido de superioridad? Si es así, medita en las implicaciones de aquellos sentimientos.

10 2. “EN EL ACTO MISMO” Lee Juan 8:1 al 11. ¿Qué nos enseña este texto acerca de Jesús y los desechados sociales? Después de su retiro en el Monte de los Olivos, Jesús regresó al Templo. Allí lo rodeó una multitud. Mientras Cristo enseñaba, los ariseos arrastraron a una mujer adúltera ante él. Preguntaron a Jesús con respecto a la legislación mosaica acerca del adulterio, que establece la ejecución. Jesús reconoció que el propósito de ellos era entramparlo, no buscar la verdad. La pena capital (pena de muerte) había sido retirada de las cortes judías. Pero, ellos razonaban que, si él rechazaba que se apedreara a la mujer, quedaría comprometido frente a sus seguidores judíos. Inversamente, si él apoyaba la ejecución, podían acusarlo de violar la autoridad romana.

11 Atrapada en medio de la intriga de los líderes estaba esta mujer culpable e indefensa. Al no estar familiarizada con el ministerio de Jesús, ella no cono-cía su naturaleza llena de misericordia. Irónicamente, él parece declarar su sentencia de muerte; sin embargo, antes de su declaración, pronunció estas palabras inolvidables: “El que de vosotros esté sin pecado...”

12 Esas palabras nivelaron la situación
Esas palabras nivelaron la situación. Personas sin pecado podrían haber ejecutado el castigo sin misericordia. No obstante, los pecadores estaban obligados a ser misericordiosos. Pero, con la excepción de Jesús, no había presente ninguna persona sin pecado. Gradualmente, los dirigentes religiosos se dispersaron, y esta mujer desechada socialmente y culpable recibió gracia.

13 “En su acto de perdonar a esta mujer y estimularla a vivir una vida mejor, el carácter de Jesús resplandece con la belleza de la justicia perfecta. Aunque no toleró el pecado ni redujo el sentido de la culpabilidad, no trató de condenar sino de salvar. El mundo tenía para esta mujer pecadora solamente desprecio y escarnio; pero Jesús le dirigió palabras de consuelo y esperanza” (DTG 427).

14 Aunque Elena de White no da más detalles de la intriga con respecto a esta mujer, sin ninguna duda era una adúltera, hallada “en el acto mismo”. La estratagema de los líderes no cambia el hecho. Y no obstante, ella igual fue perdonada. ¿Cómo apren-demos a mostrar gracia a los culpables sin “atenuar” el pecado?

15 3. EL MÁS BAJO DE LOS BAJOS Lee Marcos 5:1 al 20. Compara la situación de este hombre con el aprieto de las personas sin casa en la actualidad. Compara su descripción con la de pacientes mentalmente enfermos. ¿Qué semejanzas y qué diferencias existen? ¿Cómo trata la sociedad moderna a las personas que sufren enfermedades mentales? ¿Qué explica la exhortación de Cristo en cuanto a que publicara el evento, aunque consistentemente aconsejó a otros mantener el secreto?

16 Desde la perspectiva actual de muchos, es difícil imaginarse a alguien en un estado tan lamentable, y viviendo en un cementerio. Aunque algunos aleguen que este hombre meramente era un insano, el texto enseña otra cosa. (Además, ¿cómo encaja esa idea con lo que les pasó a los cerdos?) Un punto vital para nosotros, en esta historia, es que ninguno, sin importar cuán trastornado esté y cuál sea la razón (posesión demoníaca, enfermedad mental, uso de drogas, etc.), ha de ser ignorado. En algunos casos, es necesaria una ayuda profesional, que se debería dar cuando fuese posible.

17 Como cristianos debemos
recordar que Cristo murió por cada uno; y aun aque- llos que podemos consi- derar más allá de nuestra posibilidad de ayuda me- recen tanta misericordia, respeto y bondad como sea posible. Además, ¿quiénes somos nosotros para juzgar que alguno es un caso sin esperanzas, más allá del poder de Dios? Desde nuestra perspectiva, las cosas pueden verse malas; pero, desde la perspectiva de Dios, cada ser humano es de valor infinito. Si no fuera por la cruz, ninguno de nuestros casos tendría esperanza, algo digno de recordar al confrontar a personas perturbadas y dañadas.

18 REFLEXIÓN Medita en algunas personas que conoces que están en muy mala condición, ya sea mental, espiritual o física, o por cualquier otra razón. Trata de considerarlas de la manera en que crees que nuestro Dios, incondicional-mente amante, las considera. Además de orar por ellas, ¿qué puedes hacer, de alguna manera, para ministrar a sus necesidades y mostrarles algo del amor de Dios?

19 4. LA MUJER JUNTO AL POZO Estudia Juan 4:5 al 32, y luego responde las preguntas siguientes. ¿Qué convenciones sociales quebró Jesús y por qué? ¿Qué debe decirnos esto acerca de “las convenciones socia-les” y la manera en que debemos considerarlas cuando interfieren con la testificación? ¿Cuáles podrían estorbar tu testimonio a otros? 2. ¿De qué manera confrontó Jesús a la mujer con la vida pecaminosa de ella? ¿Qué lecciones podemos obtener de su enfoque?

20 3. ¿Qué revela esta historia acerca de los prejuicios de los discípulos de Jesús? Y tenemos que preguntar-nos: ¿de qué modo nosotros somos culpables de lo mismo? 4. Aunque obviamente impresionada al notar que Jesús sabía de sus diversos intentos amorosos fracasados, ¿qué dijo la mujer en su testimonio que mostró que todavía tenía preguntas acerca de quién era Jesús? ¿Qué lecciones podemos obtener de esto sobre nuestra propia necesidad de paciencia cuando tratamos de hacer discípulos?

21 5. PUBLICANOS Y PECADORES
Es difícil imaginar cómo habría sido nuestro mundo si el pecado no hubiera entrado. La belleza de la naturaleza, aun después de milenios, todavía testifica de la majestad, el poder y la bondad de Dios. Nuestras mentes oscurecidas apenas pueden captar cómo habrían sido las relaciones humanas si el mundo no hubiese caído. Pero, podemos estar seguros de que no existirían las distinciones de clase, los prejuicios, y las fronteras culturales y étnicas que nos impactan.

22 Es triste decir que es muy difícil que, antes del regreso de Cristo, estos límites desaparezcan. Por el contrario, a medida que el mundo empeora, no hay dudas de que estas barreras también empeorarán. Sin embargo, como cristianos, debemos hacer todo lo posible para ir más allá de estas barreras que causan tanto dolor en nuestro mundo, especialmente en quienes la sociedad rechaza como las personas más degradadas.

23 Lee Mateo 9:9 al 13. ¿Cómo se revela aquí la esencia del verdadero cristianismo, no solo por lo que dijo Jesús sino tam-bién por lo que hizo? Concéntrate en sus pala-bras, tomadas del Antiguo Testamento: “Misericordia quiero, y no sacrificio” (Ose. 6:6). Dado el contex-to, ¿por qué debemos ser muy cuidadosos para no llegar a ser culpables de la misma actitud que Jesús condenó aquí, ya que todos somos, hasta cierto punto, criaturas de nuestras sociedades específicas, influenciadas por sus prejuicios y barreras sociales?

24 “Los fariseos veían cómo
Cristo participaba en comidas con publicanos y pecadores. Él era tranquilo y tenía dominio propio; era bondadoso, cortés y amigable; y a pesar de que no podían menos que admirar el cuadro que se presentaba, tan diferente de su propio proceder, no podían soportar el espectáculo. Los altivos fariseos se ensalzaban a sí mismos y menospreciaban a los que no habían sido favorecidos con los privilegios y la luz que ellos habían recibido. Aborrecían y despreciaban a los publicanos y a los pecadores. Sin embargo, delante de Dios, su culpa era mayor. La luz del Cielo brillaba en su senda diciéndoles: ‘Este es el camino, andad por él’. Pero habían menospreciado la dádiva de Dios”. “Comentarios de Elena G. de White” (CBA 5:1.063).

25 PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “Junto al pozo de Jacob”, “Calla, enmudece” y “Entre trampas”, El Deseado de todas las gentes, pp ; ; Lee también “Ayuda para los tentados”, “La obra en pro de los intemperantes” y “Ayuda a los sin trabajo ni hogar”, El ministerio de curación, pp ; ;

26 “La única clase de gente a la que
él nunca quiso favorecer fue la de los engreídos en su amor propio y que menospreciaban a los demás. [...] “Hay que inducir a los caídos a que sientan que no es demasiado tarde para ser hombres. Cristo honró al hombre con su confianza, y así le confirió honor. Aun a quie- nes habían caído más bajo los tra- taba con respeto. Era un dolor continuo para Cristo arrostrar la enemistad, la depravación y la impureza; pero nunca dijo nada que denotase que su sensibilidad había sido herida u ofendido su gusto refinado. Cualesquiera que fueran los hábitos malignos, los fuertes prejuicios o las pasiones despóticas de los seres humanos, siempre les hacía frente con ternura compasiva. Al participar de su Espíritu, consideraremos a todos los hombres como hermanos, con las mismas tentaciones y pruebas que nosotros, que caen a menudo y se esfuerzan por levantarse, que luchan con desalientos y dificultades, y que anhelan simpatía y ayuda. Entonces los trataremos de tal manera que no los desalentaremos ni los rechazaremos, sino que despertaremos esperanza en sus corazones” (MC 122, 123).

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