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Via Lucis Para contemplar con Jesús los gozos de su Resurrección.

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Presentación del tema: "Via Lucis Para contemplar con Jesús los gozos de su Resurrección."— Transcripción de la presentación:

1 Via Lucis Para contemplar con Jesús los gozos de su Resurrección

2 I La Tumba vacía Al llegar la mañana del domingo, algunas mujeres, con María la de Magdala a la cabeza, se dirigen al sepulcro, pero lo encuentran vacío. En lugar de alegrarse se entristecieron aún más, pues no podían imaginar que lo predicho por Jesús se había cumplido. Pensaron, más bien, que alguien había robado el cuerpo de su Maestro. Los regalos de Dios nos sorprenden y, a veces, ni caso les hacemos.

3 II Jesús resucita gloriosamente
La realidad fue bien distinta a la imaginada por las mujeres. ¡Jesús resucitó! Y resucitó como lo había anunciado. Con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección abrió para nosotros la entrada del Reino. Si El no hubiera resucitado, dice san Pablo, vanas serían nuestra fe y nuestra esperanza. Pero El resucitó, triunfante, para darnos Vida Eterna.

4 III La aparición a María Magdalena
María, la pecadora, mereció una aparición especial del Señor. De ella, quizás, fue que dijo Jesús que porque amaba mucho se le perdonaban sus muchos pecados. Y ahora, aquella mujer recibe el privilegio de ser la primera en ver a Jesús, con lo que se demuestra, una vez más, que donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Este es el prodigio del amor de Dios: que nos ama a pesar de nuestros pecados.

5 IV Los discípulos de Emaús
Aquellos dos discípulos regresaban tristes a la aldea donde posiblemente vivían. Su fe se había derrumbado. Antes creían en el triunfo de su Maestro, pero lo vieron escarnecido y clavado en una cruz. No habían entendido las Escrituras, como les explica Jesús después de juntarse con ellos. Al igual que nosotros, que tampoco comprendemos que para llegar a la luz hay que pasar por la oscuridad, y para llegar al triunfo por el sufrimiento y la muerte.

6 V Jesús se aparece a sus apóstoles
Así, sin esperarlo, recibieron los apóstoles la visita de su Maestro. No lo podían creer. Sólo unas horas antes lo habían visto morir en forma ignominiosa. Y ahora estaba allí, vivo, entre ellos, con el mismo amor y la misma confianza. Sus corazones se llenaron de alegría. Sus almas fueron presas de un gozo indescriptible. Ahora sí sabían que su Maestro era el Mesías Salvador.

7 VI Jesús y Tomás, el incrédulo
No todos creyeron, sin embargo, ya que Tomás no se encontraba cuando la primera visita de Jesús, y porfiaba que sólo creería si lo veía con sus propios ojos, y podía tocarlo con sus manos. Y he aquí que se aparece Jesús de nuevo, e invita al apóstol incrédulo a acercarse y tocarlo. Allí el pobre Tomás se derrumbó. Sólo atinó a decir: “Señor mío y Dios mío”.

8 VII Jesús y los apóstoles junto al lago Días después de las primeras
apariciones, Jesús se deja ver de sus apóstoles junto al lago de Genesaret. Allí camina sobre las aguas, haciéndoles pensar que era un fantasma, y luego los invita a comer con ellos pan y pescado. Su presencia los reconforta, pues eran días en los que el gozo de los discípulos se confundía con la tristeza de saber que su Maestro tenía que partir.

9 VIII Jesús promete el don del Espíritu Los días posteriores a la
Resurrección fueron una preparación para la venida del Espíritu. Este será el tema principal de las conversaciones de Jesús con los suyos. El les promete que no los dejará solos. Cuando se vaya vendrá Quien los ayudará, los iluminará, les dará a entender todo y los llenará de fuerza para que puedan ser sus testigos hasta en los confines del mundo.

10 IX Jesús da el poder de perdonar
Jesús vino a perdonarnos. Muchas veces, en su vida pública, habló de la misericordia del Padre. Para que todos pudiéramos disfrutar del perdón divino, Jesús dejó a su Iglesia el poder de perdonar en nombre de la Santísima Trinidad. Los apóstoles transmitieron este poder a sus sucesores. Y hoy la Iglesia sigue administrando el perdón a todo el que se arrepiente.

11 X Jesús envía a sus apóstoles a predicar
La meta es el mundo. Hay que llegar hasta sus últimos confines. Todos deben enterarse de la Buena Noticia. Y esa misión la tenemos todos en la Iglesia. Nuestra tarea es anunciar al mundo que Dios nos ama y que Cristo nos ha salvado. De nosotros depende la salvación de muchos hermanos. No los defraudemos, ni le fallemos a Cristo, que nos ha confiado continuar su obra.

12 XI Jesús sube al cielo junto al Padre La tarea de Jesús ha quedado
cumplida Ahora tiene que irse junto al Padre. Pero, entretanto, no nos deja solos. Nos envía el Espíritu Santo, que es el encargado de inspirarnos, ayudarnos, consolarnos, fortalecernos. También Jesús se hace presente en la Eucaristía, y donde dos o más estén reunidos en su nombre. ¡No tenemos excusas!

13 XII La Venida del Espíritu Santo El Espíritu Santo vino sobre María
y los apóstoles reunidos en Pentecostés. Pero ahora sigue derramando sus dones, especialemnte por medio de los Sacramentos, dándonos la fuerza para que seamos en el mundo los testigos de Jesús. Con nuestro ejemplo y nuestra palabra tenemos que evangelizar, decir a todos lo Importante que es Dios en nuestras vidas, si queremos ser verdaderamente felices.

14 XIII Los apóstoles comienzan a predicar
Con toda alegría los apóstoles salieron a predicar. Se encontraron con muchos obstáculos, persecuciones, incluso el martirio. Pero su obra, bendecida por el Espíritu Santo, fue creciendo, y el Evangelio se fue conociendo en muchas partes. La sangre de los mártires regó la semilla, y la labor de los misioneros se tornó fecunda. Esta obra sólo terminará con el final de los tiempos.

15 XIV. La Iglesia prolonga a Cristo
La Iglesia nació del costado abierto de Cristo por la fuerza del Espíritu Santo. Así como en el Antiguo Testamento Dios se escogió un Pueblo que preparara la salvación, con Cristo todos los pueblos de la tierra han sido invitados a formar el Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia. En ella cabemos todos. Jesús abre sus brazos para acogernos sin distinción de clase alguna. Lo único que necesitamos es abrir nuestros corazones al amor y a la acción del Espíritu. Y los frutos que recogeremos serán justicia, paz, alegría, bondad, hermandad y, sobre todo, al final, felicidad eterna en la Casa del Padre.


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