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Curso de preparación para la Primera Comunión Instituto de Formación Teológica en Internet www.oracionesydevociones.info Vigésimo octavo envío.

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1 Curso de preparación para la Primera Comunión Instituto de Formación Teológica en Internet Vigésimo octavo envío I. Historia Sagrada: Parábolas o comparancias II II. Verdades del Compendio: nn.296 a 312 Esta presentación fue preparada por Violeta Brenes y el P. Juan María G.

2 Parábolas o comparancias II

3 Parábola del sembrador o comparancia de
la cosecha despareja

4 Salió un chacarrero a sembrar cereal. Desparramó la semi- lla generosamente, sin mezquinar nada.

5 Algunos granos cayeron en la huella, vi-
nieron los pájaros y se los comieron.

6 Otros cayeron en medio de unas toscas y bro- taron pero, como no podían echar raíces, las plantitas se secaron pronto.

7 Algunas cayeron entre abrojos y abrepuño; en cuanto soltaron hoja, los yuyos espinosos ahogaron lo sembrado.

8 Y, finalmente, hubo gra- nos que cayeron en bue- na tierra y dieron mu – chas espigas Permitiendo una cose- cha con rindes diferen- tes: ciertas semillas rindieron 30 por 1, o- tras 60 y otras 100.

9 Fue ésta una de las parábolas que los após-
toles no entendieron. Lo llevaron aparte y le pidieron que se las explicara. Jesús les aclaró:

10 -La semilla es la palabra de
Dios, que siembro a manos llenas. La que cae en el camino es aquélla que reciben hom- bres indiferentes, viene el diablo y la olvidan de inme- diato. La que cae entre la tosca se refiere a gente que la recibe bien dispuesta, pero que, frívola e inconstante, deja de lado mis enseñanzas.

11 La que cae en medio de los abrojos simbo-
liza a otros que también la oyen con gusto y empiezan a poner la en práctica pero, después, se dejan encandilar por la ambi- ción de poder, el trajín de los negocios, la especulación financiera y el afán de fi- gurar, terminando por menospreciarla.

12 La buena tierra es figura
de los que oyen mi Pala- bra, reforman sus vidas y dan fruto, unos más y otros menos.

13 Parábola del Hijo Pródigo o comparancia
del Farrista Arrepentido

14 Un estanciero tenía dos hijos. El mayor era cum-
plidor de sus obligaciones aunque medio envi- dioso. El menor era vago y farrista pero muy simpático. Un día éste le pidió al padre que le adelantara la herencia para hacer su vida.

15 El padre consintió. Arrimó a la feria un lote de vaquillonas, vendió la co- secha a término y remató una lonja de campo, en - tregándole al hijo el dinero obtenido. Se fue el muchacho y atolondrado como era, no dejó macana por hacer.

16 Se dedicó al naipe y la ruleta,
las carreras cuadreras, el whisky, los videojuegos y las modelos. Hasta que no le quedó ni un peso.

17

18 Se conchabó entonces para cuidar-
le los chanchos a un hombre rico y muy desconsiderado con su per- sonal, ni de comer les daba.

19 Hambriento, llegó a alimentarse
con el maíz y las sobras que le tiraban a los chanchos, pensando en lo bien que estaban los peo – nes en la estancia de su padre Donde nada les faltaba: mate con galleta de puño al levantarse, carne a la hora del churras- quear, puchero o es- tofado a mediodía, mate cocido por la tarde.

20 Y asado al asador cuando se ponía el sol: hasta vino les servían en el almuer- zo y la cena. Sin embargo, no se atrevía el mu- chacho a pegar la vuelta, pensando que el padre estaría ofendido por lo ingrato que había sido con él. De modo que las seguía pasando ne – gras y ya estaba en los huesos.

21 Pero por fin resolvió re-
gresar. Pensó: -Le pediré perdón a mi padre, me arrodillaré a sus pies y le rogaré que aunque sea me tome como mensual en su establecimiento. Mientras tanto el padre extraña- ba a su hijo muchísimo. Cada mañana y cada tarde se subía a la torre del molino.

22 Y se quedaba mirando ha-
cia el lado de la tranquera, para ver si al hijo le daba por volver. Estaba un día arriba del molino cuando lo divisó a la distan- cia. Pese a que es- taba enteramente cambiado, recono- ció su manera de caminar.

23 Y corrió a recibirlo. Quiso el hijo empezar el discursito que tenía pre- parado. Pero ni tiempo le dio su padre. Lo abra- zó, lo lleno de besos, mandó que le trajeran ca. misa y bombachas nue- vas, botas flamantes, pa- ñuelo de seda para el cuello y hasta un anillo le puso en el dedo.

24 Hizo matar un novillo gordo y reu-
nió a la peonada para festejar la vuelta del muchacho. El mayor, que estaba disqueando un potrero, volvía a la casa cuando oyó la música de guitarras y acordeones. Milongas, zambas y chama- més estaban tocando y al- guno zapateaba al compás de un malambo.

25 Preguntó qué era lo que pasaba y se lo dijeron.
Entonces se sentó a la retranca y no quiso arrimarse al asado. Salió el padre a buscarlo pero él seguía empa- cado. Dijo: -Yo siempre trabajé para usted, Tata, y nunca me permitió co- mer ni un cordero con mis ami- gos. Y ahora que llega ese hi- jo suyo, después de patinarse la herencia, vea la fiesta que le organiza.

26 Le dice el padre: -No seas injusto, muchacho. Vos siempre estu- viste conmigo y sabés que lo que tengo es tuyo. Debes acompañarme en esta alegría que siento porque he recuperado al hijo que parecía perdi- do para siempre. Igual que el padre de esta historia recibe Dios a los pecadores que se arre – pienten y van a confesarse.

27 Verdades del Compendio ( nn. 296 a 312 )
EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN Este sacramento es llamado Sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación, del Perdón, de la Confesión y de la Conversión.

28 El Señor resucitado instituyó
este sacramento la tarde de Pascua cuando se mostró a los Apóstoles y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos ( Jn 20, ).

29 La penitencia interior es
el dinamismo del “corazón contrito ” ( Sal. 51,19 ). Implica el dolor y el rechazo de los pecados cometidos, el firme propósito de no pecar más, y la confianza en la ayuda de Dios.

30 Se alimenta de la esperanza
en la misericordia divina. La penitencia puede tener expresiones muy variadas, especialmente el ayuno, la oración y la limosna.

31 Estas y otras muchas formas
de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en tiempos de Cuaresma y el viernes, día penitencial.

32 Los elementos esenciales
del sacramento de la Reconciliación son dos: los actos que lleva a cabo el hombre y la absolución del sacerdote, que concede el perdón en nombre de Cristo.

33 Los actos propios del penitente son los siguientes: un diligente examen de conciencia; la contrición (o arrepentimiento), que es perfecta cuando está motivada por amor a Dios, imperfecta cuando se funda en otros motivos, e incluye el propósito de no volver a pecar.

34 La confesión que consiste
en la acusación de los pecados hecha delante del sacerdote, la satisfacción, es decir, el cumplimiento de ciertos actos de penitencia, que el confesor impone al penitente.

35 Se deben confesar todos los pecados graves
aún no confesados que se recuerdan después de un diligente examen de conciencia. La confesión de los pecados graves es el único modo ordinario de obtener el perdón.

36 Todo fiel que haya llegado al uso
de razón, está obligado a confesar sus pecados graves al menos, una vez al año, y también antes de recibir la Primera Comunión.

37 La Iglesia recomienda vivamente la confesión de los pecados veniales aunque no sea estricta- mente necesaria, ya que ayuda a formar una recta conciencia y a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo y a progresar en la vida del Espíritu.

38 Los obispos y los presbíteros ejercen el poder de perdonar los pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

39 La absolución de algunos
pecados particularmente graves (como son los castigados con la exco- munión) está reservada a la Sede Apostólica o al Obispo del lugar o a los presbíteros autorizados por ellos, aunque todo sacerdote puede absolver de cualquier pecado y excomunión.

40 Todo confesor está obligado, sin ninguna excepción y bajo penas muy severas, a mantener el sigilo sacramental, esto es, el absoluto secreto sobre los pecados conocidos en confesión.

41 Los efectos del sacramento
de la Penitencia son: la reconciliación con Dios y, por tanto, el perdón de los pecados; la recuperación del estado de gracia, si se había perdido;

42 la remisión de la pena eterna mere – cida a causa de los pecados mor- tales y, al menos en parte, de las penas temporales que son consecuencia del pecado; la paz y la serenidad de conciencia y el consuelo del Espíritu; el aumento de la fuerza espiritual para el combate cristiano.

43 En caso de grave necesidad (como un inminente peligro de muerte), se puede recurrir a la celebración comunitaria de la Reconciliación, con la confesión y la absolución colectiva, respetando las normas de la Iglesia

44 y haciendo propósito de
confesar individualmente, a su debido tiempo, los pecados graves ya perdonados de esta forma.

45 Las indulgencias son la
remisión ante Dios de la pena temporal merecida por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa, que el fiel, cumpliendo determinadas condiciones, obtiene para sí mismo o para los difuntos.

46 mediante el ministerio de la
Iglesia, la cual, como dispensadora de la redención, distribuye el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos.

47 Parábolas o comparancias II
Objetivo: Destacar que que la Palabra de Dios da diferentes frutos según la corres- pondencia de quienes la escuchan y que Dios es misericordioso y nos perdona siempre que nos arrepen- timos. Complete: Un padre tenía dos hijos. El mayor era … de sus obligaciones, aunque un poco … .el menor era … y …., pero muy simpático. Un día, éste le pidió al padre que le adelantara la … y el padre … Escriba verdadero (V) o falso (F) según co – rresponda: ( ) El hijo menor se dedicó al naipe, la ruleta y otros vicios ( ) Cuando se quedó sin dinero se dedico a ciudar ovejas ( ) el hermano mayor se alegró del retorno de su hermano Colorear: Investigue: ¿Cuáles fueron los diferentes tipos de suelo en que cayó la semilla del sembrador de la pará- bola? ¿ A cuál de ellos le gustaría parecerse? ¿Qué debe hacer para lograrlo?


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