Hechos de los apóstoles Capitulo 25

Presentación del tema: "Hechos de los apóstoles Capitulo 25"— Transcripción de la presentación:

1 Hechos de los apóstoles Capitulo 25

2 El juicio ante Festo (25:1-8)
Después de que Festo tomara posesión de su cargo en Cesárea, descansó un día y subió a Jerusalén. De inmediato los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos le informaron de sus acusaciones contra Pablo. Después de ocho o diez días, Festo bajó a Cesárea. Al día siguiente se sentó en el tribunal. Es decir, inició un nuevo juicio oficial e hizo que trajeran a Pablo Los judíos de Jerusalén lo rodearon e hicieron numerosas acusaciones muy graves contra él. Pero no podían probar ninguna.

3 Pablo apela al César (25:9-12)
Entonces Festo, deseoso de congraciarse con los judíos, le preguntó a Pablo si estaría dispuesto a subir a Jerusalén para otro juicio ante él. Todos los ciudadanos romanos tenían el derecho de apelar al César. Entonces Pablo expresó los motivos por los que apelaba al César. Si él era culpable y había hecho algo digno de la pena de muerte, no se negaría a morir. No obstante, como no existía nada de todo aquello de lo que era acusado, nadie podía entregarlo a los judíos como un favor hacia ellos

4 Festo le presenta el caso de Pablo a Agripa (25:13-22)
Algunos días más tarde, el rey Agripa y Berenice, su hermana viuda, llegaron a Cesárea a presentarle sus respetos al nuevo gobernador de Judea. Puesto que pasaron allí muchos días, Festo le presentó el caso de Pablo a Agripa, con el deseo de consultarlo con él. A pesar de lo que dijo, Festo no admitió que el motivo por el que quería que Pablo fuese a Jerusalén era para congraciarse con los judíos. Agripa le respondió diciendo que quería oír él mismo a Pablo. Esto complació a Festo, quien fijó el momento para el día siguiente

5 Festo presenta su caso (25:23-27)
Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran pompa y ostentación. Después de que trajeran a Pablo, Festo se dirigió al rey Agripa y a los demás que se hallaban presentes, rogándoles que examinaran a este hombre respecto del cual toda la multitud de los judíos (de Jerusalén) le había demandado dando voces que no debía vivir más. De nuevo, declaró que no hallaba que Pablo hubiera hecho nada digno de muerte.