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LAS GUERRAS CARLISTAS Y EL PROCESO DE ABOLICIÓN FORAL

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Presentación del tema: "LAS GUERRAS CARLISTAS Y EL PROCESO DE ABOLICIÓN FORAL"— Transcripción de la presentación:

1 LAS GUERRAS CARLISTAS Y EL PROCESO DE ABOLICIÓN FORAL
FUEROS Y LIBERALISMO: LAS GUERRAS CARLISTAS Y EL PROCESO DE ABOLICIÓN FORAL Paula Cubría Lavilla

2 Con la muerte de Fernando VII, (1833) Absolutistas y Liberales se enfrentan militarmente. La lucha por la sucesión al trono fue la excusa, pero el conflicto es más amplio: mundo rural contra urbano, la alta burguesía contra el campesinado, absolutistas contra liberales... Carlistas e Isabelinos lucharán, en tres guerras civiles, durante el siglo XIX. La antigua cuestión foral emerge con cada conflicto. Son las llamadas Guerras Carlistas. Los FUEROS son el conjunto de leyes de un lugar, provenientes de la costumbre o de privilegios concedidos por Reyes o Señores. Tienen su origen en la Edad Media y se mantienen intactos hasta principios del siglo XVIII en los territorios de Aragón, Cataluña, Baleares, Valencia, Provincias Vascongadas y Navarra.

3 CAUSAS Y CONTENDIENTES
Final del reinado: el pleito dinástico Los últimos gobiernos de Fernando VII estuvieron formados por absolutistas, algunos partidarios del reformismo ilustrado y algún liberal muy moderado. Los opositores al absolutismo reformista (realistas puros), confiaban en Carlos Mª Isidro como nuevo rey sucesor. En 1830, Fernando VII se casó con Mª Cristina de Borbón. Al nacer Isabel se promulgó la “Pragmática Sanción” que derogaba la Ley Sálica y permitía reinar a una mujer. Carlos Mª Isidro no lo acepta, dando lugar al pleito dinástico. Por otro lado, esta situación da a los liberales la posibilidad de alcanzar el poder pacíficamente, apoyando a Isabel II.

4 En 1832, Mª Cristina, tras la muerte del rey y con ayuda de sus partidarios (Cea Bermúdez), tomó medidas para luchar contra los Carlistas. Expulsó a D. Carlos a Portugal, suprimió a los Voluntarios Realistas, colocó a alcaldes Liberales en los Ayuntamientos, promulgó una amnistía política para los liberales y sustituyó a los jefes sospechosos en el ejército. El 17 de septiembre de 1833, las Cortes proclaman heredera a Isabel. D. Carlos no lo acepta y comienza la guerra.

5 Contendientes: carlistas e isabelinos
Carlos Mª Isidro Isabel II

6 Carlistas El infante D. Carlos Mª Isidro, recibió el apoyo de varios sectores sociales: De la pequeña nobleza terrateniente, que no quería perder sus privilegios fiscales ni su influencia en los municipios rurales. Tampoco la supresión de los mayorazgos De los agricultores vasco navarros, beneficiarios de exenciones fiscales y militares, por vivir en territorios forales. Del clero rural, que trataba de evitar las desamortizaciones y temía la abolición de los diezmos.

7 Geográficamente, el carlismo tuvo su mayor implantación en Navarra, en las tres provincias vascas y al norte del Ebro (en la región castellonense del Maestrazgo). Sin embargo, sus tropas jamás lograron conquistar las grandes ciudades, ni Bilbao, Pamplona, San Sebastián o Vitoria. Su ideología es favorable al absolutismo regio y al mantenimiento de jerarquías y privilegios de los estamentos sociales, al integrismo religioso y a la plena defensa de los intereses de la Iglesia. Defiende el mantenimiento de los fueros impidiendo la industrialización y el capitalismo; igualmente las tradiciones y costumbres heredadas bajo el concepto de <patria> con el lema “Dios, Patria, Fueros y Rey”.

8 Isabelinos La causa de Isabel II fue identificada con el liberalismo moderado, recibiendo el apoyo de una minoría selecta e influyente de la sociedad: Propietarios acomodados y grandes terratenientes que, aprovechándose de la política desamortizadora, aumentaron sus posesiones. Industriales y hombres de negocios. El alto clero y los intelectuales, que manejaban la opinión pública. Profesionales libres, funcionarios y la práctica totalidad de los oficiales del ejército. La mayor parte de la nobleza, que se benefició de la conversión del señorío en propiedad individual.

9 Los Isabelinos tuvieron su influencia en las ciudades y en gran parte de España, excepto en las zonas forales, Cataluña, el Maestrazgo y núcleos del levante y Castilla. Los Liberales moderados pretendían una monarquía constitucional con soberanía nacional, libertades públicas y políticas, separación de poderes, igualdad ante la ley e ideales propios de la ilustración, además de la liberalización de los bienes de la nobleza, la desamortización de los de la Iglesia e incentivar la industria nacional.

10 La 1ª Guerra Carlista (1833-40)
LAS GUERRAS CIVILES La 1ª Guerra Carlista ( ) La primera etapa Abarca desde el alzamiento militar, tras el fallecimiento de Fernando VII (1833), hasta la muerte del jefe carlista Tomás Zumalacárregui (1835) Eran especie de “guerrillas” que no formaban un verdadero ejército. Con la dominación de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, D. Carlos regresó de Portugal y se puso al frente de sus partidarios. Surgieron partidas carlistas en La Rioja, Cataluña, Aragón, Valencia y Castilla pero la actividad bélica se centró en el territorio vasco-navarro. La muerte de Zumalacárregui y el fracaso al asedio de Bilbao, cambió el signo de la guerra.

11 La segunda etapa Gómez Damas Se caracteriza por las expediciones carlistas por toda España que se prolongaron hasta octubre de 1837. Aprovechando el desgobierno de los liberales, algunos generales carlistas emprendieron atrevidas expediciones, como la de Gómez Damas, que cruzó desde Vizcaya a Algeciras. Los Isabelinos ni lograron derrotarlos, ni se enfrentaron en campo abierto pero se constató, que los carlistas no tenían apoyo al sur del valle del Ebro, a pesar de las acciones del cura Merino en Castilla. De nuevo los Carlistas sitiaron Bilbao, pero fueron derrotados por Espartero en el puente de Luchana(1837) donde se libró la batalla más sangrienta de la guerra civil. Fue importante también la batalla de Mendigorría (Navarra), en la que el general Fernández de Córdoba, derrotó a los carlistas de González Moreno. A pesar de las sucesivas derrotas, el gobierno con el rey D. Carlos al frente, organizó una expedición llegando a las puertas de Madrid (1837) pero no se sintieron fuertes para atacar y se retiraron.

12 La tercera etapa Llegó hasta junio de 1840, tras el convencimiento de los carlistas de la imposibilidad de ganar la guerra y las discrepancias internas que les dividieron en dos bandos: los “apostólicos” o intransigentes (navarros) y los transaccionalistas (castellanos) dirigidos por el general Maroto, que deseaba firmar la paz sobre la aceptación del Estatuto Real. Inglaterra y Francia apoyaban a los isabelinos . El general Espartero venció de nuevo a los Carlistas en Peñacerrada (Álava). En Levante, los acontecimientos les eran más favorables a los Carlistas ya que Cabrera, venció en Morella (Castellón). Pero en 1840, Espartero tomó Morella y Berga, huyendo Cabrera a Francia.

13 Espartero y Maroto Fin de la guerra El general Maroto se adueñó de la situación y, sin permiso de D. Carlos, firmó la paz con Espartero (Convenio de Vergara 1839). Los Carlistas reconocían a Isabel como reina y los Liberales admitían en su ejército a los oficiales y soldados carlistas respetando grados y condecoraciones. Igualmente se comprometían a defender los fueros vascos y navarro antes las Cortes generales. Al Convenio se adhirieron la mayoría de los Carlistas castellanos y vascos. Los navarros prefirieron seguir a D. Carlos a Francia. Las Cortes Generales, a instancias de Espartero, mantendrán vigentes los FUEROS “siempre que no atenten contra la unidad constitucional de España”.

14 Otras guerras carlistas
La segunda guerra( ) e intentona de 1860 Se gestiona el matrimonio de Isabel II con el hijo de D. Carlos (conde de Montemolín) pero, finalmente, se optó por Francisco de Asís de Borbón. Tras este rechazo, hay un nuevo intento carlista (junio de 1848) de alcanzar el poder por las armas, pero no tuvo la importancia de la primera guerra. No pasaron de la fase de guerrillas en zonas rurales del norte del Ebro y para abril de 1849 ya habían desaparecido. En el País Vasco no tuvo repercusión. Intentona de 1860: la causa Carlista, cada vez más débil, intenta un nuevo asalto, aprovechando el traslado de tropas a Marruecos. El conde de Montemolín, desembarcó en San Carlos de la Rápita en abril de Los soldados advirtieron sus intenciones. El conde fue detenido renunciando a sus derechos a la Corona y el general Ortega, que iba a dirigirlo, fusilado.

15 La tercera guerra carlista (1873-76)
Con la caída del régimen isabelino en 1868, el carlismo cobrará un nuevo impulso como fuerza política. Esto se debió a dos motivos: Uno, de carácter interno, ya que un pretendiente carlista tenía más posibilidades de ocupar el trono a la expulsión de Isabel II. Otro externo, ya que con el desprestigio de la reina y de los moderados, lograron importantes apoyos sociales (1869) A pesar de una primera derrota en Amorebieta (Vizcaya) la guerra se mantuvo en Cataluña. Pero en diciembre de 1872 volvió a prender en las Vascongadas y Navarra aunque el Carlismo no llegó a dominar ninguna ciudad importante ni la condición de beligerante por parte de las potencias europeas. Los Carlistas no encontraron apoyo fuera de los pueblos del norte del Ebro y a medio plazo estaban condenados a fracasar a pesar de ganar varias batallas. En febrero de 1876, Carlos VII cruzó la frontera para no volver.

16 Las consecuencias de las Guerras Carlistas
Las consecuencias fueron graves en todos los ámbitos nacionales. víctimas, un enorme gasto de recursos económicos, una fuerte ralentización del crecimiento en determinadas zonas del país y un claro retroceso en la industrialización de España.

17 LA CUESTIÓN FORAL (Panorama histórico)
Los fueros locales, municipales, o simplemente fueros, eran un conjunto de normas, derechos y privilegios otorgados por un Rey, un Señor o el propio concejo. Con los Reyes Católicos ( ) se unen Castilla (con las Provincias Vascongadas insertas en ella) y la Corona de Aragón y se anexiona Navarra en 1512, manteniendo sus libertades y fueros propios. Con los Austrias, siglos XVII y XVIII los fueros se respetaron y se ampliaron aunque había quien deseaba que se suprimiesen. Tras la Guerra de Sucesión (principios de XVIII), y la llegada de Felipe V y los Borbones se castellanizan los reinos de la Corona de Aragón y se promulgan los “Decretos de Nueva Planta”, perdiendo estos sus Cortes, Instituciones y Fueros propios, imponiéndoseles las leyes de Castilla. Solo los mantienen los navarros y vascos por el apoyo a Felipe V en la guerra, permaneciendo intocables. La primera Constitución española (Cádiz 1812) suprimió los Fueros para mantener la igualdad de españoles y territorios. Con Fernando VII ( ) se verán restaurados, excepto en el período del trienio liberal, ( ).

18 Siglo XIX El liberalismo y su idea de igualdad ante la ley, crean una política de eliminación ante los privilegios de instituciones y fueros vasco-navarros que se dirimen durante la 1ª Guerra Carlista. En 1841, con Espartero y los progresistas en el poder, las tres provincias vascas perdieron sus derechos forales: las aduanas, las Juntas y se eliminó el “pase foral” aunque se conservaron los privilegios fiscales y la exclusión excepcional del servicio militar obligatorio. En 1846, tras la entrada en vigor de la Constitución moderada, se recortan los fueros eliminando sus derechos fiscales y tras la Tercera Guerra Carlista (1876), el “sistema canovista” los elimina definitivamente. El carlismo se incorpora al sistema democrático. Es entonces, cuando aparece el movimiento nacionalista vasco creado en 1894 por sabino Arana, que con carácter romántico y conservador, reivindica dichos fueros.

19 Siglo XX Durante este siglo, el regeneracionismo de Maura y Canalejas, creará una política de concesiones y apaciguamiento del nacionalismo radicalizándolo y creando las Mancomunidades. La Constitución de la 2ª República (1931) permite la creación de Estatutos de Autonomía y gobiernos autonómicos con el de Cataluña primero y durante la Guerra Civil, el del País Vasco pero duró poco ya que la dictadura del franquismo suprimió los estatutos de Autonomía y sólo dejó vigente el “Concierto Económico” en Navarra y Álava. Con la llegada de la Transición y la Constitución de 1978, se generaliza la idea de las autonomías y se crea un mapa autonómico para toda España. Siglo XXI En los albores de este siglo se ha iniciado una profunda revisión de los estatutos de Autonomía pero en la actualidad y con respecto a Euskadi, dicha revisión está paralizada.

20 1º Bachiller – A Curso 2008-2009 Paula Cubría Lavilla
COLEGIO SAN VICENTE DE PAÚL IKASTETXEA 1º Bachiller – A Curso Paula Cubría Lavilla


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