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Publicada porIsabel Valdéz Cordero Modificado hace 6 años
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Libro y lectura en la Alta Edad Media (s. V al s. X d.C.)
Tema 5 Libro y lectura en la Alta Edad Media (s. V al s. X d.C.) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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SUMARIO 1. Marco histórico y periodización: Alta y Baja Edad Media. Definición de Edad Media. 2. La Alta Edad Media. La cultura monacal El monacato y la cultura monástica en Oriente y Occidente La destrucción de bibliotecas Las bibliotecas de Oriente. Los monasterios bizantinos Las escuelas monásticas Los monasterios europeos. La orden benedictina y la importancia de los monasterios irlandeses La lectura monástica en la Alta Edad Media Pasos de la lectura. Cultura gramatical y literaria en latín Motivos para leer. La salvación del alma El salterio o libro de salmos Lectura silenciosa y lectura en voz alta La escritura como símbolo Las glosas La lectura alegórica. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.7. El triunfo del códice. Producción y descripción de sus elementos.
Cronología del cambio. Vocabulario que remite aún al “rollo” de papiro. Los centros de producción del códice: los monasterios. La confección del códice. Terminología relacionada con el códice. 2.8. La evolución de la escritura. Las escrituras nacionales. Letra merovingia. La letra lombarda. La letra visigótica. La España visigoda. San Isidoro de Sevilla. La España mozárabe: los Beatos. Las glosas silenses y emilianenses. La escritura irlandesa. El comienzo de la separación de palabras. 2.9. Conclusión de Malcolm Parkes sobre la Alta Edad Media. 2.10. La España musulmana. Las caligrafías islámicas. La difusión del papel. El Califato de Córdoba. 2.11. El renacimiento carolingio y la letra carolingia. 3. Bibliografía. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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1. Marco histórico y periodización
Algunos hitos que pueden marcar el inicio de la Edad Media pueden ser: −Fundación de Constantinopla (330) −Edicto de Milán (313), de Constantino I (Libertad religiosa en Imperio romano, fin de las persecuciones a los cristianos) – Edicto de Tesalónica (380) de Teodosio (Catolicismo como única versión “verdadera” del cristianismo) −Invasiones Germánicas (406) −Final del Imperio Romano de Occidente (476) Los que marcan su final son: −Caída de Constantinopla (1453) −Descubrimiento de América (1492) −Invención de la imprenta (mediados del siglo XV) −Inicio de la Reforma protestante (1517) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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PERIODIZACIÓN OCCIDENTE ORIENTE Bizancio: s. V – s. XV d.C.
Alta Edad Media: s. V d.C. – s. X d.C. Arte paleocristiano: s. V – s. VIII d.C. Arte prerrománico: s. VIII d.C. – s. X d.C. Imperio Carolingio: finales VIII – mediados del IX. Arte otoniano: mediados s. IX Arte peninsular: Arte asturiano: Arte mozárabe Baja Edad Media: s. XI d.C. – s. XV d.C. PLENA EDAD MEDIA Románico: s. XI – XII d.C. Gótico: mediados x. XII – principios del XIV. Edad Media tardía o Crisis de la Edad Media: ss. XIV y XV. Humanismo: principios del siglo XIV hasta el siglo XVI (que ya pertenece al Renacimiento). Bizancio: s. V – s. XV d.C. Islam: s. VII > Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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El Islam Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa convencionalmente en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América, o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la ventaja de coincidir con la invención de la imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la Guerra de los Cien Años. Actualmente los historiadores del periodo prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y Edad Media de manera que entre los siglos III y VIII se suele hablar de Antigüedad Tardía, que habría sido una gran etapa de transición en todos los ámbitos: en lo económico, por la sustitución del modo de producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo social, por la desaparición del concepto de ciudadanía romana y la definición de los estamentos medievales; en lo político por la descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio romano, que dio paso a una dispersión del poder; y en lo ideológico y cultural por la absorción y sustitución de la cultura clásica por las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su espacio). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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División de la Edad Media
Alta Edad Media (siglo V a siglo X, sin una clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV), que a su vez puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (siglo XI al siglo XIII), y los dos últimos siglos que presenciaron la Crisis de la Edad Media o del siglo XIV. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2. La ALTA EDAD MEDIA. 2.1. El monacato y la cultura monástica en Oriente y Occidente.
Invasiones bárbaras. Fragmentación del Imperio romano. Proceso de ruralización y feudalización. La escritura solo interesa en los reducidos ámbitos de las clases superiores, ligadas a la administración civil y religiosa. El ámbito del saber queda circunscrito al estamento eclesiástico. Los libros se leen y se reproducen en los monasterios como tarea asociada a la vida religiosa. Los libros rara vez se venden o regalan: sirven a la evangelización, al intercambio entre comunidades y a la meditación espiritual. El libro medieval no es un objeto cotidiano, debido al esfuerzo que entrañaba su elaboración y a la demanda prácticamente nula, fruto del analfabetismo. El monacato surgió en Oriente, donde las comunidades cristianas coptas o bizantinas fundaron monasterios desde los que se difundió la cultura griega. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.2. La destrucción de BIBLIOTECAS
Surgimiento de bibliotecas cristianas: en Oriente y Occidente. Ss. V y VI: agonía del Imperio romano, destrucción de la mayor parte de los fondos bibliográficos. No solo se destruyeron fondos grecorromanos. Las bibliotecas propiamente cristianas, que empezaron a surgir a partir del s. II d.C. con textos bíblicos y más tarde patrísticos y litúrgicos, también fueron total o parcialmente destruidas con motivo de las persecuciones a los cristianos iniciadas por Diocleciano en 303 d.C. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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[Inciso: todos los diccionarios no son iguales]
patrístico, ca. Del lat. patres 'padres' e -ístico. 1. adj. Perteneciente o relativo a la patrística. 2. f. Ciencia que tiene por objeto el conocimiento de la doctrina, obras y vidas de los santos padres. (DRAE, 23ª ed., 2015) _______________________ patrística f. Estudio de la vida y obras de los Padres de la Iglesia. ± Patrología. patrístico, -a adj. De [la] patrística. (DUE, Mª Moliner, 2ª ed., 1998). I. adj. 1. De (la) patrística. II. f. 2. Estudio de la vida y obras de los Padres de la Iglesia. Tb las mismas obras. (DEA, 2ª ed., 2011) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Patrística https://es.wikipedia.org/wiki/Patr%C3%ADstica
La patrística es la fase en la historia de la organización y la teología cristiana que abarca desde el fin del cristianismo primitivo, con la consolidación del canon neotestamentario, hasta alrededor del siglo viii. Además de la elucidación progresiva del dogma cristiano, la patrística se ocupó sobre todo de la apología o defensa del cristianismo frente a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas que darían lugar a las herejías luego. Su nombre deriva de los padres de la Iglesia, los teólogos cuya interpretación dominaría la historia del dogma. Para ser considerado padre de la iglesia era necesario reunir las siguientes condiciones: Antigüedad Santidad de la Vida Doctrina Ortodoxa Aprobación Eclesiástica [Fin del inciso didáctico] Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2. 3. Las bibliotecas de Oriente LA BIBLIOTECA DE CESAREA. (s. III-s
2.3. Las bibliotecas de Oriente LA BIBLIOTECA DE CESAREA (s. III-s. VII d.C.) Excepción parcial: biblioteca de Cesarea, en Palestina, fundada por Orígenes ( d.C.), uno de los Padres de la Iglesia. La biblioteca de Cesarea tuvo para el mundo cristiano una importancia análoga a la de Alejandría para la cultura helenística. Las biblias de su taller fueron famosas, y a esta biblioteca encargó Constantino el Grande 50 ejemplares de la Biblia cuando decidió la conversión del Imperio al Cristianismo. Fue destruida en 637 cuando los árabes conquistaron Palestina. Biblioteca de Cesarea (ss. III-VII d.C.) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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LOS MONASTERIOS BIZANTINOS
La antigua cultura griega encontró refugio contra los bárbaros en el Imperio bizantino. El Emperador Constantino el Grande decidió convertir Bizancio (desde entonces Constantinopla) en la capital del imperio romano de Oriente, y allí fundó una gran biblioteca donde había fondos grecorromanos y cristianos. En la Academia de Bizancio, también fundada por Constantino, se estudiaban y copiaban los clásicos griegos. También en los monasterios bizantinos, convertidos a lo largo de toda la Edad Media en refugios de la cultura griega. Convento del Studion en Bizancio. Monasterios en el monte Athos en Grecia (veinte en total). Monasterio de Santa Catalina (en el Sinaí) – Codex Sinaiticus. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Santa Catalina del Sinaí
Monte Athos Santa Catalina del Sinaí Studion Studion de Bizancio Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.4. LAS ESCUELAS MONÁSTICAS
Escuelas monásticas (en latín: Scholae monasticae) fueron las más importantes instituciones educativas de la cristiandad latina en los llamados “siglos oscuros” o Alta Edad Media (que coincide con la antigüedad tardía, siglos IV al VIII d.C.). Mantuvieron su importancia en el resto del periodo altomedieval, desde el Renacimiento carolingio (finales del s. VIII-principios del s. IX d.C.) (cuando funcionó la escuela palatina de Aquisgrán y otras escuelas carolingias) hasta el renacimiento del siglo XII (cuando sobre las escuelas catedralicias comenzaron a crearse los studia generalia, más tarde conocidas como universidades). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.5. Los monasterios europeos
Iglesia romana: puente entre la cultura clásica y la cultura cristiana europea. Casiodoro ( d.C.) – funda en Calabria, en el sur de Italia, el monasterio de Vivarium, que establece una especie de academia cristiana. En las reglas que compuso para su funcionamiento aconseja a los monjes servir a Dios con el asiduo estudio y la esmerada copia de los textos, teniendo en cuenta no solo la literatura eclesiástica sino también la profana, griega y romana. Tras su muerte parte de su biblioteca pasó a la Santa Sede en Roma, en San Juan de Letrán. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Biblioteca de Isidoro de Sevilla (556-636 d.C.)
Isidoro fue muy leído durante la Edad Media y el Renacimiento (al menos diez ediciones fueron impresas entre 1470 y 1530). Su influencia fue enorme entre sus contemporáneos. Braulio, obispo de Zaragoza y amigo de Isidoro, le describió como el hombre elegido por Dios para salvar a los hispanos de la marea de barbarie que amenazaba con inundar la civilización clásica en Hispania. El VIII Concilio de Toledo (653) manifestó su admiración por la figura de Isidoro con las siguientes palabras elogiosas: «El extraordinario doctor, el último ornamento de la Iglesia Católica, el hombre más erudito de los últimos tiempos, el siempre nombrado con reverencia Isidoro». Este tributo fue ratificado por el XV Concilio de Toledo, en 688. Entre sus discípulos está Ildefonso de Toledo. Todos los escritos históricos medievales de España estuvieron basados en las obras de Isidoro. Hasta el siglo XII, fue transmitido mediante traducciones de fuentes árabes, siendo una de las fuentes principales para la penetración en Europa de los trabajos de Aristóteles y otros griegos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La Orden de San Benito de Nursia y la abadía de Montecasino
La Orden de San Benito, fundada por San Benito de Nursia (en latín: Ordo Sancti Benedicti; en acrónimo, O.S.B.) es una orden religiosa, perteneciente a la Iglesia Católica Romana, dedicada a la contemplación, que sigue la Regla dictada por el fundador a principios del siglo VI para la abadía de Montecasino. Benito de Nursia contribuyó decididamente a la evangelización cristiana de Europa, por lo que es patrón de Europa. Su regla fundamental: “Ora et labora”. En las reglas de la orden se concede gran importancia a la lectura. Esta se va acentuando en las sucesivas fundaciones benedictinas, como el monasterio de St. Maur-sur-Loire, en la Galia, donde los monjes, para perfeccionar el conocimiento del griego y del latín, se dedicaron a copiar también manuscritos clásicos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La Abadía de Montecasino, donde San Benito de Nursia estableció su primer monasterio alrededor del año 529 (s. VI d.C.) La abadía de Saint Maur-sur-Loire en la Galia. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Los monjes irlandeses Convertida al cristianismo en el s. V por San Patricio, que procedía de la Galia, Irlanda llegó a ser a comienzos de la Edad Media el más importante refugio de la cultura clásica. En el s. VI había ya 300 monasterios en Irlanda y Escocia. Durante los ss. IX y X los vikingos destruyeron todos los monasterios de Irlanda. Casi todos los manuscritos irlandeses que se conservan proceden de monasterios fundados en el continente. Monjes irlandeses: ardiente celo misionero que les impulsa a expandirse hacia Inglaterra y hacia el continente. San Columbano: funda el monasterio de Luxeuil en la Galia, con importante biblioteca, hacia el 590. Luego, en Italia, fundó el monasterio de Bobbio, con lo que la tradición de los manuscritos irlandeses llegó a la patria de la Iglesia católica. Sus monjes fundaron en Suiza el monasterio de Saint-Gall, cuya biblioteca alcanzó más tarde gran fama. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Abadía de Bobbio (Italia)
Monasterio de Saint-Gall (Suiza) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Abadía de Fulda (Alemania)
Lindisfarne (Inglaterra) También en Inglaterra se dejó sentir la influencia de los monjes irlandeses, especialmente en el monasterio de Lindisfarne en el norte. Las bibliotecas monásticas allí fundadas, en particular la de Canterbury, se salvaron solo en parte de las invasiones de los vikingos. Los eclesiásticos ingleses más célebres de aquellos tiempos fueron el historiador Beda el Venerable, el obispo Benito, y san Bonifacio, que introdujo el cristianismo en Alemania. El monasterio de Fulda (Alemania) fue uno de los fundados por Bonifacio. En él hubo más tarde una importante biblioteca y una famosa escuela de escritura e iluminación. de Fulda (Alemania) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Uno de los discípulos de Beda el Venerable, Egberto, llegó a ser arzobispo de York, donde fundó una biblioteca de la que más tarde sería bibliotecario Alcuino de York, antes de ser llamado al Continente por Carlomagno. De las casas madres obtenían las filiales una colección de manuscritos como base de su biblioteca. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.6. LA LECTURA EN LA ALTA EDAD MEDIA 2.6.1. Los pasos en la lectura
La alta Edad Media heredó de la Antigüedad una tradición de lectura que abarcaba las cuatro funciones de los estudios gramaticales (grammaticae officia): lectio, emendatio, enarratio y iudicium. 1) La lectio era el proceso por el cual el lector tenía que descifrar el texto (discretio) identificando sus elementos ―letras, sílabas, palabras y oraciones― para poder leerlo en voz alta (pronuntiatio) de acuerdo con la acentuación que exigía el sentido. Hay que tener en cuenta que no era fácil, porque seguía rigiendo la “escritura continua”, sin separación de palabras. 2) La emendatio ―un proceso que surge como consecuencia de la transmisión de manuscritos― requería que el lector (o su maestro) corrigiera el texto sobre la copia, por lo que a veces sentía la tentación de «mejorarlo». 3) La enarratio consistía en identificar (o comentar) las características del vocabulario, la forma retórica y literaria, y, sobre todo, en interpretar el contenido del texto (explanatio) (explicación y paráfrasis). 4) El iudicium era el proceso consistente en valorar las cualidades estéticas o las virtudes morales o filosóficas del texto (bene dictorum conprobatio). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La ayuda de la gramática (que analizaba declinaciones y conjugaciones, así como concordancias) facilitaba al lector el análisis del texto y la identificación de los elementos de la lengua latina. Durante los primeros años de la Alta Edad Media la gramática resultó muy útil, cuando los manuscritos se copiaban en scriptio continua, es decir, sin separación de palabras ni indicación de pausas dentro de los párrafos. Los maestros y escritores cristianos aplicaron la tradición de la enseñanza gramatical a la interpretación de las Escrituras, de modo que la educación religiosa y la literaria estuvieron íntimamente ligadas a todos los niveles. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Motivos para leer Si en la Antigüedad pagana los círculos culturales más elevados estaban reservados a la élite social, en la Edad Media la cultura se asoció a los cristianos alfabetizados: era un medio para aprender a conocer a Dios. El estímulo de la lectura era la salvación del alma. El libro de lectura elemental pasó a ser el salterio (cuyo conocimiento sirvió durante siglos para comprobar si alguien sabía leer y escribir). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.6.3. Salterio o Libro de salmos
Un salterio (del griego, psaltérion, instrumento de cuerdas en forma de cítara) en su acepción de libro de salmos, es un compendio o colección de salmos, composiciones líricas musicales sagradas, que puede hacer referencia a distintas colecciones de himnos musicales de ese género. En el siglo IX era el único libro litúrgico que podía pertenecer a un laico y se presentaba en manuscritos iluminados. Esta peculiaridad se dilató hasta el siglo XIV con la aparición de los libros de horas. Se solían hacer recitaciones diarias del salterio aparte de la misa. Durante la Edad Media, los monjes y sacerdotes debían aprendérselo de memoria. En general estaban asociados con otros elementos religiosos como un calendario litúrgico o las letanías de los santos. Los dos más conocidos hasta el presente son: El Libro de los Salmos de David. El Libro de los Salmos de Salomón. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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SALMO 23 El Señor es mi pastor 23:1 Salmo de David. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. 23:2 Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas 23:3 y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. 23:4 Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. 23:5 Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. 23:6 Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.6.4. De la lectura oral a la silenciosa
En la Antigüedad se insistía en la expresión oral del texto (lectura en voz alta articulando correctamente el sentido y los ritmos), lo cual reflejaba el ideal del orador, predominante en la cultura antigua. La lectura en silencio tenía por objeto estudiar el texto de antemano a fin de comprenderlo adecuadamente. El antiguo arte de leer en voz alta sobrevivió en la liturgia. En el siglo VII san Isidoro estableció los requisitos que debían cumplir quienes ocupasen el cargo de Lector en la iglesia: Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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San Isidoro de Sevilla (h. 556-636)
«Quien vaya a ser ascendido a este rango deberá estar versado en la doctrina y los libros, y conocerá a fondo los significados y las palabras, a fin de que en el análisis de las sententiae sepa dónde se encuentran los límites gramaticales: dónde prosigue la lectura, dónde concluye la oración. De este modo dominará la técnica de la expresión oral (vim pronuntiationis) sin obstáculos, a fin de que todos comprendan con la mente y con el sentimiento (sensus), distinguiendo entre los tipos de expresión, y expresando los sentimientos (affectus) de la sententia: ora a la manera del que expone, ora a la manera del que sufre, ora a la manera del que increpa, ora a la manera del que exhorta, ora adaptándose a los tipos de expresión adecuada». (San Isidoro, De ecclesiasticis officiis, II, 11, 2) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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En su Historia de las bibliotecas, Hipólito Escolar nos cuenta que San Isidoro recomendaba a los monjes que ignoraran las doctrinas de los poetas paganos para evitar caer en el error. El cristiano debía huir de la elocuencia de las palabras paganas, pues el deleite de fábulas inútiles provocaba la lujuria y carecía de la sabiduría de la virtud. El lenguaje sagrado, aunque de expresión “desaliñada” brillaba por la sabiduría de su contenido. San Isidoro fijó en sus reglas las horas que debía dedicarse a la lectura por la mañana y por la tarde, dependiendo de la estación. A su juicio, el monje debía consagrar determinadas horas al trabajo (porque que el ocio engendraba malos pensamientos), otras a la lectura y otras a la oración, para purificarse. Durante las comidas, un monje leería en alta voz un pasaje de la Biblia mientras el resto escuchaba en silencio con la mayor atención posible. Para San Isidoro la lectura necesita de constancia para desarrollar el ingenio y la inteligencia. Esta actividad podía complementarse con la conversación y la escucha de personas sabias. Lo aprendido había de ser utilizado para mayor gloria de Dios, en lugar de engreírse y pecar de vanidad. La naturaleza soberbia del presuntuoso le impedía a éste alcanzar una perfecta sabiduría. San Leandro, por su parte, recomienda a las monjas que alternen ininterrumpidamente la lectura con la oración y que cuando se ocuparan de algún trabajo manual, hicieran que alguien les leyera en alta voz para evitar que el corazón “se deslizara por la pendiente de los vicios.” La vida monástica alternaba el trabajo manual, la oración y la lectura. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Roswitha de Gandersheim (h. 935- h. 1002)
El principiante también debía leer en voz alta a fin de que el maestro pudiese asesorarlo. Superada la etapa elemental, la fluidez en la lectura y en el uso del latín podía ser estimulada y supervisada leyendo en voz alta en grupo. Durante los siglos IX y X se copiaban con frecuencia las comedias de Terencio, y, puesto que estos textos se habían usado en la Antigüedad para que los estudiantes practicasen la pronunciación y perfeccionasen la elocuencia, era lógico que sirvieran para ese mismo fin en la Edad Media. En el siglo X Roswitha de Gandersheim escribió obras de teatro para las monjas como alternativa cristiana y feminista al pagano Terencio. El interés por esos textos, más que entusiasmo por el drama como forma literaria en sí misma, era una manera de adquirir fluidez en el uso de la lengua de la vida espiritual. [Hay una película reciente inspirada en la biografía de Roswitha) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La lectio monástica La lectura en voz alta, o al menos sotto voce, se practicaba asimismo durante la lectio monástica para que el lector ejercitase la memoria auditiva y muscular de las palabras como base para la meditatio. El término empleado en las diversas Reglas para este tipo de lectura era meditari literas o meditari psalmos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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A partir del siglo VI observamos que se empieza a conceder más importancia a la lectura en silencio. En la Regla de San Benito encontramos referencias a la lectura individual y a la necesidad de leer para uno mismo con el fin de no molestar a los demás. Puesto que ese tipo de lectura debía ser supervisada para garantizar que el lector no se relajase ni se distrajera, de ello se deduce que la lectura en silencio no era infrecuente en esas circunstancias. Si bien san Isidoro había establecido los requisitos para la lectura en voz alta en la iglesia, también consideró la preparación para el oficio de lector como una etapa inicial de la educación eclesiástica. Él mismo prefería la lectura en silencio, que permitía una mejor comprensión del texto, porque (afirmaba) el lector aprende más cuando no escucha su voz. De este modo se podía leer sin esfuerzo físico, y al reflexionar sobre las cosas que se habían leído, estas se caían de la memoria con menos facilidad. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.6.5. La escritura como símbolo
Cambio en la concepción de la palabra escrita, que ya no se concibe como mero registro de la palabra hablada (como consideraba San Agustín): en el siglo VII san Isidoro consideraba las letras como símbolos sin sonidos que tienen la capacidad de transmitirnos en silencio (sine voce) los pensamientos de quienes están ausentes. Las propias letras son símbolos de cosas. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Las glosas Los lectores que llegaron a percibir más claramente el medio escrito como una manifestación autónoma de la lengua fueron aquellos que residían en los límites (o en el exterior) del área de la lingua romana o lingua mixta. Estos eran los hablantes de las lenguas célticas y germánicas, para quienes el latín era un sistema lingüístico extraño que ofrecía dificultades. Surgen entonces las glosas vernáculas del texto, muchas de las cuales eran glosas personales anotadas en el momento de la lectura, y garabateadas en la página con un estilo para que no resultasen molestas (quedando así ilegibles o invisibles para otros lectores). Otras glosas reflejan la incapacidad de identificar las palabras correctamente por estar mal separadas entre sí. Glosas silenses (Monasterio de Silos en Burgos, España) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.6.7. El cuño cristiano: hermenéutica bajo supervisión – LA ALEGORÍA
En su tratado del siglo VIII Adversum Elipandum, Beato de Liébana compara el cuerpo gramatical con el cuerpo humano. Del mismo modo que el ser humano posee cuerpo, alma y espíritu, los libros deben ser entendidos histórica, moral y místicamente. Pero el tratado de hermenéutica más influyente en esta época fue De doctrina Cristiana, de San Agustín, cuya divulgación tuvo mayor amplitud en el siglo IX, donde se considera a la alegoría como un don del Espíritu Santo para estimular el entendimiento. Para tener una idea adecuada de las Sagradas Escrituras había que seguir fielmente a los Padres de la Iglesia. Las discrepancias entre las ideas de dichos Padres debían ser comprendidas, como apuntó el sabio Juan Escoto Eríugena en el siglo XI, según los numerosos sentidos de las Escrituras, “todos los cuales eran acordes con la fe.” Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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El Método Alegórico de Interpretación
Alegoría, del griego allegorein «hablar figuradamente», es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una idea valiéndose de formas humanas, animales o de objetos cotidianos. Literal: Lo que se lee o reproduce "al pie de la letra" (completamente y con exactitud) El Método Alegórico de Interpretación Definición del método alegórico. Angus y Green definen la alegoría como sigue: «Cualquier declaración de hechos supuestos que admite la interpretación literal, y que sin embargo requiere o admite precisamente una interpretación moral o figurada, se denomina alegoría. La alegoría es a la narración o a la historia lo que la metáfora es a las palabras individuales, pues le agrega al significado literal de los términos empleados otro significado moral o espiritual. A veces la alegoría es pura, esto es, no contiene referencia directa a la aplicación de la misma, como en la narración del Hijo Pródigo. A veces está mezclada, como en el Salmo 80, donde se indica claramente (versículo 17) que los judíos son el pueblo que se quiere representar por medio de la viña.» ”La alegoría es el método de interpretar textos literarios que considera el sentido literal como vehículo para un segundo sentido más espiritual y más profundo". En este método el valor histórico es o negado o ignorado, y el énfasis se pone enteramente sobre un sentido secundario, de manera que las palabras o los eventos originales tienen poco significado o ninguno. De acuerdo con este método, el sentido literal e histórico de la Escritura se pasa por alto completamente, y cada palabra y evento se convierte en alegoría de alguna clase, bien para escapar de las dificultades teológicas o para defender ciertos puntos religiosos peculiares. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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En el tercer libro del manual De clericorum institutione, escrito por Rabano Mauro para los clérigos en el siglo IX, se afirma que el contenido de los “libros divinos” debía ser investigado y enseñado, al igual que, que tendrían que ser examinadas por un miembro de la Iglesia las “cosas útiles” que aparecían en las obras paganas. La curiosa manera con que Mauro trata de justificar lo inconveniente es un ejemplo claro de que el interés de la Iglesia no era propiciar la libre interpretación de los textos: si un pasaje de la Biblia no hacía referencia a la honestidad de la moral o a la autenticidad de la fe entonces había que obviar su sentido literal y la interpretación debía suponer un sentido figurado. En una palabra, a veces convenía lo literal, otras no: toda interpretación debía de estar en consonancia con la fe verdadera. Cf. El Cantar de los Cantares, en la Biblia. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.7. EL TRIUNFO DEL CÓDICE 2.7.1. Cronología del cambio
El códice surge al final del Imperio Romano (finales del s. II). Se impone desde s. III d.C. Ligado al Cristianismo. Fuera del mundo cristiano, ligado quizá en primer lugar al mundo de los profesionales del derecho. El códice resultaba muy útil para las recopilaciones de disposiciones imperiales, que eran rápidamente localizables. Muy útil también para los libros de estudio, por su capacidad y también por su resistencia: medicina, historia, teatro… Finales del siglo IV d.C.: se impone el códice de pergamino sobre el de papiro. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.7.2. Vocabulario ligado al “rollo” de papiro
Prestigio de lo tradicional. “Rollo” de papiro. Actualmente: costumbre de otorgar un carácter solemne a los documentos por medio de su emisión en forma de rollo, como sucede con los diplomas y títulos. “Control”: < “contra-rol”: rollo que por seguridad llevaban las autoridades fiscales a la vez que la lista original de contribuciones. “Rol”: papel en una obra de teatro (porque los actores antiguamente utilizaban el rollo de papiro para estudiar y memorizar los textos). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.7.3. Centros de producción de códices: los monasterios.
Monasterios: concebidos para vida autárquica, autosuficiente. Se autoabastecían de todo. En el Occidente cristiano la labor de copia corresponde, al menos desde el siglo VI hasta el XII, a los monjes de los monasterios, y solo en los siglos VIII y IX se da una excepción en la corte de Carlomagno. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Distintas dependencias. El Scriptorium o Escritorio
Los monasterios importantes en principio destinaban distintas dependencias a diferentes funciones: Para curtir las pieles. Para preparar los pergaminos. Lo hacía el “pergamentario”. Para copiar los libros: Scriptorium o Escritorio. Sala con ventanales bajo los cuales se situaban los pupitres. En algunos monasterios y catedrales el escritorio se instalaba en una parte del claustro, donde se montaba un cubículo de madera entre dos columnas. Así obtenían a la vez luz y aislamiento. Lo dirigía el ARMARIUS, que se encargaba de que hubiera abastecimiento de todo, y sobre todo de la corrección de los textos. Era la única persona del monasterio a la que se le permitía tomar decisiones sobre la puntuación o sobre una posible variante o errata. También era el encargado de proponer al abad qué libros debían copiarse. Para almacenar los libros: Biblioteca, normalmente próxima o contigua al escritorio. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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A la izquierda: Beato de Gerona, elaborado en el scriptorium de San Salvador de Tábara (León), s. X. Primer mss. donde se menciona a una pintora que era mujer (Ende). Página y detalle. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.7.4. LA CONFECCIÓN DEL CÓDICE
Limpieza de la piel. Gran hoja. Corte de la piel seca en pliegos, procurando aprovechar la piel al máximo. Dobleces. Pliego > bifolio. Tareas: Armarius: supervisor del trabajo y del texto final. Su nombre alude al lugar en que se guardaban los libros. Pergaminero: encargado de preparar el pergamino. Scriptor librarius: copista. Rubricator: encargado de los títulos y las letras capitales. (Viene del latín rubricare, colorear de rojo, de rubeum, rojo). Iluminator: miniaturista. Ligator: encuadernador. El scriptorium (vídeo sin palabras) Making manuscripts (en inglés, sin subtítulos): (Getty Museum) Formas y materiales del códice, por Ana Belén Sánchez-Prieto (UCM) La preparación de la página. La “mise-en-page” de los manuscritos medievales, por Ana Belén Sánchez-Prieto (UCM) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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HOJA > PLIEGOS > CUADERNOS
Los cuadernos se construían normalmente con cuatro o cinco pliegos (hojas dobladas una vez), con lo que cada uno de ellos tenía ocho o diez folios, que recibían un nombre especial dependiendo del número de pliegos: binión (dos pliegos, cuatro folios); ternión (tres pliegos, seis folios), cuaternión (cuatro pliegos, ocho folios), etc. Binión, ternión, cuaternión y quiñón. La raya roja representa el eje del doblez Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Lo normal es que, cuando se trata de manuscritos escritos sobre pergamino, los cuadernos consten de cuatro pliegos, es decir, ocho folios (dieciséis páginas). Cuando se trata de códices escritos sobre papel, el número de pliegos aumenta y llega a ser, en el siglo XV, de doce folios, o lo que es lo mismo, seniones. En los cuadernos de pergamino se tenía la precaución de que las caras de las pieles coincidieran, es decir, que dos folios enfrentados, vuelto y recto, fuesen de la misma calidad (o del lado de la carne, o del lado del pelo). A esto se le ha llamado la regla de Gregory (1885). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Supongamos que tenemos una piel ya preparada para formar un cuaderno
Supongamos que tenemos una piel ya preparada para formar un cuaderno. Si la colocamos encima de una mesa con el lado del pelo hacia arriba, mirando hacia nosotros, y la doblamos por la mitad, trayendo la parte más alejada de nosotros hacia la parte más cercana, dejaremos de ver el lado del pelo y tendremos el de la carne. Si la volvemos doblar por la mitad, esta vez de izquierda a derecha, conseguiremos que el recto de un folio y el vuelto del anterior coincidan pelo con pelo y carne con carne. Lo cual demuestra que los estacionarios no tenían que preocuparse mucho para que se diera esta organización de las caras. Solo puede fallar cuando le ha ocurrido algún accidente al manuscrito, como puede ser el añadido o eliminación de alguna hoja a lo largo de la historia de un códice dado. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Los códices se escribían antes de su encuadernación
Los códices se escribían antes de su encuadernación. Para ello se enmarcaban los márgenes con minio o plomo con ayuda de un compás (circinus o punctorium) y se distribuían armoniosamente los espacios escritos y en blanco. El texto se disponía generalmente en dos columnas, pero también eran corrientes tres e incluso cuatro. La amplitud de los márgenes estaba en relación con la importancia del códice: los más ricos disponían de márgenes generosos, amplios, mientras que en los más sencillos el texto llegaba casi hasta el borde del soporte (papiro o pergamino). A partir del s. XII los márgenes, en general, se estrecharon. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Durante los primeros cuatro siglos, el formato de los códices fue bastante reducido; la relación de la anchura con respecto a la altura estaba en la proporción 2:3. A partir del siglo V las dimensiones de los formatos aumentaron. Las más corrientes eran el cuarto y el folio. El título de los códices se colocó durante los primeros tiempos al final, como en los rollos; pero al llegar el siglo V se introdujo la innovación de colocarlo al principio (incipit). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Incipit liber: ‘aquí comienza el libro’.
TERMINOLOGÍA RELACIONADA CON EL CÓDICE El códice medieval no tenía una página dedicada al título. Al principio de la obra había una frase de inicio, en la cual no se nombraba al autor, algunos llevaban la frase de inicio en una página escrita con tintas de color y acompañada por motivos geométricos y arquitectónicos; las indicaciones del autor se ponían al final de la obra. Íncipit: fórmula con que el copista iniciaba el texto, escrita en letra de distinto color o bien en rojo. Incipit liber: ‘aquí comienza el libro’. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Cuando el escriba había acabado su trabajo empezaba el la tarea del rubricador, que escribía en tinta roja una lista de títulos de los capítulos y adornaba las letras iniciales de las frases con un trazo vertical. Para asegurar la regularidad de la escritura y la armonía de la página se trazaban en el pergamino líneas horizontales y se delineaban los márgenes con dos líneas verticales en seco con una punta de metal. Rubrica: del lat. Rubrica, de ruber, rojo. Mención escrita con tinta roja. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Éxplicit El éxplicit era la indicación situada al final del códice, en el colofón, en la que se hacía constar el título (titulus) de la obra y con frecuencia el nombre del iluminador o del miniaturista, la fecha de conclusión del trabajo, invocaciones dando gracias a Dios, comentarios de orgullosa satisfacción y encomio del trabajo, hablando de las fatigas y las noches sin dormir. Suelen dirigirse al lector pidiéndole su recuerdo y bendición y recomendándole en alguna ocasión que no estropee el texto cogiendo el libro con las manos sucias, que las ponga a la espalda. En otros lugares se recomienda a los monjes que tomen el libro con la mano izquierda, pero envuelta en la manga del hábito, lo dejen descansar sobre las rodillas y la mano derecha, libre, la destinen a pasar las hojas. Explicitus est codex / Explicit: término que quiere decir que el códice ha quedado desenrollado (terminado), recuerdo de los colofones de los rollos de papiro. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Ejemplos de éxplicits:
Ardua scriptorum prae cunctis artibus ars est. (El arte (o trabajo) de los escribas es el más duro de todos) Scribere qui nescit, nullum putat esse laborem tres digiti escribunt, totum corpusque laborat. El que no sabe escribir piensa que no es ningún trabajo, pero aunque solo escriben tres dedos, todo el cuerpo trabaja. Dentur pro penna scriptori caelica regna. Alcance el copista el cielo por lo que ha hecho. Dentur pro penna scriptori pulchra puella. Prémiese al copista con una bonita muchacha. Explicit hic totum. Frater Jacobe, da mihi potum. Aquí se acabó el libro. Hermano Jacobo, dame un trago. Qui bona vina bibit Paradiso fortius ibit. Quien buen vino beba antes al cielo llega. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Foliación La foliación consiste en asignar un número a cada una de las hojas que componen un códice y lo normal es que se encuentre en el recto o anverso del folio. Casa de Alba, ms. 94, fol. 13r (detalle) Foliación en romanos en el recto. La b corresponde a la signatura Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Signatura y reclamo Para conservar el orden de los cuadernillos en su secuencia correcta al ir a encuadernarlos, e incluso para conservar la secuencia correcta de los folios dentro de cada cuadernillo, se usaron las signaturas. Según Lemaire (1989: 61) es el sistema más antiguo, anterior al de los reclamos. En un principio solo consistía en escribir un número en el verso del último folio de cada cuadernillo. Con el transcurrir del tiempo este número se insertó también en el recto del primer folio de cada cuadernillo. Sin embargo, esto no aseguraba el orden de los bifolios que constituían cada cuadernillo, por lo que surgió la llamada signatura a registro, es decir, la designación de cada cuadernillo con una letra y cada uno de los bifolios con un número. Supongamos que se trata de un cuaternión, es decir, un cuaderno constituido por cuatro bifolios, lo que arrojaría un total de ocho folios. Las indicaciones serían: aj, aij, aiij, aiiij en el primer cuaderno; bj, bij, biij, biiij en el segundo y así sucesivamente (el número del primero podía omitirse ya que estaba la letra; y la letra podía omitirse en los bifolios restantes del cuadernillo). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Desafortunadamente estas marcas prácticamente han desaparecido de los códices debido a que solían ponerse en los márgenes inferiores y a veces en el superior de los códices, por lo que han podido perderse a la hora de encuadernarlos (porque al encuadernar se solían cortar las hojas para igualarlas). Sin embargo, aún es posible encontrar rastros en muchos de ellos. En ocasiones se conservan casi intactos, como ocurre en el ms. 94 de la casa de Alba (siglo XV), que marca el primer folio de cada cuadernillo con una letra el margen superior. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Casa de Alba, ms. 94, fol. 13r (detalle) La letra b corresponde a la signatura del segundo cuadernillo; la cifra romana a la foliación (Foto JMFR) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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RECLAMO En el vuelto del último folio de cada cuaderno de un códice suelen aparecer unas letras que adelantan las primeras letras (pueden ser unas sílabas o una palabra o palabras completas) del primer folio del siguiente cuadernillo. Así, en el ms. 9219 de la BNE, en el vuelto del folio 12, en el margen inferior y encerrado en un diseño geométrico se encuentran las letras nos q̃lo (= nos que lo), que se corresponden con las primeras letras del recto del folio siguiente (fol. 13r) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Esas letras encerradas en el dibujo que repiten las primeras letras del folio siguiente se conocen con el término de reclamo y es el sistema más usual para asegurar la correcta colocación de los cuadernos de un códice. Estos reclamos, siempre que aparecen, lo hacen en el vuelto del último folio de cada cuadernillo (a veces puede haberlos al final de todos y cada uno de los folios), sin embargo su ubicación dentro del folio puede variar. Por lo general se sitúa en margen inferior. A veces centrado con el intercolumnio, o con el texto en los manuscritos a línea tirada. Pero no es raro encontrarlo desplazado hacia el margen interior. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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E incluso encontramos el reclamo con elaboradas decoraciones:
Sin embargo, los reclamos en el margen inferior corrían cierto peligro, sobre todo si se situaban muy cerca del borde inferior de la materia escriptoria, pues podían desaparecer cuando se encuadernara el códice. Por ese motivo, se comenzó a poner en el margen interno y en vertical. E incluso encontramos el reclamo con elaboradas decoraciones: Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Las iniciales destacadas
En los códices, así como en los primeros incunables y aun después, era habitual la utilización de iniciales destacadas, generalmente llamadas iniciales miniadas porque estaban adornadas con miniaturas. Inicial orlada: la que llevaba adornos: Inicial de figuras: -Antropomorfa (figura humana) -Historiada (paisajes, escenas al aire libre) -Floreada (con flores) -Florida (con adornos y arabescos) La decoración inicial del códice, por Ana Belén Sánchez Peralta (UCM) La decoración del códice. Procedimientos técnicos, por Ana Belén Sánchez Peralta (UCM) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.8. La evolución de la escritura. Las escrituras nacionales
A medida que esta cultura monástica iba desarrollándose con el latín como lengua y la literatura latina como su especial campo de estudio, la escritura experimentó también una evolución, que comienza con la escritura cursiva latina, que en los primeros siglos de nuestra era fue apareciendo junto a las ya citadas escrituras capital y uncial. En la temprana Edad Media esta cursiva adquiere en los diversos monasterios características nacionales. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Las escrituras nacionales (ss. VI-XII)
Merovingia Lombarda o longobarda Visigótica o visigoda Irlandesa Anglosajona Jean Mabillon, llamado también Dom Mabillon (1632 – 1707) fue un monje, erudito e historiador francés, conocido como fundador de dos de las llamadas ciencias historiográficas: la diplomática y la paleografía. Esta denominación se aplica impropiamente a cinco clases de escritura: la merovingia en la Galia, la lombarda en Italia, la visigótica en la península ibérica, la irlandesa en Irlanda y la anglosajona en Inglaterra. Surgidas en el siglo VI, fueron utilizadas hasta el XII. La denominación de escrituras nacionales, adoptada por Jean Mabillon ( ), fue rechazada por Scipione Maffei ( ). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.8.1. Merovingia (ss. V-VIII)
Se usó en la Galia en la época merovingia (ss. V-VIII d.C.) para la escritura de documentos, antes de la reforma de Carlomagno. Es enmarañada, confusa y rica en enlaces y nexos, si bien emplea pocas abreviaturas. El documento más antiguo escrito en ella es un precepto de Clotario II dado entre el 15 de junio y el 15 de julio del 625. Estuvo reducida en principio al ámbito cancilleresco, oficial y diplomático, si bien influyó en el desarrollo de lo que sería la minúscula carolina. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Lombarda (ss. VII-XII) La escritura lombarda o longobarda, derivada de la letra minúscula paleográfica cursiva romana, utiliza una letra minúscula y se emplea en libros y documentos de Italia entre los siglos VII y XII. Casi todas las letras de esta escritura tienen una forma análoga a la de todas las escrituras derivadas de la minúscula paleográfica cursiva romana, aunque menos abundantes en ligaduras y con una oblicuidad algo menor. Entre sus letras son características las siguientes: a, q, e, g, r. Una variante de esta escritura es la llamada curial o littera romana, empleada en la cancillería de los pontífices romanos. Manuscrito en letra curial o minúscula romana. Siglo VIII d. C. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.8.3. Visigótica o mozárabe (ss. VIII-XII)
Derivada de la minúscula cursiva paleográfica romana, se desarrolla en la península ibérica entre los siglos VIII y XII y se aplica a libros y documentos. En la escritura visigótica, cuyas características y duración son variables según las regiones, se distinguen dos formas: la cursiva y la minúscula. Una de las variedades de la cursiva visigótica, que surge ya a finales del s. VII o principios del VIII, aparece en numerosos manuscritos para transcribir las notas marginales o textos breves. Con la invasión árabe, en el 711, el país queda dividido en dos zonas, una de las cuales, la mozárabe, utiliza una letra visigótica que se conoce con el nombre de letra mozárabe. La minúscula visigótica, que no puede considerarse simplemente como un desarrollo caligráfico de la cursiva, aparece en los manuscritos españoles desde principios del siglo VIII y se convierte, excepción hecha de Cataluña, en la escritura típica española hasta principios del siglo XII. Es inclinada hacia la derecha o vertical. Visigótica o mozárabe (ss. VIII-XII) Manuscrito visigótico, siglo IX d. C. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.8.3.1. La España visigoda. San Isidoro de Sevilla
La capital de la España visigoda fue Toledo. La figura más notable fue San Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías, obra muy influyente en la Edad Media. De esta época es también el códice de las Morales, de San Gregorio, escrito en letra visigoda y conservado en la BNE. Las bibliotecas visigodas más importantes estuvieron ligadas a las escuelas episcopales de Sevilla, Toledo, Zaragoza, etc. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Entre sus letras se distinguen: a abierta, d vertical y d uncial estrecha, g estrecha, i corta e I larga. La decadencia de la visigótica española se inicia en el siglo XI debido a la influencia francesa y a la desaparición del rito gótico o mozárabe, y en el siglo XII es sustituida por la carolingia. Hoja del Glosario latino (964) con caligrafía visigoda. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.8.3.2. La España mozárabe. Los Beatos
Su principal legado fueron los “Beatos”, forma abreviada de llamar a los comentarios al Apocalipsis de San Juan, en alusión a la obra de Beato de Liébana. Eran códices profusamente ilustrados con miniaturas mozárabes, de gran repercusión fuera de España, especialmente en el sur de Francia. El éxito de este comentario, denominado abreviadamente Beato, se basa por un lado en el contenido (las explicaciones de las misteriosas revelaciones de San Juan) y por otro en las ilustraciones. El primero calmaba la inquietud espiritual de los ingenuos creyentes, a los que preocupaban el inminente fin del mundo y lo que sucedería tras la muerte. Las ilustraciones, cerca de cien, con motivos tanto europeos como musulmanes, son magníficas. Se conservan (según datos de 1985) 34 Beatos, 11 en España y 14 en el extranjero. El más antiguo, conservado solo parcialmente, es un folio procedente de Nájera que se conserva en Silos y data del siglo IX. La BNE custodia el Beato Facundo. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La morfología de las letras, las ligaduras y algunos nexos son distintos según nos encontremos ante una escritura visigótica redonda, ejecutada lentamente, o ante una escritura visigótica cursiva, de trazado más rápido. Algunos ejemplos de la morfología visigótica son: la a cursiva semejante a la e que se ejecutan ambas con una forma similar a un 3 hecho al revés; la a redonda similar a una u; la «r» rotunda similar a un «2»; la g de la redonda de clara raigambre semiuncial; Algunas letras tienen dos morfologías: el trazo superior de la «t» puede formar un círculo a la izquierda o dos círculos, en cuyo caso se confunde con una g de la cursiva; una i corta antecede a letras largas y una i larga, que parece una ele, a las cortas; la d tiene una forma con un astil vertical y otro con él inclinado hacia la izquierda, de tradición uncial; de especial interés para los lingüistas tiene la forma de la «z», que fue adoptada por la escritura carolina donde evolucionaría a la cedilla «ç». Existen abundantes ligaduras en especial con las letras «e», «r» y «t». En algunas ocasiones había dos ligaduras distintas que se usaban para representar las diferencias de pronunciación de una letra, como en el caso de la representación de la sílaba «ti, tj» que en el latín hispano de la época tenía dos pronunciaciones una oclusiva y otra fricativa. La escritura visigótica presenta abundantes abreviaturas, indicadas de forma totalmente característica y única, algunas de carácter general marcadas por signos que dependen de las costumbres del escribano y otras de carácter específico, señaladas por signos concretos que tienen un valor determinado, como el semicolom para el -us y el -ue en la escritura visigótica más antigua, una especie de pequeña «s» retorcida que situada en la parte superior para la desinencia «-us» y -ue de la visigótica del segundo y tercer período de su evolución, un trazo sinuoso colocado a la izquierda del caído de la letra p para abreviar el per, etc. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.8.3.3. Las Glosas Emilianenses y Silenses.
Las Glosas Emilianenses, escritas en el siglo IX o X, es un pequeño libro y pasaría casi desapercibido en la historia del libro antiguo español si no fuese por las glosas en romance que algún monje escribió en el margen para facilitar la comprensión del texto en latín. Aunque se dice que son las primeras palabras escritas en castellano, están en romance navarro-aragonés y dos de ellas en lengua vasca. El nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus), perteneciente a La Rioja y por aquel entonces parte del Reino de Navarra. Su valor se descubrió en 1911, cuando Manuel Gómez-Moreno, que estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso, transcribió todas las glosas, alrededor de mil, y las envió a Ramón Menéndez Pidal. Dos tipos de glosa: glosa intercalada y la glosa interlineal. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso 2017-2018
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Centro de producción muy activo y famoso fue el monasterio de Silos en Burgos, que a pesar de sufrir los ataques de los califatos peninsulares, tuvo una importante biblioteca que fue dispersada a consecuencia de la desamortización del siglo XIX (funesta para importantes bibliotecas españolas que fueron a parar por cantidades ridículas al extranjero). De allí procede el Beato que se encuentra en la British Library. Allí se conserva un folio de un beato del siglo X con los Comentarios de Smaragdo a la Regla de San Benito, además de un Breviario con hojas de papel, siendo éste el códice más antiguo de toda Europa escrito sobre papel (hasta entonces se hacían en pergamino). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2. 8. 4. La escritura irlandesa (s
La escritura irlandesa (s. V/VI-XIII), comienzo de la separación de las palabras Manuscrito irlandés, siglo VII d. C. Deriva de la minúscula semiuncial utilizada en Irlanda. La semiuncial redonda fue la primera forma de letra irlandesa, empleada principalmente para la escritura de libros litúrgicos. Iniciada entre los siglos V y VI, llevada a Irlanda por la cultura latina, alcanza hasta el XIII. Se dieron dos clases: una, gruesa, semiuncial, redonda; y otra, derivada de esta, angulosa, minúscula, más cursiva. Es la primera en manifestar con claridad la tendencia a separar las palabras latinas. De Irlanda pasará a Francia con la reforma carolingia a través de Alcuino de York. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Pronto se comenzaron a desarrollar diversas técnicas para hacer más legibles las letras sobre la página. La letra cursiva, sustituta de la uncial y la semiuncial de la época imperial tardía, traía consigo una variedad de complicados enlaces (ligados) entre las palabras que hacían realmente difícil la comprensión del texto, sobre todo en aquellas regiones donde el latín era la segunda lengua. Los amanuenses anglosajones fueron pioneros en la reducción de esas variantes y los primeros que produjeron la litterae absolutae, es decir, las letras invariables en minúsculas. Cada elemento tendría a partir de ahora una sola forma reconocible. Más adelante en toda Europa se adoptaría esta convención enfatizando los rasgos distintivos mínimos de cada letra. Esta es la base de la escritura minúscula que se empleó durante siglos en Occidente y que serían la base de los caracteres modernos, donde “cada letra tiene su propio contorno, y el “etc.” [&] ―originalmente un et ligado― se percibe como una forma por derecho propio.” (Parkes 2001, p. 166) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Los amanuenses irlandeses, al copiar los textos latinos, abandonaron la scriptio continua de sus modelos y adoptaron como base para su trabajo los criterios morfológicos que habían hallado en los análisis de los gramáticos: identificaban las palabras introduciendo espacios entre las partes de la oración. Los copistas irlandeses intentaban aislar no solo las partes del discurso sino también los componentes gramaticales de la oración latina; clarificaban la puntuación introduciendo nuevos signos, cuyo número aumentaba en función de la importancia de la pausa. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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The Book of Kells El Libro de Kells (Book of Kells en inglés; Leabhar Cheanannais en irlandés), también conocido como Gran Evangeliario de San Columba, es un manuscrito ilustrado con motivos ornamentales, realizado por monjes celtas hacia el año 800 en Kells, un pueblo de Irlanda. Considerado la pieza principal del cristianismo celta y del arte irlando-sajón es, a pesar de estar inconcluso, uno de los más suntuosos manuscritos iluminados que han sobrevivido a la Edad Media. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Además, desarrollaron la littera nobilior, es decir, la letra destacada para enfatizar visualmente los inicios de secciones o textos. Los amanuenses europeos les seguirían en esto, y añadirían letras sueltas tomadas de los libros antiguos, “para usarlas como «presentación terciaria», es decir, como litterae notabiliores al comienzo de las nuevas sententiae, la parte restante de las cuales se escribía en letra minúscula. Cuando el amanuense utiliza las versales rústicas o versales cuadradas para este propósito, podemos hablar ya literalmente, por primera vez de «letras mayúsculas» como elemento de escritura” (Op. Cit., p. 165) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.9. Conclusión de Malcolm Parkes
Probablemente los rasgos más distintivos de la Alta Edad Media son: El impacto de un nuevo aliciente para leer [la salvación del alma] y la consiguiente exigencia (por parte de aquellos lectores para quienes el latín era una lengua extraña) de un más fácil acceso a la información contenida en los textos. La influencia de determinados principios (contenidos en las obras de los antiguos gramáticos) tendentes a desarrollar una serie de convenciones que permitiesen cumplir tal exigencia: la evolución de los rudimentos de lo que se ha dado en llamar “gramática de la legibilidad”. Malcolm Parkes, “La Alta Edad Media”, Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid, Taurus, 2001, p. 177. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.10.LA ESPAÑA MUSULMANA La España musulmana (ss. VIII-XV) se caracterizó por la abundancia de libros, especialmente El Corán. Carecían de ilustraciones figurativas, aunque la caligrafía árabe era muy ornamental, con dos modalidades: la cúfica y la neshí, reflejadas de la forma más bella en la Alhambra granadina. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.10.1. Caligrafías islámicas. La letra cúfica
El kūfī o cúfico es llamado así por la ciudad de Kufa, donde se desarrolló a partir del siglo VIII. Es el estilo más antiguo. Se caracteriza por tener ángulos pronunciados y un aire cuadrado en general. Para no romper su aire macizo, con frecuencia los puntos de las letras se reducen a pequeñas rayas casi imperceptibles. Es uno de los estilos más empleados aún hoy en día en rótulos y decoración y el que más variantes tiene, aparte de haber dado lugar a los estilos magrebíes y andalusíes. Entre sus variantes destacan: el cúfico florido, en el que los trazos adquieren ciertos rasgos vegetales y se entrecruzan. el cúfico geométrico, en la que las letras se estilizan y simplifican formando figuras geométricas. Es uno de los estilos más utilizados en decoración, sobre todo en mosaico y azulejo, al que se adapta perfectamente dado que puede reducirse a una adición de cuadrados. Son frecuentes las inscripciones en cúfico geométrico adornando las paredes exteriores de las mezquitas, los alminares o la base de las cúpulas. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Letra neshí. Estilos magrebíes y andalusíes
Un estilo —o conjunto de estilos— importante es el llamado andalusí o magrebí, que guarda poca relación con los demás porque a diferencia de ellos no deriva del nasj sino del cúfico antiguo. Es la forma de escritura tradicionalmente usada en Al-Ándalus, el noreste de África y por los pueblos musulmanes de África occidental. Se ejecuta con un cálamo diferente de los que se utilizan habitualmente, pues tiene una punta aguda similar a las de las plumas europeas. Por esta razón, tiene poco grosor en el trazo y éste suele ser uniforme. Escapa a las reglas de proporción aplicadas en los demás estilos, por lo que concede una libertad de ejecución más grande. Es el típico de la Alhambra. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2.10.2. La difusión del papel a través de los árabes
Una de las grandes aportaciones de los árabes al libro fue la difusión del papel, invento chino atribuido a T´Sai Lun (año 105) que, hacia el año 1100 (s. XII), llegó a Europa a través de España. El libro cristiano más antiguo, de los que se han conservado, escrito en España sobre papel es un Misal de rito toledano o mozárabe, conservado en el monasterio de Silos, que probablemente data del siglo XI, y que es descrito como “de pergamino de trapo” en un inventario de los libros del monasterio. Consta de 157 folios, de los cuales solo 38 son de papel (los restantes, son de pergamino). Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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LA EXPANSIÓN DEL PAPEL COMO MATERIA ESCRIPTÓREA
Tras su invención en China, tarda más de mil años en llegar a Europa. 2 vías de penetración: Los árabes lo llevan desde Fez (Marruecos) a España (Játiva, Valencia, 1150 primer molino de papel). > Játiva > Alemania, Colonia, 1320. De Egipto a través de Montefano y Venecia (1276), a Italia. Venecia > Alemania, Nuremberg, 1391. Alemania > Inglaterra (1494) Inglaterra > USA (1690) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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El Califato de Córdoba Gran esplendor cultural, que se manifiesta en el desarrollo de distintas bibliotecas: A) Bibliotecas califales, como la de Al-Hakam II en Córdoba, con importantes volúmenes traídos de Alejandría y Damasco, y las de Toledo, centro transmisor de la cultura árabe en Europa. B) Bibliotecas de las mezquitas, vinculadas a las escuelas adjuntas o madrasas. Disponían de un catálogo y una clasificación temática. C) Bibliotecas particulares, de bibliófilos árabes pertenecientes a la sociedad culta y religiosa. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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MINIATURA DEL MANUSCRITO DE LA HISTORIA DE BAYAD Y RIYAD, AL ÁNDALUS (S. XIII) BIBLIOTECA APOSTÓLICA VATICANA, ROMA Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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2. 11. TIPOS DE ESCRITURA DE DIVULGACIÓN INTERNACIONAL. 2. 11. 1
2.11. TIPOS DE ESCRITURA DE DIVULGACIÓN INTERNACIONAL EL RENACIMIENTO CAROLINGIO (ss. VIII-XII) En relación con la decadencia intelectual y cultural que supuso la denominada Edad Oscura iniciada con la caída del Imperio romano de Occidente (desde el siglo V), el renacimiento carolingio fue un período de recuperación. Durante este período hubo un aumento de los estudios artísticos, literarios, jurídicos y litúrgicos (se reformaron los ritos sacramentales). También se desarrolló el empleo del latín medieval y la minúscula carolingia, proveyendo un lenguaje común y un estilo de escritura que permitieron una mejora de la comunicación entre la minoría culta de la mayor parte de Europa. Se utiliza incluso la expresión humanismo carolingio para designar la labor de recuperación de la cultura clásica latina que se dio esencialmente en los monasterios carolingios y en la Escuela Palatina de Aquisgrán, bajo la dirección de Alcuino de York. La actividad política y legislativa de la corte carolingia (incluso en cuestiones como la reforma monetaria, la demarcación territorial civil ―condados, ducados, marcas― y la reordenación de las provincias eclesiásticas ―se restauró la autoridad de los arzobispos sobre los obispos sufragáneos― estuvo tan vinculada a estos aspectos, que se denominan conjuntamente con la expresión reformas carolingias. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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1) Territorios heredados por Carlomagno; 2) Territorios conquistados por Carlomagno; 3) Territorios más o menos dependientes del Imperio carolingio; 4) Marcas defensivas del Imperio; 5) Líneas de resistencia del Imperio. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Las dimensiones del imperio de Carlomagno precisaban de un aparato burocrático que lo sostuviera. Para ello era necesario servidores públicos alfabetizados, es decir, que supieran leer y escribir. La falta de personas letradas significaba una gran dificultad. Un problema adicional era el hecho de que el latín vulgar estaba divergiendo en dialectos regionales (los precursores de las lenguas romances modernas) mutuamente ininteligibles; de modo que ni siquiera los eruditos que empleaban el latín literario podían comunicarse sin dificultad con sus colegas de otros lugares de Europa. Para tratar de solucionar ambos problemas, Carlomagno ordenó la creación de escuelas y atrajo a muchos de los más importantes eruditos de la época a su corte, destacadamente al monje anglosajón Alcuino de York. Alcuino y Carlomagno se encontraron en Italia en el 781; al año siguiente, Carlomagno lo llamó para que le asistiera en una reforma educativa que, iniciada en la Escuela de la corte de Aquisgrán (cuyas funciones podían considerarse precedentes de la universidad medieval), se difundiera por una red de escuelas episcopales que habrían de crearse en cada una de las diócesis de cada parte del Imperio. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Rabano Mauro, Alcuino de York y Otgario
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Se estableció un currículum estandarizado (Trivium et Quadrivium) para su uso en esas escuelas. Alcuino se encargó de la recopilación y de la propia redacción de todo tipo de libros de texto, a veces tan rudimentarios como listas de palabras. La minúscula carolingia proporcionó un modelo de escritura claro y sencillo para los manuales, usado en primer lugar en los monasterios de Corbie y Marmoutier (San Martín de Tours). Se fijó una versión estandarizada del latín que permitió acuñar nuevas palabras mientras se conservaban las reglas gramaticales del latín clásico. Ese latín medieval se convirtió en la koiné de la élite culta europea, permitiendo a clérigos, funcionarios y viajeros hacerse entender por toda Europa Occidental. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La escritura carolingia (s. VIII-XII d.C.)
El Renacimiento carolingio impulsado por el emperador Carlomagno con la colaboración de Alcuino de York, con su ambiente de renovación cultural y su necesidad de disponer de libros, se manifestó en la creación de un nuevo tipo de escritura económica y legible, la llamada «minúscula carolina». Su uniformidad y regularidad, sus formas sencillas, redondeadas y separadas, la hacían muy legible, de modo que se difundió rápidamente. Su objetivo era conseguir una letra fácil de leer y escribir. Su modelo base fue una variante de la escritura gala conocida como Littera Gallica, en uso en el famoso monasterio de Corbie. Miniatura del Libro de horas de Carlos VIII de Francia, manuscrito iluminado en pergamino del siglo XV, f.º 13v. Representa a Luis XII orante y tras él, de pie, Carlomagno. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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En los territorios excluidos del Imperio de Carlomagno (España, Islas Británicas y sur de Italia) penetró más tarde, compitiendo con las escrituras nacionales antes mencionadas, pero finalmente se impuso. La minúscula carolina permaneció prácticamente inalterada hasta el siglo XII, y perduró incluso más allá de este siglo, proporcionando a la Europa occidental un tipo común, que está en la base de nuestra escritura minúscula actual. Para las mayúsculas, se siguieron usando las formas unciales o capitales rústicas latinas. Esta letra fue un auténtico estándar para la literatura clásica, libros religiosos y textos escolares durante varios siglos. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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La escritura carolingia o francesa es una minúscula redonda, de formas redondeadas y regulares obtenidas mediante pluma de oca cortada oblicuamente, en lugar de horizontalmente, como antes. Derivada, al parecer, de la semiuncial, la escritura carolingia se origina en Francia en el siglo VIII. Procede de una academia fundada por Alcuino con la misión de elaborar un nuevo tipo de escritura. Pronto es aceptada en países como Francia (en sustitución de la merovingia), Alemania y la Italia del Norte (en sustitución de la longobarda). En España se introduce poco a poco, primero en Cataluña (siglo IX) y posteriormente, en el siglo XI, viene a sustituir, en el resto del país, a la letra visigótica, entonces llamada letra toledana. Miniatura del Libro de horas de Carlos VIII de Francia, manuscrito iluminado en pergamino del siglo XV, f.º 13v. Representa a Luis XII orante y tras él, de pie, Carlomagno. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Características de la escritura carolingia
La minúscula carolingia era clara y uniforme, con formas redondeadas, disciplinada y sobre todo, legible. Las letras capitales claras y los espacios entre palabras —normas que tomamos de esta escritura— se convirtieron en estándares en la minúscula carolingia. La escritura carolingia generalmente tiene menos ligaduras que otras escrituras contemporáneas, aunque el ampersand, y las ligaduras de ae, rt, st, y ct son comunes. La letra d a menudo aparece en forma uncial, con un asta ascendente inclinándose hacia la izquierda, pero la letra g es esencialmente la misma que posee la moderna minúscula. Hay también uso de signos de puntuación tales como el signo de interrogación. Para el siglo XII aparece la moderna i puntuada. El signo & (en inglés, ‘ampersand’, abreviatura de ‘et’), cuyo nombre en español es et, es una alternativa gráfica de la conjunción copulativa latina et, que significa y de la que deriva la española «y». Es conocido por su nombre en inglés ampersand, proveniente a su vez de la expresión and per se and, es decir, «y por sí mismo, y», usada como parte de la retahíla para la memorización del alfabeto. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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3. Bibliografía Algunos enlaces interesantes: El scriptorium (vídeo sin palabras) Making manuscripts (en inglés, sin subtítulos): (Getty Museum) Formas y materiales del códice, por Ana Belén Sánchez-Prieto (UCM) La preparación de la página. La “mise-en-page” de los manuscritos medievales, por Ana Belén Sánchez-Prieto (UCM) La decoración inicial del códice, por Ana Belén Sánchez Peralta (UCM) La decoración del códice. Procedimientos técnicos, por Ana Belén Sánchez Peralta (UCM) Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier
Bibliografía citada BARBIER, Frédéric, Historia del libro, Madrid, Alianza Editorial, 2005. BOLOGNA, Giulia, Manuscritos y miniaturas. El libro antes de Gutenberg, Madrid, Anaya, 1994. CAVALLO, Guglielmo & Roger CHARTIER, Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid, Taurus, 2001. DAHL, Svend, Historia del libro, Madrid, Alianza, Reed. en 2007. ESCOLAR, Hipólito, Historia Universal del libro, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993. FEBVRE, Lucien & Henri-Jean MARTIN, La aparición del libro (1958), trad. de Agustín Millares Carlo, México, FCE, 2005. MANGUEL, Alberto, Una historia de la lectura, Barcelona, Círculo de Lectores, 1998. McLUHAN, Marshall, La Galaxia Gutenberg [1962], Barcelona, Galaxia Gutenberg, 1998.MARTÍNEZ DE SOUSA, José, Pequeña historia del libro, Gijón, Trea, 2010. MARTÍNEZ DE SOUSA, José, Diccionario de bibliología y ciencias afines, Gijón, Trea, 2004 (3ª ed. aumentada). MARTIN, Henri-Jean, Historia y poderes de lo escrito, Gijón, Trea, 1999. VVAA, El libro antiguo español. Actas del Primer Coloquio Internacional (Madrid, diciembre 1986), Ed. María Luisa López Vidriero y Pedro M. Cátedra, Salamanca, Universidad & BN, Sociedad Española de Historia del libro, 1988. VVAA, El libro antiguo español. Actas del Segundo Coloquio Internacional (Madrid), Ed. María Luisa López Vidriero y Pedro M. Cátedra, Salamanca, Universidad & BN, Sociedad Española de Historia del libro, WALTHER, Ingo F. & Norbert WOLF, Codices illustres. Los manuscritos iluminados más bellos del mundo desde 400 hasta 1600, Colonia/Barcelona, Taschen, 2014. Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier
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FIN del tema5 Profª Dra. Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier / Historia del Libro y la Lectura / Curso
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