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El discernimiento en Amoris laetitia

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Presentación del tema: "El discernimiento en Amoris laetitia"— Transcripción de la presentación:

1 El discernimiento en Amoris laetitia
Jornada de Formación Pastoral (Argentina) mayo 2017

2 ¿Qué es el discernimiento? ¿Qué es la ética?
temática ¿Qué es el discernimiento? ¿Qué es la ética? ¿Qué papel tiene la conciencia? 1.- El discernimiento en la tradición de la Iglesia 2. - Ethos y discernimiento (conciencia) 3.- El discernimiento en Amoris Laetitia

3 Una experiencia profundamente humana
“Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco… que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero… Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom 7, 15 – 23).

4 El discernimiento en la tradición de la iglesia
1.- Sagrada Escritura 2.- Tradición de la Iglesia 3.- San Ignacio de Loyola

5 Sagrada escritura “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo, a quien instituyó heredero de todo y por quien también hizo el universo” (Hebreos 1, 1 – 2). El ser humano no es una maquina programada sino una criatura libre. Por tanto, la historia de salvación consiste en un Dios que llama invitando y una humanidad que responde libremente. En el contexto de este diálogo, la Sagrada Escritura introduce el verbo DOKIMAZEIN (discernir): a) Las elecciones, en primer lugar, no se plantean entre la virtud y el vicio, entre el bien y el mal, sino que llaman a seguir un camino desconocido, que se irá iluminando día a día, paso a paso. b) Se elige en un acto de confianza al Dios personal que llama, pero sin justificar sus exigencias. Se imponen a la fe. La persona que adhiere a esta elección percibe una presencia y un futuro misterioso. c) Se dan en un contexto histórico salvífico, que no es individualista sino que repercuten en beneficio de todo el Pueblo de la alianza.

6 En oposición a esta voz divina se levanta otra opuesta: la figura de Satanás en el libro de Job (1, 6 – 7) o la del serpiente en el Génesis (capítulo 3). Para el Antiguo Testamento, elegir no es sólo optar entre dos posibilidades, hacer tal o cual cosa. Es mucho más, es escuchar las voces que lo llaman, es interpretar quién está detrás de ellas, es acogerlas dándoles crédito, es ponerse en camino y obedecer, es partir en misión. Dicho en una sola palabra, todo esto es discernir. Todo el Antiguo Testamento supone un largo y continuo discernimiento. Los profetas señalan al pueblo los conflictos entre el designio divino de salvación y las resistencias del pecado enquistadas en las fuerzas y ambiciones humanas y políticas. Esta es la gran lección de los profetas; esta es la visión de toda la Biblia, que mirando a Israel a la luz de Dios, ilumina la lucha entre el bien y el mal y el designio salvífico divino para todo el mundo. La Biblia es puro discernimiento de los espíritus que están en juego en esta lucha.

7 Comprender y vivir las parábolas es practicar el discernimiento.
El Nuevo Testamento tiene otra situación. El punto central es Jesús. Jesús no es un profeta sino el profeta. Él envía al Espíritu que habla en nosotros. Cabe al cristiano discernir esta voz del Espíritu. Por tanto, el discernimiento se vuelca hacia expresiones más personales, e interiores. La expresión “discernimiento de espíritus” se encuentra en las cartas del Nuevo Testamento (1 Cor 12, 10; 1 Jn 4, 1), pero no en los Evangelios. Éstos traen, sin embargo, la experiencia vivida de discernimiento. Los Evangelios Sinópticos no emplean la palabra, pero sí el proceso de discernir. María acepta en la fe la palabra del ángel de ser madre; José también acepta en la fe la misión que le hace Dios por medio del ángel. También las parábolas de Jesús suponen un continuo discernimiento: 1.- Ser sal o hacerse insípido (Mt 5, 13), 2.- Ojo sano o enfermo (Mt 6, ), 3.- Camino espacioso o angosto (Mt 7, ), 4.- Edificar sobre la arena o sobre la roca (Mt 7, ), 5.- Pescados buenos o malos (Mt 13, ), 6.- Invitados de la primera o de la última hora (Mt 22, 1 - 4), 7.- Vírgenes sabias o necias (Mt 25, ), 8.- Cultivar o desperdiciar talentos (Mt 25, ), 9.- Reconocer o desconocer al Hijo del hombre en sus hermanos desnudos, enfermos o prisioneros (Mt 25, ). Comprender y vivir las parábolas es practicar el discernimiento.

8 ¿De dónde viene el significado de discernimiento
¿De dónde viene el significado de discernimiento? Pareciera provenir de la raíz doke, observar o examinar atentamente. En el mundo griego la palabra se usaba para declarar a una moneda como auténtica, de valor reconocido; o para referirse al examen a que se sometía a un juez, un sacerdote u otros funcionarios públicos para entrar en funciones. A la raíz de la palabra dokimázein está pues la idea de probar para rechazar lo malo y retener lo bueno. En el mundo judío (en la Biblia de los LXX) el verbo dokimázein significa examinar, probar, escrutar, con la idea de purificar, conocer la realidad profunda de una persona o de una cosa, elegir lo que es mejor. En San Pablo la palabra discernimiento es clave para entender su pensamiento: ¿Cómo reconocer los signos de Dios en una determinada situación y, sobre todo, frente a ciertas opciones? * La tríada - fe, esperanza y caridad (1 Tes 1,2s: 5,8-10: 1 Cor 13,13: Col 1,4s) - constituye la dimensión fundamental en que la existencia cristiana se manifiesta, realiza y crece en nosotros * Por tanto, se presenta la tarea de discernir para percibir continuamente la voluntad de Dios (Ef 5, ). * Esto se consigue en la medida en que se ha recibido el don del Espíritu (Rom 8). * El Espíritu divino entabla un diálogo que invita al individuo a una continua confrontación para dar una respuesta dócil en el contexto de un constante dinamismo de transformación interior y de renovación, para reconocer el sendero que traza Dios y seguirlo. Así, el discernimiento espiritual ayuda al cristiano para pasar de la edad infantil de la fe a la de la persona madura.

9 ¿Cuáles son los criterios por los que se verificar que una determinada inspiración viene efectivamente de Dios? 1.- Los frutos. El espíritu bueno y el malo se reconocen por sus frutos: "Las obras de la carne son manifiestas: fornicación, impureza, lujuria... Por el contrario, los frutos del Espíritu son: caridad, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia" (Gál 5, 14-22; cf. Ef 5, ; Rom 7, ). 2.- La comunión eclesial. Los dones auténticos del Espíritu son los que edifican la Iglesia (1 Cor 14, ). Los carismas son dones fecundos para la Iglesia; sobre todo la profecía, la cual es una palabra eficaz que da paz, ánimo y confianza. 3.- La fuerza en la debilidad. El Espíritu se manifiesta con signos de poder: milagros, seguridad para proclamar la palabra de Dios y afrontar las persecuciones (1 Tes 1,4-5; 2 Cor 12,12). Son signos que resultan tanto más auténticos cuanto más contrastan con la debilidad del apóstol (2 Cor 2, 4; 12, 9). 4.- La inmediatez de Dios. Seguridad de una vocación divina en la docilidad eclesial. Es la experiencia de Pablo comenzada en el camino de Damasco. Por una parte, Dios da la certeza de su vocación (Rom 1, 1; Gál 1, 15; Flp 3, 12) y, por otra, esa llamada debe ser autentificada por la comunidad eclesial (Gál 1, 18) y por sus responsables. 5.- La luz y la paz. Los dones del Espíritu no son impulsos ciegos que suscitan dificultades y desorden (1 Cor 14, 33). Esto vale no sólo de las manifestaciones extraordinarias, sino también de las mociones interiores: "La tristeza que es según Dios produce un arrepentimiento saludable e irreversible, mientras que la tristeza por razones de este mundo produce la muerte" (2 Cor 7, 10), "porque los bajos instintos tienden a la muerte, el Espíritu tiende a la vida y la paz" (Rom 8, 6; cf. 14, ). 6.- La comunión fraterna. Es el criterio más seguro e importante que revela los signos de la presencia del Espíritu (1 Cor 13). La caridad hace también respetar y amar los carismas de los otros (1 Cor 12).

10 A algunos el Espíritu les concede el carisma del "discernimiento de espíritus" (1 Cor 12,10), es decir, la capacidad estable y duradera de reconocer si una determinada inspiración viene del Espíritu divino o del espíritu del mal. Mas a todos los creyentes se les da el "don del Espíritu", que se recibe radicalmente con la fe y el bautismo, y que "habita en nosotros" (Rom 8,9) y nos guía, haciéndonos vivir como hijos de Dios (Rom 8,14). El Espíritu es, pues, el elemento constitutivo de nuestro ser de cristianos y el principio dinámico y la norma de acción, constituyéndonos hijos "en la Iglesia" (1 Cor 12,13). También San Juan, en su primera carta, pone en guardia a los cristianos para que adopten una actitud crítica frente a “los espíritus”: "Queridísimos, no se fíen de todo espíritu, sino examinen los espíritus (dokimázete ta pneumata), a ver si son de Dios" (4, 1)". Su evangelio se lee como una lucha entre las tinieblas y la luz (Jn 1, 5) y llama a Satanás "padre de la mentira" (8, 44). La carta dice que debemos "distinguir el espíritu de la verdad del espíritu del error" (1 Jn 4, 6).

11 Tradición de la iglesia
El tema del discernimiento no es nuevo en la Iglesia. Tiene su fundamento en San Pablo y la encontramos en San Basilio, San Gregorio de Niza, los Padres del Desierto, Diádoco de Fótice, San Máximo confesor, Juan Casiano, Juan Clímaco… [[Se puede consultar Manuel Ruiz Jurado s.j., El discernimiento espiritual: teología, historia, práctica, (BAC, 2002)]] La teología tradicional ve en la oposición de las mociones, la diferencia de origen: inclinaciones hacia el bien vienen de Dios (la gracia) y las inclinaciones hacia el mal son atribuidas al demonio (concupiscencia, el pecado). Por lo tanto, se presenta el discernimiento como un proceso porque intenta elaborar una criteriología para distinguir las mociones y su proveniencia. Ya desde el siglo II encontramos la doctrina, de fuerte raigambre bíblica, de los dos caminos (duae viae), el de la luz y el de las tinieblas (Didajé, el Manual de disciplina de los esenios del Qumran, el Pastor Hermas). El Pastor Hermas escribe: “Hay dos ángeles en el hombre: el ángel de la justicia y el ángel del mal. –Señor, exclamé yo, ¿cómo hacer para distinguir la acción de cada uno de ellos, ya que ambos habitan en mí? – Escúchame. El ángel de la justicia es delicado, reservado, dulce, pacífico. Cuando entra en tu corazón, te habla inmediatamente de justicia, santidad, castidad, templanza y demás obras justas. Cuando estos pensamientos santos surgen en tu corazón, debes saber que el ángel de la justicia está contigo. Estas son sus obras…Considera ahora las obras del ángel del mal. Ante todo, es irascible, lleno de agriedad y demencia; sus obras son malas y pervierten a los servidores de Dios. Cuando te sientas invadir por la cólera o la agriedad, debes saber que él está en ti…Estas son las maneras de obrar de los dos ángeles. Compréndelas bien. Cree en el ángel de la justicia, pero aléjate del ángel del mal” (Precepto VI; cf. art. “Démon” en Dict. Spir. III, cols ).

12 San Agustín distingue entre las dos ciudades: “Dos amores se construyeron dos ciudades: el amor de sí hasta el desprecio de Dios, la ciudad de la tierra; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la ciudad celeste. La una se gloría en sí, la otra en el Señor. La una busca su gloria de los hombres; la otra pone toda su gloria en Dios, testigo de su conciencia…La una, orgullosa de su gloria, camina con la cabeza en alto; la otra dice a su Dios: “Tú eres mi gloria, eres tú quien alza mi cabeza” (Sal 3, 4). Aquella, en sus jefes, en sus victorias sobre las naciones que subyuga, está dominada por la pasión de mandar; ésta nos muestra a sus ciudadanos sirviéndose mutuamente en la caridad, los jefes velando por el bien de sus subordinados, los súbditos obedeciendo…” (La ciudad de Dios, 14, 28). Casiano (siglo V): Es el gran maestro espiritual de occidente. En sus “Conferencias” (Collationes) en forma de diálogo dedica ocho capítulos de la primera conferencia y toda la segunda al tema del discernimiento de los espíritus, al que incorpora la idea griega del “nada en demasía”, la discreción, la mesura. Casiano llama a la discreción (diákrisis) “la madre de la mesura”, y la opone al “vicio de la desmesura”. Es una virtud que inspira y rige todas las demás virtudes y que debe controlar todas las formas de nuestras acciones: “Ninguna virtud puede mantenerse o perfeccionarse completamente sin la gracia de la discreción. Esta es la madre, la guardiana y la moderadora de todas las virtudes” (Coll 2, 4). Es papel de la discreción mantener al monje a igual distancia de los excesos y guiarlo por el camino real, sin dejarlo que se aparte ni a la derecha en un fervor excesivo sin templanza, ni a la izquierda en la molicie y el relajamiento que llevan a la tibieza espiritual” (Coll 2, 2). Las condiciones esenciales para adquirir la discreción son la humildad y la transparencia de conciencia, que requiere a la vez de la humildad (Coll 2, 10).

13 Tomás de Kempis (Muere 1471): Un clásico de la espiritualidad de occidente es la Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis. Es sabido que para Ignacio fue un libro de cabecera. Kempis trata del discernimiento en el libro III, capítulo 54, “De los diversos movimientos de la naturaleza y de la gracia”, y en el capítulo 55, “De la corrupción de la naturaleza y de la eficacia de la gracia divina”. El primero es un paralelo entre los movimientos de la naturaleza, que se orientan hacia la búsqueda de uno mismo, y los de la gracia, que apuntan a Dios y a lo que le concierne. Esto es para Kempis la ley básica del discernimiento, aunque el autor no ignora la acción del demonio, que hemos de tenerla bien en cuenta y rechazarla con energía mediante la oración, la humildad, la confesión y la confianza en Dios (Libro I, 6; III, 6). El Concilio Vaticano II hace suya la mirada bíblica del Dios que se revela en la historia (Dei Verbum). Por lo mismo escruta con atención los “signos de los tiempos”; es decir, en la línea de los profetas antiguos, enseña a discernir los llamados de Dios en el acontecer social, político y cultural de cada época (Gaudium et Spes). Las Conferencias de obispos de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida han proseguido con fruto esta manera de discernir en y desde el acontecer concreto, desde la historia. Concluyendo, en la tradición de la Iglesia cuando una persona apela a que tal cosa la discernió, tiene que ser muy responsable de no estar tomando el nombre de Dios en vano. En efecto, cuando uno discierne se apoya no tanto en la autoridad propia sino en la de Dios, que le hace sentir por sus efectos lo que Él pide que uno haga por Él. El objeto del discernimiento bíblico es una llamada que Dios hace para prestar algún servicio en la causa del Reinado del Padre. Lo fundamental de todo no es el discernir espíritus sino el elegir bien, guiados por el Espíritu Santo. La recta elección es el fin: el discernimiento es un medio,

14 San Ignacio de Loyola (1491-1556)
El término discernimiento no aparece en los escritos ignacianos como tampoco existe un tratado al respecto escrito por Ignacio. Sin embargo, los libros de la Autobiografía, los Ejercicios Espirituales y su Diario Espiritual son expresiones de las lecciones que fue aprendiendo de su propia vida y posteriormente elaboró, especialmente en sus “Reglas para en alguna manera sentir y conocer las varias mociones que en la ánima se causan, las buenas para recibir y las malas para lanzar” (EEEE 313). Ignacio descubrió por propia experiencia que la vida espiritual puede ser ambigua y equivoca. Ya san Pablo advertía: “No fiarse de cualquier espíritu sino de comprobar si los espíritus proceden de Dios” (1 Tes 5, 19; 1 Jn 4, 1). En su bísqueda de cumplir la voluntad de Dios se encontró con muchos tropiecos, hasta tal punto que en un momento dado pensó en el suicidio. En la primera etapa de su conversión, Ignacio se dedica a imitar a los santos. En Manresa hace su noviciado, atormentando por distintas mociones. En la visión del Cardoner se le abrieron los ojos del entendimiento y todas las cosas le parecían nuevas. El discernimiento ignaciano tiene su fuente en su misma experiencia y está elaborado en los Ejercicios Espirituales. En su Diario Espiritual se constata el meticuloso cuidado que ponía en expresar lo que ‘sentía’ y cómo buscaba la palabra precisa que mejor describiera su experiencia. Observaba finamente los efectos que tenían en sí mismo y en sus estados anímicos los movimientos interiores que sentía.

15 Los Ejercicios Espirituales que elaboró y revisó constantemente durante toda su vida tienen la clara finalidad de “buscar y hallar la voluntad divina” (EEEE 1) y para conseguirlo se precisa remover el desorden afectivo que impida este descubrimiento. Por tanto, se atribuye enorme importancia a la experiencia espiritual, comprendiéndola como una interacción constante con Dios en la que intervienen la afectividad y el conocimiento interno. Ignacio formula las “Reglas para en alguna manera sentir y conocer las varias mociones que en la ánima se causan, las buenas para recibir y las malas para lanzar” (EEEE 313). En otras palabras, por medio del discernimiento se trata de obtener un conocimiento valorativo de esa variedad de vivencias experimentadas, para poder actuar en consecuencia: para ‘recibir’ unas y ‘lanzar’ otras. Por ello, parte importante del trabajo de esa discreción de espíritus es reducir esa variedad de vivencias interiores a la diferencia fundamental de su procedencia del buen o del mal espíritu.

16 Primera Semana (etapa purificativa):
Las Reglas están divididas en dos grupos correspondientes a distintas etapas en la vida espiritual: (a) las de la Primera Semana se ocupan de los que son tentados abiertamente por el mal, y (b) las de la Segunda Semana están destinadas a los tentados engañosamente por el mal bajo presencia del bien. Primera Semana (etapa purificativa): (a) las meditaciones sobre el pecado; (b) el enemigo causa el atractivo sensual hacia el mal por medio de la imaginación, mientras el buen espíritu produce remordimiento a través de la razón. Segunda Semana (etapa iluminativa): (a) las contemplaciones de la Vida de Cristo; (b) la manera de tentar es totalmente opuesto porque el enemigo usa falsos argumentos para provocar ansiedad mientras el buen espíritu inspira ánimo. Consolación/Desolación: determinados por su objeto. Consolación es un movimiento interior de la afectividad hacia Dios (amor) pero también puede incluir lágrimas, vergüenza y confusión (EEEE 48), dolor de mis pecados (EEEE 193), y pena interna (EEEE203); mientras la desolación es lo opuesto al ser todo movimiento de la afectividad que aleja de Dios. Por tanto, la consolación y la desolación no se identifican necesariamente con el placer y el dolor; son estados de afectividad que no se definen por su disfrute sensible sino por su dirección (tender a - o alejar de - Dios). En definitiva, no corresponde vincular de manera acrítica las consolaciones con el buen espíritu, ni las desolaciones con el malo. Basta tener en cuenta la sospecha de tentación bajo especie de bien (EEEE 331), como se plantea en la Segunda Semana.

17 También en la etapa de la elección durante la Segunda Semana de los Ejercicios Espirituales, Ignacio ofrece unos criterios de discernimiento para buscar y hallar la voluntad de Dios. En el fondo, los Ejercicios Espirituales son un proceso de hacerse libre y disponible para poder hallar lo que Dios quiere. La elección en los Ejercicios Espirituales presuponen tres actitudes fundamentales ( ): (a) purificación (afectos desordenados), (b) generosidad (magis), y (c) oración (meditaciones y contemplaciones). A la vez, no todo es objeto de elección, porque se excluye todo lo que no sea bueno. Además, hay tipos de elección: (a) definitiva (conversión), y (b) sacar consecuencias prácticas de la elección (situacional). Ignacio propone “tres tiempos” de elección, entendiendo la palabra tiempo en sentido bíblico de kairós (tiempo de gracia).

18 Primer Tiempo: En él, Dios Nuestro Señor mueve y atrae la voluntad de tal manera que, sin duda, el alma devota sigue lo que se le muestra. Así lo hicieron san Pablo y san Mateo, al seguir a Cristo nuestro Señor (EEEE 175). Lo que caracteriza este tiempo no es la consolación sin causa, tampoco la consolación en general. Es la certeza y la claridad con que se percibe lo concreto de la elección como voluntad de Dios para uno.  Segundo Tiempo: El clásico modo de discernir la voluntad de Dios mediante la dinámica de consolaciones y desolaciones, discernimiento de varios espíritus, llegando a adquirir claridad y conocimiento. (EEEE 176). Las reglas de Primera y Segunda Semana.   Tercer Tiempo: Es la razón iluminada por la fe. No se recurre a una percepción intuitiva (primer tiempo) o de la dialéctica de las inspiraciones (segunda tiempo) sino mediante la depuración de las razones a la luz de la fe. Es fundamental estar tranquilo y en paz. Confirmación: Puede ser interna (percibir que a Dios le agrada la elección) o externa (confirmación mediante signos históricos de los acontecimientos).

19 Discernimiento es “dejarse llevar por el Señor” (Carlos Cabarrús s. j
Discernimiento es “dejarse llevar por el Señor” (Carlos Cabarrús s.j.) La libertad cristiana es osada, pero la mayor osadía es dejarse llevar. “Ignacio seguía el Espíritu, no se adelantaba. Y de ese modo era conducido con suavidad a donde no sabía” (Nadal). La diferencia entre la actuación del mal espíritu en la Primera y la Segunda es que en la Primera lo hace de manera descarada mientras en la segunda es encubierta. Esta es la distinción básica.  No hay discernimiento sin confirmación, en el sentido de ratificación. Lo más importante de la elección es la confirmación. Consolación y paz interna. Otro componente es el necesario “sentir en/con la Iglesia”, porque formamos parte de cuerpo de la Iglesia en la construcción del Reinado del Padre. Discernir no es escoger entre el bien y el mal sino optar siempre por el medio más eficaz, el que me coloca en la disposición espiritual por excelencia de “dejarme llevar hasta ponerme con el Hijo en la cruz (Binarios). El discernimiento está relacionado con el misterio pascual: la muerte que trae vida.

20 El discernimiento nace de una toma de posición con Jesús pobre y humillado actualmente (requisito) y lleva a defender su causa (verificación). Contemplación del Rey Eterno. Discernir supone un “subiecto”: comprensión y misericordia, perdonar, capacidad para querer y ser querido. Se necesitan actitudes cristianas. No se discierne entre lo bueno y lo malo sino lo mejor (el magis). Los criterios de las Dos Banderas y la Tercera Manera de Humildad. El discernimiento dispone a reconocer en los deseos y aspiraciones, aquellos que pueden atribuirse a Dios. Más aún, el discernimiento prepara a dar una respuesta personal e inédita a los llamamientos del Evangelio. Por tanto, el discernimiento es inventar ‘nuestra respuesta ‘– mía y de Dios -, es la creación común. Es decir, el discernimiento verifica que el Espíritu habita en nosotros; por tanto, el discernimiento nos aclara que no hay una voluntad particular preestablecida para cada uno sino una respuesta personal al deseo de Dios. El examen de conciencia tiene la finalidad de ir captando día a día la obra del Señor en nosotros. El examen de conciencia, ejercicio diario del discernimiento, Ignacio lo tenía en mayor estima que la oración diaria; sin embargo, suele ser lo primero que se abandona cuando falta el tiempo. Osadía, porque a pesar de nuestras debilidades y pecados, Dios actúa a través de nosotros. Contrario al aforismo filosófico, en la vida espiritual uno da lo que no tiene porque todo es gracia.  

21 Algunas condiciones que se encuentran en los Ejercicios Espirituales para entrar en un proceso de discernimiento: 1.- Comunicación con la propia interioridad. Se requiere la capacidad de tomar contacto con el propio mundo interior. Asomarse a esa compleja realidad que tejen nuestras fantasías, nuestras emociones, nuestras voliciones… En el número 313 de los Ejercicios Ignacio indica la finalidad de las reglas de discernimiento: “para de alguna manera sentir y conocer las varias mociones…la buenas para seguir, las malas para lanzar”. Solo así se puede llegar a comprenderlas, a aclarar de dónde proceden y a qué conducen. 2.- Reconocer y enfrentar los propios límites. El que discierne necesita conocerse. Si procede a negar tal o cual aspecto de la personalidad, gastará las energías que necesita para el discernimiento en reprimir aspectos que considera indeseables, en negar gustos o repugnancias que son significativos. Es la Meditación de los Tres Binarios. 3.- Coraje para hacer el relato de la propia vida. El narrador tiene que situarse más allá del mero suceder y sucederse, a tal punto que pueda darles una configuración a esos acontecimientos. Su elaboración de esas configuraciones, fruto de la operación narrativa, va enseñando a vivir la vida en la búsqueda de una unidad que conjure las dispersiones. Por tanto, hacer el relato de la propia vida es aprender a distinguir los relatos que despiertan esperanza de aquellas que empantanan en el desencanto y la amargura. O de otra forma, distinguir los relatos que tienen realismo de aquellos que se alimentan de ilusiones engañosas que terminan luego en decepción. El propio Ignacio confirma la relevancia de esta característica con su Autobiografía. En el segundo ejercicio de la Primera Semana sobre el pecado propio, Ignacio pide al ejercitante que se haga un relato de su vida de alejamiento de Dios. Pero no para hundirlo en la desesperanza, sino para llenarlo de un profundo agradecimiento a un amor misericordioso que perdona.

22 4. - Confianza en la promesa
4.- Confianza en la promesa. Esa promesa mira al cumplimiento de los deseos de la profundidad, anhelos hondos del alma más que a los deseos que responden a necesidades que se agotan en el momento en que son satisfechas. Acoger el llamado al seguimiento implica el anhelo profundo del alma de ser libre, no tener atadura alguna que respondan a mandatos que remplazan la voz de la promesa con la seguridad. La confianza de que nunca nos faltará la gracia de Dios para llevar a cabo las obras que Él nos inspira, es patente en la vida de Ignacio. En los Ejercicios, lo que Dios quiere es “abrazar en su amor a la ánima devota…disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle en adelante…” Y como dice en una de sus cartas que “Dios siempre da esperanza”. 5.- Generosidad. El contexto del “magis”. En el mismo texto de los EEEE, se subraya la tónica del magis, “solamente deseando y eligiendo lo que más conduce al fin que somos creados” (EEEE 23). Por eso este primer cuerpo de reglas están hechas para quien camina “en el servicio de Dios de bien en mejor subiendo” (EEEE 315). Por ello, el discernimiento también requiere un ámbito de generosidad. Discernir, en estos contextos, significa buscar y encontrar cómo amar más y mejor, y como dejarse encontrar por el Señor que viene a mi encuentro.

23 Discernimiento y Conciencia
En los Ejercicios Espirituales, se observa como Ignacio subraya y pone en práctica la primacía de la conciencia. Enseñó al ejercitante el camino, y el modo de no equivocarse siguiendo la conciencia Pone dentro la luz del discernimiento para que pueda acertar en este difícil itinerario y encontrar el paso justo. Respetuoso hasta el sumo con la conciencia, no impone su modo de pensar, ni siquiera exhorta. Su táctica es poner a Dios con el ejercitante. Dios mismo se manifestará, se dejará sentir. No es un paternalista, que mantiene las riendas para dominar la situación. Señala la dirección, como un guía, da las advertencias convenientes y luego deja al hombre con Dios. Son interesantes a este propósito las adiciones de los ejercicios, donde explica en detalle lo que hay que hacer antes de la oración: la postura que hay que adoptar, los pensamientos más convenientes para prepararse adecuadamente. Pero, después se retira en el momento en que se inicia el contacto con Dios en la oración. Ignacio deja al ejercitante con Dios. Sería entrometerse en el sagrado recinto de la conciencia de otro, imponerse en ese momento sagrado. Sólo antes puede realizarlo, porque estima tanto la conciencia, que desea educarla, prepararla.

24 Ethos y discernimiento
1.- El ethos cristiano 2.- La primacía de la conciencia 3.- El discernimiento ético

25 Si el discernimiento es la búsqueda de la voluntad de Dios en lo concreto de una situación determinada, entonces el discernimiento es el puente entre la ética y la espiritualidad. En otras palabras, el ethos cristiano pertenece al ámbito conciliar de los signos de los tiempos (esta historia es una de salvación y los momentos de kairós iluminan la lectura ética de la realidad). El cristiano es capaz de discernir en la medida en que “se deja transformar por la nueva mentalidad” (Rom 12, 2). El objeto del discernimiento no es la ley ni un conjunto de principios porque su cometido es la búsqueda de la voluntad de Dios (Rom 12, 2). Esta búsqueda demuestra su autenticidad en la transformación efectiva del sujeto (Rom 12, 2: no se amolden; Fil 1, 10 – 11: sinceridad). El ethos cristiano

26 Palabra ethos M O R A L COSTUMBRE E T H O S mos MORADA HABITO TALANTE

27  La ética pretende: (a) construir un discurso - mediante la propuesta del universo de sentidos, de ideales y de valores (b) que haga posible y viable (habitable) la condición humana en la sociedad .  El desafío de la ética es el hacerse cargo de la realidad para que sea un hogar para todos y cada uno; a la vez, también que cada uno sea un hogar para sí mismo.

28  “Si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano” (Gál 2, 21)
 Por ello, insiste san Pablo, que la ley es nuestro pedagogo hasta llegar a Cristo, pero una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo (cf. Gál 3, 24 – 25)  Entonces, la ética cristiana se distingue por “el nexo intrínseco e indivisible entre fe y moral” (Juan Pablo II, Verititas splendor, 1993, No. 4). Es decir, la espiritualidad se hace ética y la ética se fundamenta en la espiritualidad.

29 San juan Crisóstomo San Juan Crisóstomo (347 – 407), en el preámbulo a su comentario al Evangelio de San Mateo, explica: Nuestra vida debería ser tan pura que no tuviera necesidad de ningún escrito; la gracia del Espíritu Santo debería sustituir a los libros, y así como éstos están escritos con tinta, así también nuestros corazones deberían estar escritos con el Espíritu Santo. Sólo por haber perdido esta gracia tenemos que servirnos de los escritos; pero Dios mismo nos ha mostrado claramente cuánto mejor sería el primer modo (...). A sus discípulos, en efecto, Dios no les dejó nada por escrito, sino que les prometió la gracia del Espíritu Santo: 'El - les dijo - os lo sugerirá todo‘… Pues es el Espíritu Santo el que bajó del cielo cuando fue promulgada la nueva ley, y las tablas que él grabó en esta ocasión son muy superiores a las primeras; los apóstoles no bajaron del monte llevando, como Moisés, tablas de piedra en sus manos, sino que lo que llevaban era el Espíritu Santo en sus corazones, convertidos mediante su gracia en ley y libro vivientes . (In Matth., Hom. 1, n. 1, PG 57, 13 – 15)

30 Santo Tomás de Aquino Santo Tomás de Aquino (1225 – 1274) Dice el Filósofo que 'cada cosa se denomina por aquello que en ella es principal'. Ahora bien, lo principal en la ley del Nuevo Testamento y en lo que está toda su virtud es la gracia del Espíritu Santo, que se da por la fe en Cristo. Por consiguiente, la ley nueva principalmente es la misma gracia del Espíritu Santo, que se da a los fieles de Cristo… Tiene, sin embargo, la ley nueva ciertos preceptos como dispositivos para recibir la gracia del Espíritu Santo y ordenados al uso de la misma gracia, que son como secundarios en la ley nueva, de los cuales ha sido necesario que fueran instruidos los fieles de Cristo, tanto de palabra como por escrito, ya sobre lo que se ha de creer como sobre lo que se ha de obrar. Y así conviene decir que la ley nueva es principalmente ley infusa; secundariamente es ley escrita. (Suma Teológica, I-II, q. 106, art. 1)

31  La experiencia religiosa se traduce en un estilo de vida: de la fe a la moral, una coherencia y una consecuencia entre lo que se profesa y lo que se hace. El encuentro se hace acción.  El cristianismo no es primariamente una moral sino fundamentalmente un ámbito de sentido trascendente (la fe) y de celebración (la esperanza) que conducen a un determinado estilo de vida (la caridad).  Es la fe que actúa por la caridad (Gál 5, 6), es la fe que se hace caridad.

32 La ética cristiana es una llamada de coherencia entre la fe que se profesa y el estilo de vida que se asume  “Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha” (1 Cor 13, 3)  Experiencia fundante: No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva (Benedicto XVI, Deus caritas est, 2005, N. 1).  La autenticidad del encuentro se verifica (se hace verdad) en el comportamiento (la ética). La coherencia entre el ser cristiano y el actuar como cristiano.

33 Primacía de la conciencia
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes: Dignidad de la conciencia moral: La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo… Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad. (No. 16) Grandeza de la libertad: La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor que nuestros contemporáneos ensalzan con entusiasmo. Y con toda razón… La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección. La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. (No. 17)

34 Concilio Vaticano II, Dignitatis humanae:
El hombre percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina; conciencia que tiene obligación de seguir fielmente, en toda su actividad, para llegar a Dios, que es su fin. Por tanto, no se le puede forzar a obrar contra su conciencia. Ni tampoco se le puede impedir que obre según su conciencia, principalmente en materia religiosa. Porque el ejercicio de la religión, por su propia índole, consiste, sobre todo, en los actos internos voluntarios y libres, por los que el hombre se relaciona directamente a Dios: actos de este género no pueden ser mandados ni prohibidos por una potestad meramente humana. (No. 3)

35 Catecismo de la Iglesia Católica:
La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina: La conciencia es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza... La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo (Newman, carta al duque de Norfolk 5). “El hombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad a fin de tomar personalmente las decisiones morales. ‘No debe ser obligado a actuar contra su conciencia. Ni se le debe impedir que actúe según su conciencia, sobre todo en materia religiosa’ (DH 3) El ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.

36 Romanos 2, 12 – 16: “Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados. En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza... en el día en que Dios juzgará las acciones secretas de los hombres, según mi Evangelio, por Cristo Jesús”

37 Evolución del concepto de conciencia:
Sagrada Escritura: El Antiguo Testamento desconoce el término conciencia ya que la alianza del pueblo de Israel con Dios hace del auto-conocimiento un conocimiento que se deriva de El. La auto-reflexión es un escuchar a Dios. De hecho, la palabra syneídesis sólo aparece tres veces en todo el Antiguo Testamento (Eclesiástico 10, 20; 42, 18 y Sabiduría 17, 10) con el significado de un simple conocimiento y de una mala conciencia. En el contexto de este encuentro entre Dios y la persona brota la moralidad como exigencia de escucha obediente. Por tanto, aunque no aparezca el término, la realidad de la conciencia está presente en la noción de corazón (leb) - que en el Antiguo Testamento aparece 850 veces - y dice relación a la interioridad de la persona donde acontece el encuentro entre Dios y la persona. Esta interioridad, como sede de la verdad y de la autenticidad de la persona, es conocida por Dios. La palabra de Dios se dirige al corazón, como interioridad constitutiva de la persona humana, y se presenta como un juicio: un corazón convertido si acoge esta palabra o un corazón endurecido si la rechaza.  El corazón es el centro de la decisión de la persona, porque a Dios se le ama con el corazón y se le traiciona también con el corazón. Por tanto, el corazón veterotestamentario conlleva el significado de conciencia, en cuanto realidad personal abierta a Dios. Pero es también importante recordar que para el Antiguo Testamento el referente comunitario es primordial, lo cual explica lo inadecuado para la mentalidad del Antiguo Testamento la comprensión auto-referente.

38 En los Evangelios tampoco aparece el término conciencia pero persiste la idea del corazón como sede y núcleo central de la persona en relación con Dios y fuente de la conducta ética. Con san Pablo entra el término conciencia en el vocabulario cristiano. La noción paulina de conciencia expresa la globalidad de la persona en su dimensión de apertura a Dios, llegando a relacionar íntimamente los términos syneídesis y pistis. También está presente el significado de testigo y juez interior. Por tanto, se puede decir que la comprensión bíblica de la conciencia tiene dos niveles: (a) el acontecimiento central de la interioridad cristiana, (b) de donde brota la función específica de la valoración moral sobre la propia conducta. Ahora bien, esta doble consideración de la conciencia está presente en la historia del pensamiento cristiano. Sin embargo, pareciera que este segundo aspecto ha terminado por prevalecer, hasta llegar a ser el único en la teología postridentina y en las reflexiones que han llevado a la organización del tratado de conscientia.

39 En la Sagrada Escritura ya encontramos los dos desarrollos posteriores sobre la conciencia en cuanto expresión de la interioridad de la persona o estructura ético-religiosa (conciencia habitual) y en cuanto instancia-función judicial o valorativa (conciencia actual). En la literatura patrística predomina el concepto personalista de la conciencia que es comprendida como la voz de Dios que resuena en lo íntimo del corazón humano, como el buen maestro y pedagogo que conduce el alma por el camino recto, hasta encontrar en ella la fuente del bien. La reflexión escolástica conceptualiza la noción de conciencia, dando comienzo a un proceso de desarrollo teórico-especulativo en torno a ella. Desde Trento hasta el Concilio Vaticano II el tema de la conciencia en la Teología Moral llega a constituir un Tratado de primera importancia. Se distingue entre la sindéresis (el término original de syneídesis se cambia por syndéresis debido a un error de transcripción, ya que son dos palabras cuya grafía en griego resulta muy parecida), como capacidad originaria de percepción de los valores de la existencia cristiana (conciencia habitual), y la conscientia como un acto que aplica estos valores a las situaciones concretas (conciencia actual). Santo Tomás de Aquino formula y sistematiza las dos concepciones en la siguiente terminología: "La ley natural se refiere a los principios más universales del derecho; la sindéresis designa el hábito que los formula o a la facultad con este hábito; y la conciencia consiste en la aplicación concreta de la ley natural a modo de conclusión". (Sentencias, lib. 2, d. 24, a. 4. Ver también Suma Teológica, I-II, q. 94, art. 1; I, q. 79, art. 13). Así, “la sindéresis impulsa al bien y censura el mal en cuanto que por los primeros principios procedemos a la investigación, y, por ellos, juzgamos lo averiguado. Por lo tanto, resulta evidente que la sindéresis no es una potencia, sino un hábito natural” (Suma Teológica, I, q. 79, a. 12). Esta distinción conceptual conlleva paulatinamente a considerar la noción de conciencia moral como un juicio práctico entre la ley y la situación concreta, una aplicación de la ley a la realidad.

40 Este desplazamiento probablemente se debe a la preocupación por la eliminación de la duda en el obrar moral o, en otras palabras, la búsqueda de la mayor seguridad posible. Esta preocupación prioriza la función de la ley (como instancia objetiva), reduciendo el papel de la conciencia moral (como instancia subjetiva) a un mecanismo de aplicación de la ley a la situación concreta. En consecuencia, la conciencia seguirá siendo la norma última de moralidad, pero con tal que su juicio - a no ser en casos extremos de ignorancia inculpable (conciencia errónea invencible) - se ajuste con precisión a la normativa vigente. Ya no es el lugar donde la persona descubre cómo orientar su vida para la realización del fin último, sino el instrumento que señala las fronteras de la libertad en función de la ley y el grado de obligación que ésta impone. La controversia en torno a los sistemas morales, polariza la tensión entre ley y conciencia, cumplimiento y libertad, en el momento que se plantea el interrogante: ¿cómo actuar cuando existen distintas opiniones con respecto a una ley moral? o, en otras palabras, ¿cuándo dejaba de ser obligatoria una ley moral?

41 Tradicionalmente, se han presentado las exigencias de rectitud, de veracidad y de certeza como condiciones básicas e indispensables para la formación de la propia conciencia. * Rectitud : la conciencia recta es fruto y consecuencia de una persona auténtica que implica una forma coherente de actuar, una búsqueda sincera de la verdad, una apertura al Otro y a los otros, un interés sincero por el diálogo fraterno. * Veracidad : la conciencia verdadera actúa de acuerdo con la verdad moral objetiva, existiendo una adecuación entre la verdad personal (rectitud) y la verdad objetiva (veracidad), ya que la conciencia no es fuente constitutiva sino manifestativa y operativa de la moralidad. * Certeza : la conciencia moral ha de actuar con certeza, una certeza moral práctica, eliminando al máximo la duda de equivocación en su decisión y actuación. El cumplimiento de las tres condiciones para la formación de una conciencia madura permite un planteamiento complementario entre la vertiente subjetiva y objetiva de la moral. La conciencia no significa un puro subjetivismo individualista que niega la alteridad (la libertad que se fundamenta en el Otro y que se encuentra en relación con la de otros) y la condición de creatura (conciencia creada); pero tampoco se puede negar la primacía de la conciencia en nombre de la seguridad de la ley.

42 La epiqueya Santo Tomás de Aquino afirma, al referirse a la epiqueya, que "se juzga sobre una ley cuando se dice que está mal dada. Decir, en cambio, que no se debe observar la letra de la ley en esta circunstancia, no es juzgar de ella, sino del caso concreto que se presenta". (Suma Teológica, II-II, q. 120, art. 1, ad 2). Anteriormente (ad 1), santo Tomás de Aquino establece que "cumplir la letra de la ley cuando no se debe, es pecado. Por esto dice el Código: 'sin duda alguna falta a la ley quien se apoya en la letra de la ley para obrar en contra del espíritu de la ley misma'".

43 Un breve recorrido por las distintas aproximaciones al concepto de conciencia moral revela dos perspectivas básicas: una se sitúa dentro de una hermenéutica intelectualista (un acto de juicio) mientras que otra privilegia una comprensión personalista (una dimensión de la persona). Desde la primera Escolástica hasta el Vaticano II, la principal, y prácticamente única, función de la conciencia se definía como una aplicación de la ciencia, de los principios generales, al caso particular. En el hoy de la reflexión moral se comprende la conciencia en torno a tres ejes principales * una concepción holística e integradora de la conciencia como expresión de la totalidad de la persona humana (identidad moral); * con una estructura dialógica en cuanto instancia de escucha y respuesta (responsabilidad moral); * subrayando la dignidad del sujeto moral (decisión moral).

44 Probabilismo vs Probabiliorismo
Contexto de la Alianza Voz de Dios que interpela a la persona CORAZÓN Aristóteles: fronesis (sabiduría práctica) Neo-escolástica: syndéresis (el acto de la aplicación de la ley a una situación determinada) CONCIENCIA Discernimiento Opción fundamental AUTO-DEFINICIÓN Sistemas morales: Ley dudosa no obliga Tuciorismo vs laxismo Probabilismo vs Probabiliorismo Equiprobabilismo

45 En la formulación conciliar (Gaudium et Spes, Nos 16 y 17) se recupera el concepto bíblico de corazón junto con destacar una teonomía ("una ley que él no se dicta a sí mismo") que aceptando la condición de creatura significa la auténtica realización de la persona y de la sociedad; una autonomía (la actuación "según su conciencia y libre elección" motivado por "convicción interna personal") que dignifica a la persona; dentro de un contexto dialogal (la persona que "se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla"). Por lo tanto, la conciencia moral dice relación : * a la persona en cuanto creada a imagen divina, dentro del contexto de una historia de salvación que incluye su fragilidad (condición de creatura) y, a la vez, su capacidad de descubrir la voluntad divina (referencia al Creador); * a aquella instancia de definición y de auto-definición de la persona (decisión fundamental) frente a Dios, a los demás y a la realidad histórica; * a toda la persona humana y, como tal, constituye una instancia integradora entre decisión, responsabilidad, actuación; * a un momento imperativo, y no simplemente descriptivo, dentro de su vida; * a una realidad humana que se encuentra condicionada por factores culturales, psicológicos y sociales (limitación y error), pero a la vez abierta a la presencia divina (gracia y crecimiento).

46 El desarrollo del sentido ético
 Estructura psicosocial del sujeto ético * Individuación subjetiva/Socialización adaptiva * Originalidad/Confrontación * Construcción del yo en relación con otros en un contexto social En los primeros años, el polo objetivo tiene un enorme peso porque el niño aún está formando su personalidad (su individuación)  Actualmente el problema mayor es: El paso de la individuación al individualismo en un contexto asocial

47 (Relaciones/Estructura)
Sujeto ético Consciencia de subjetividad Relacionarse con los demás en clave de reciprocidad Haciéndose cargo de la realidad objetiva Yo Nosotros (Relaciones/Estructura) Hijo Hermano Solidaridad

48  Evolución del sentido ético
Anomía (etapa pre-moral) Heteronomía (sumisión al adulto) Socionomía (norma de pares) Autonomía (discernimiento)

49  Justicia/solidaridad
Paradigma ético  Justicia/solidaridad Justicia no puede construirse sin un sentido de solidaridad y, a la vez, la auténtica solidaridad no puede darse sin justicia  Autonomía/universalidad Responsabilidad personal que asume también la preocupación por los otros

50 Formación del sentido ético
Aprendiendo del pasado, superar: Carácter abstracto Carácter deductivo (Dios legislador) Carácter a-racional Carácter pasivo Carácter negativo Carácter intimista Carácter contentual Desconocimiento del conflicto

51 El discernimiento ético
 Etimológicamente, método deriva de las palabras metá (hacia) y odós (camino), y, por consiguiente, dice relación al camino a recorrer para conseguir un resultado determinado.  Es la pregunta por el cómo formar un juicio ético sobre el comportamiento humano  En palabras de Santo Tomás de Aquino: “En las cosas prácticas se encuentra mucha incertidumbre, porque el actuar sobre situaciones singulares y contingentes, por su misma variabilidad, resultan inciertas” .

52 Principios y Normas  El Aquinate distingue entre la universalidad de los principios (dice relación a la persona humana) y la contextualización de la ley (dice relación a la persona en una situación concreta) porque la condición humana es inmutable pero tiene una expresión cambiante en la historia.  La presencia de la norma responde a la sociabilidad del ser humano y, además, tiene una función pedagógica, pero no debería convertirse en un absoluto en sí misma. Evitar peligro de evitar la identificación entre ley y ética.

53 Karl Rahner s.j. distingue entre principios e imperativos (Lo dinámico en la Iglesia, Barcelona, Herder, ): “No todo principio es ya por ello mismo un imperativo, porque un principio se sitúa en el nivel de lo universal, pero una norma obliga al individuo… En otras palabras, es posible que se exige de persona particular (el singular) algo que no se puede exigir de todas las personas humanas (el universal) que se encuentran en situaciones similares, algo que no se puede exigir de la persona por ser persona humana (ética universal), o por hacer parte de una comunidad particular (costumbres y normas éticas de una comunidad) sino sencillamente por ser aquella persona única y irrepetible en todo el universo y en toda la historia”. Rahner pasa inmediatamente a poner un ejemplo de alguien (un singular humano) que tiene que elegir entre ser médico o ser sacerdote. Si esta persona fuera simplemente un caso particular de la esencia ´Homo sapiens´, estas dos opciones serían igualmente lícitos para él, moralmente. Pero dado que una persona es más que una copia de un universal, una elección de este tipo no es existencial y éticamente irrelevante: esta elección determina el ser de este individuo y es necesaria aquí una autentica toma de decisión. Así, Rahner establece una diferencia entre principios e imperativos: los imperativos tocan a lo individual humano y no solo al universal (como los principios), y por eso se conocen no solo por deducción desde proposiciones que describen las esencias (el conjunto del género humano, la naturaleza…) sino también desde las experiencias existenciales de los individuos, a través de un trabajo de discernimiento. Por tanto, el discernimiento es, al mismo tiempo, ético y espiritual.

54 Dos posturas en la HISTORIA DE LA MORAL
Deontología La aplicación de la norma independiente de la situación Teleología Atender a las consecuencias de un acto

55 El discernimiento  Ambas posturas centran su reflexión principalmente en la acción moral (deontología) o en sus consecuencias (teleología), más que en el sujeto moral. Al fijarse unilateralmente en la acción, se corre el peligro de subrayar excesivamente la norma que, justamente, tipifica la acción, corriendo el peligro de no dejar en claro la función pedagógica necesaria, pero jamás salvífica.  Por el contrario, el discernimiento centra la reflexión moral en el sujeto, rescatando, a la vez, la función pedagógica de la ley, sin reemplazar la centralidad de la conciencia.

56 Relevante para tiempos actuales
 "No se acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de su mente, de forma que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto“ (Rom 12, 2)  La mayoría de las decisiones éticas en la vida cotidiana no consisten tanto en optar entre un mal y un bien cuanto en la implementación de un bien o el rechazo de un mal en una situación concreta y compleja.  Además, en el contexto de las sociedades abiertas y plurales, el discernimiento resulta clave porque se vive cada vez con más fuerza lo incierto.

57 Peligro  No se puede negar el peligro del auto-engaño en un subjetivismo que hace coincidir la voluntad de Dios con la propia, buscando en el fondo - y quizás inconscientemente - la satisfacción de los propios intereses. Pero tampoco se puede olvidar el otro peligro opuesto, igual de nefasto, del legalismo que fundamenta en el cumplimiento escrupuloso de la ley la propia seguridad y la auto-justificación frente a la salvación gratuita. Por ello, resulta clave y esencial comprender a fondo el significado de discernimiento.

58 ¿Qué es el discernimiento?
* El objeto y el objetivo del discernimiento ético cristiano es la voluntad de Dios , mediante la búsqueda de lo bueno, lo agradable y lo perfecto para realizar siempre lo mejor . * La finalidad de la ley es pedagógica en cuanto ayuda al discernimiento, pero en ningún momento puede sustituirlo ya que en este caso no sería una decisión libre ni responsable. * El discernimiento forma parte de la estructura ética del sujeto porque dice relación a su responsabilidad, se sitúa en el ámbito de la opción fundamental, y constituye el ejercicio de la conciencia. * La decisión ética es fruto del proceso del discernimiento.

59 Condiciones básicas * Estar en proceso de conversión: el "transfórmense" para "distinguir cuál es la voluntad de Dios" (cf. Rom 12, 2; Ef 5, 17) implica una renovación que afecta a la totalidad de la persona que incluye una nueva manera de amar, de entender y de enjuiciar; sin conversión no es posible un discernimiento ético cristiano adecuado y consecuente, porque sólo en el proceso de la conversión se adquiere una nueva mentalidad (cf. Rom 12, 2). * Tener una recta intención: en todo momento tener la suficiente distancia frente a los propios intereses y deseos, evitando el auto-engaño, mediante una clara opción por la voluntad de Dios, sea cual sea. * Estar atento a los frutos del Espíritu: “El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gál 5, 19 – 23; cf. Ef 5, 9; Sant 3, 17). * Desde una actitud solidaria: como miembro de una sociedad, de un grupo humano * DISCERNIMIENTO PRESUPONE Y REQUIERE ESPIRITUALIDAD

60 Un proceso  El discernimiento constituye un proceso, más que un momento puntual, avalado por un estilo de vida cimentado en una profesión viva de fe en la Persona de Jesús como el Cristo.  El discernimiento ético versa sobre los medios que conducen al fin . No se discierne el fin (el horizonte de los valores) sino se pregunta sobre los medios que conducen al fin (la realización histórica del valor) en una situación concreta y determinada. En otras palabras, el discernimiento ético dice relación al fin situado, la realización del fin en un contexto histórico.

61 El discernimiento ignaciano
Hechos Libertad interior Razones (a favor y en contra) Consideración Consolación/Desolación CONFIRMACIÓN

62 Tres Categorías éticas
La lectura ética presupone una comprensión antropológica: La condición de hijos (la dignidad de toda y cada persona humana), La actitud de hermandad hacia el otro (el respeto por los derechos humanos y la obligación de los deberes humanos) y La responsabilidad social frente a las relaciones humanas estructuradas y el medio ambiente (el compromiso con la justicia). La opción por los marginados constituye la verificación práctica de las tres categorías y la solidaridad como estilo de vida es la consecuencia.

63 Tres categorías éticas
YO OTROS MUNDO HIJO HERMANO RESPONSABILIDAD SOCIAL CARIDAD JUSTICIA OPCIÓN SOLIDARIA DESDE LO VULNERABLE

64 UN MÉTODO DISCERNIENTE
COMPRENSIÓN HECHO ACCIÓN VALORES

65 Proceso del discernimiento ético
1.- La aclaración del hecho/situación puntual; 2.- Su máxima comprensión en su contexto más amplio; 3.- La reflexión sobre los valores implicados; 4.- El procedimiento a una decisión concreta que mejor realiza el valor en la situación concreta.

66 Requisitos 1.- Deseo de auto trascenderse para buscar:
(a) objetivamente (lo que haría cualquier otro en el mismo lugar) y (b) evangélicamente (desde horizonte de conversión, cuando Evangelio llega a ser criterio de decisiones éticas) (c) la acción transformadora. 2.- Psicológicamente: (a) conocimiento evaluativo (capacidad racional, reflexiva, analítica y crítica); (b) libertad (reconociendo limitaciones para poder actuar con mayor libertad dentro de los límites); (c) empatía (preocupación por otros y adhesión afectiva a decisiones). 3.- Éticamente: (a) desde la fe a la moral (expresión de experiencia); (b) primacía de una conciencia formada (recta, veraz, cierta) (dimensión subjetiva), (c) iluminada por la mediación pedagógica de la ley (dimensión comunitaria).

67  ¿Cuál es la pregunta ética del hecho?  Delimitar temática
 ¿Cuál es el hecho?  ¿Cuál es la pregunta ética del hecho?  Delimitar temática  Objetivar experiencia (personal y colectiva)  Objetivar sentimientos (personal y colectivos)

68 Comprensión  Buscar el significado de los datos para formular el hecho en un todo coherente  Aproximación interdisciplinaria para (a) mayor comprensión del hecho (el significado de los datos); (b) sus implicaciones; y (c) sus consecuencias  Considerar el hecho desde el punto de vista de todos los actores sociales involucrados. (Cf. John Rawls, Principio de la Justicia, 1971: cualquier miembro de la sociedad hubiera escogido por aquella sociedad si la persona no supiera que posición ocuparía en la sociedad, incluyendo la menos aventajada).  Reconocer el mundo de los sentimientos involucrados, sea personales sea colectivos  Objetivar imaginario colectivo y contrastarlo con la realidad del hecho  Objetivar influencias significativas del contexto personal y social

69 Juicio ético ¿Qué es lo correcto? No se trata de lo conveniente ni la dictadura estadística, sino el juicio ético ¿Cuál es la voluntad divina? El discernimiento ético cristiano ¿Qué se ha reflexionado al respecto? (reseña histórica de pensamiento ético) ¿Qué se reflexiona hoy? (reseña de posturas éticas actuales) Saber seleccionar (relevancia), contextualizar (comprensión) y distinguir (distintos horizontes pueden ser complementarios, evolutivos o excluyentes) ¿Qué dice la Sagrada Escritura y la Tradición? ¿Qué ha sido ratificado por el Magisterio? Jerarquización de valores (se discierne porque hay conflicto de valores)

70 Decisión ética  Asumir una opción ética
 Traducción práctica de opciones vitales  Tensión entre lo viable real y lo profético ideal (lo ideal que estimula lo real sin pedir lo imposible: la ley de la gradualidad y de la prudencia)  Prioridad axiológica (debido al conflicto de valores)  Comunicación de propuesta cristiana compartiendo significado cognitivo (conocerlo) y efectivo (practicarlo)  Comunicación como alternativa cristiana que busca acción transformadora

71 Tensión ética entre lo ideal y lo real
La tensión entre la radicalidad evangélica (lo deseable) y la operatividad ética (lo posible): A) constituye un sano desafío para evitar una simple acomodación a la realidad B) pertenece a la misma dinámica del discurso ético que busca siempre mayores cotas de humanidad y de humanización. C) Lo importante es que esta tensión no degenere en un sentimiento de culpabilidad estéril y paralizante sino en un pronunciado sentido de responsabilidad.

72 El discernimiento en Amoris laetitia
1.- La exhortación apostólica 2.- Presupuestos 3.- Enfoque ético-pastoral

73 Exhortación apostólica
Después de dos años de trabajo sinodal y una amplia participación de los fieles a nivel mundial, el Papa Francisco publicó su exhortación postsinodal el día 8 de abril de 2016, aunque con fecha del 19 de marzo, sobre la familia con el título de La alegría del amor. El documento tiene 325 párrafos y está dividido en nueve capítulos: 1.- Una apertura inspirada en las Sagradas Escritura 2.- La situación actual de las familias 3.- La vocación de la familia 4.- El amor en el matrimonio 5.- El amor que se vuelve fecundo 6.- Algunas perspectivas pastorales 7.- La educación de los hijos 8.- Las situaciones “irregulares” (acompañar, discernir e integrar) 9.- Espiritualidad matrimonial y familiar 1.- Situación de la Familia 2.- Enseñanza magisterial 3.- El amor en el matrimonio 4.- Pastoral Familiar 5.- Situaciones especiales

74 Enseñanza magisterial
Situación de las familias Situaciones especiales Pastoral Familiar El amor en el matrimonio

75  La exhortación es el resultado de un trabajo colegial que incluye (a) consulta a los fieles a través de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, (b) las dos asambleas sinodales y (c) el documento final del Papa.  El mismo Papa Francisco, en una carta del 5 de septiembre de 2016 a Mons. Sergio Alfredo Fenoy, Delegado de la Región Pastoral de Buenos Aires, con la finalidad de respaldar los criterios de aplicación del capítulo 8 de Amoris laetitia, dice claramente: “Quisiera recordar que Amoris laetitia fue el fruto del trabajo y la oración de toda la Iglesia, con la mediación de dos Sínodos y del Papa”.

76 PRESUPUESTOS A lo largo del documento se comprende la familia como una institución en crisis, pero, a la vez, totalmente vigente y apreciada. Además, junto con ofrecer el ideal cristiano de la familia, se toma en cuenta su realidad concreta, es decir, con “los pies en la tierra”; en esta dimensión humana también se aplica el principio conciliar de los signos de los tiempos (cf. Nos 31 y 77). Por ello, el tono del documento es pastoral más que doctrinal. Se ofrece y se recuerda la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, pero, a la vez, se insiste y se orienta en la acogida y el acompañamiento en las situaciones concretas para caminar hacia este ideal o para vivir lo mejor posible la circunstancias reales La oferta de la propuesta cristiana tiene la responsabilidad de presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia

77 UNIDAD Y PLURALIDAD Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá hasta que el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16,13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada. Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado» (No 3).

78 Disciplina y Doctrina La disciplina de los sacramentos es un poder legislativo de la Iglesia para que en el curso de la historia, y en medio del cambio de contexto, ella puede administrarlos de la mejor manera posible para que sean medios de salvación. A la vez, tiene que respetar lo esencial del sacramento. El cuidado pastoral que regula la situación de los divorciados vueltos a casar constituye una ley eclesiástica que intenta combinar el respeto por el sacramento del matrimonio (indisolubilidad) y las leyes que se derivan de ella, pensando en el bienestar espiritual de la pareja. Esto no es una novedad. Basta pensar en el sacramento de la reconciliación. La práctica de los primeros siglos limitaba su celebración para una vez en la vida, mientras que ahora se anima a frecuentar el sacramento. Anteriormente, el sacramento de la extrema unción sólo se administraba a los moribundos, ahora el sacramento de la unción de los enfermos se puede administrar a los enfermos y repetido varias veces.

79 ¿Qué es lo que Dios está revelando en la historia?
Realidad y signos de los tiempos 31.- Es sano prestar atención a la realidad concreta, porque «las exigencias y llamadas del Espíritu Santo resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia», a través de los cuales «la Iglesia puede ser guiada a una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia». 77.- «El discernimiento de la presencia de los semina Verbi en las otras culturas (cf. Ad gentes divinitus, 11) también se puede aplicar a la realidad matrimonial y familiar. Fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas», aunque tampoco falten las sombras. ¿Qué es lo que Dios está revelando en la historia?

80 Autocrítica * Pero también “tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos, por lo cual nos corresponde una saludable reacción de autocrítica” (No 36) * Otras veces, se ha presentado “un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales” (No 36) * No es suficiente insistir tan sólo “en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia” (No 37), porque la realidad de la familia es un camino a recorrer * Tampoco se ha dado la debida importancia a la conciencia de los fieles, “que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas”. No hay que olvidar que “estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (No 37)

81 Propuesta cristiana La familia está llamada a ser reflejo de la comunidad divina, relacionándola con el misterio de la unión entre Cristo y su comunidad, la Iglesia (cf. Ef 5, ); es decir, conformar una comunión de personas que sea imagen de la unión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” (No 29). Recurriendo al Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes (cf. Nos ), se entiende el matrimonio como comunidad de vida y de amor, lo cual implica la entrega mutua (cf. No 67) Posteriormente, Pablo VI profundizó la enseñanza sobre el matrimonio y la familia, y, en particular, con la Encíclica Humanae vitae, puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y procreación (cf. Nos 67 y 68) Por consiguiente, “el sacramento del matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos… El matrimonio es una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal como signo imperfecto del amor entre Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional” (No 72)

82 Enfoque ético-pastoral
Ideal y Realidad La perspectiva pastoral se hace cargo de la realidad porque su misión consiste en la aplicación concreta de una enseñanza. Pero esta realidad es dinámica. En otras palabras, más que juzgar la realidad a partir de un ideal, se hace necesario encaminar la realidad hacia el ideal. “Cada matrimonio es una historia de salvación, y esto supone que se parte de una fragilidad que, gracias al don de Dios y a una respuesta creativa y generosa, va dando paso a una realidad cada vez más sólida y preciosa” (No 221). “No se trata de debilitar ni ocultar el ideal de un matrimonio cristiano. Para la comunidad cristiana, hacerse cargo de ellos no implica un debilitamiento de su fe y de su testimonio acerca de la indisolubilidad matrimonial, es más, en ese cuidado expresa precisamente su caridad” (No 243).

83 PASTORAL DE ACOMPAÑAMIENTO
ACOMPAÑAR DISCERNIR INTEGRAR Perspectiva básica: FRAGILIDAD

84 CINCO CRITERIOS PASTORALES
GRADUALIDAD DISCERNIMIENTO ATENUANTES NORMAS LÓGICA DE MISERICORDIA

85 LEY DE GRADUALIDAD En el discernimiento pastoral es preciso identificar aquellos elementos que favorecen el crecimiento humano y espiritual. La ley de gradualidad, propuesta por Juan Pablo II (cf. Familiaris consortio, No 34), asume el ser humano en su proceso de crecimiento. Por tanto, se trata de “una gradualidad en el ejercicio prudencial de los actos libres en sujetos que no están en condiciones sea de comprender, de valorar o de practicar plenamente las exigencias objetivas de la ley” (cf. No 295). La ley indica el camino y cada individuo avanza en él según sus posibilidades. La misión de la Iglesia no consiste en condenar, sino en difundir la misericordia a todas aquellas personas que la piden con corazón sincero. “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio” (No 297). Por tanto, “hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición” (No 296). Es la lógica evangélica de la integración a la comunidad.

86 Ley de crecimiento El Papa Francisco entiendo por ley de gradualidad más bien una ley de crecimiento. Evangelii gaudium: “Sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día (…) Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades” (No. 44). En otras palabras, hay otra novedad porque el punto de referencia no es la ley sino el ideal evangélico. La gradualidad supone la coincidencia con la ley. La referencia al ideal evangélico hace referencia a la idea de crecimiento. Es decir, la ley no es ya el único parámetro para valorar el progreso de la persona en el camino del bien. En este sentido, sería más adecuado hablar de ley del crecimiento que de ley de la gradualidad.

87 DISCERNIMIENTO En el caso de los divorciados vueltos a casar existen situaciones muy diferentes, “que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral”. Obviamente, este no es el ideal propuesto por el Evangelio, pero también es preciso distinguir las distintas situaciones y discernir adecuadamente porque “no existen recetas sencillas” (No 298). Por tanto, es necesario “discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio. Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes” (No 299).

88 DISCERNIR CADA SITUACIÓN
No corresponde una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos, porque las situaciones son muy diversas. reconociendo, a la vez, que el grado de responsabilidad no es lo mismo en todos los casos. Acogiendo la propuesta sinodal, el Papa Francisco establece “un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer” (No 300).

89 DISCERNIMIENTO * El discernimiento no es una impresión personal, una opinión o un parecer subjetivo. * “Este discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia. Para que esto suceda, deben garantizarse las condiciones necesarias de humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta” (No 300). * El discernimiento es un proceso de apertura a la Palabra de Dios para iluminar la realidad concreta. Un proceso que implica ser dócil al Espíritu, que anima a actuar con amor, en la situación concreta y en la medida de lo posible, haciendo crecer de bien a mejor.

90 CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES
El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa en los siguientes términos: “La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales” (No 1735). Por tanto, un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada. El reconocimiento de los condicionamientos significa que “la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio”. Así, la conciencia “puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo” (No 303).

91 NORMAS El discernimiento pastoral no se reduce a considerar si una acción personal está conforme con una ley o norma general. Las normas tienen un papel orientador, y, por tanto, necesario, pero “en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares” (No 304). En otras palabras, “el discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios” (No 305). En una nota [351], correspondiente al párrafo 305, se lee: “En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, «a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor» (Ev. Gaudium, 2013, 44). Igualmente destaco que la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» (ibíd., 47).

92 “Las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas” (No 300)
En la nota correspondiente a esta cita [336] se lee: “Tampoco en lo referente a la disciplina sacramental, puesto que el discernimiento puede reconocer que en una situación particular no hay culpa grave. Allí se aplica lo que afirmé en otro documento: cf. Ev. Gaudium (24 noviembre 2013). Nos 44 y 47”. Evangelii Gaudium: No 44: «La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales» [Catecismo]. Por lo tanto, sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades. No 47: La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes… Pero hay otras puertas que tampoco se deben cerrar. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese sacramento que es «la puerta», el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles… A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.

93 LÓGICA DE MISERICORDIA PASTORAL
“Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad: una Madre que, al mismo tiempo que expresa claramente su enseñanza objetiva, no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino”. Es preciso “asumir la lógica de la compasión con los frágiles y a evitar persecuciones o juicios demasiado duros o impacientes. El mismo Evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos (cf. Mt 7, 1; Lc 6, 37)” (No 308).  “Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” (No 311)

94 Primacía de la conciencia
* Tampoco se ha dado la debida importancia a la conciencia de los fieles, “que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas”. No hay que olvidar que “estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (No 37) * El reconocimiento de los condicionamientos significa que “la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio”. Así, la conciencia “puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo” (No 303).

95 Una Iglesia acogedora La Iglesia, recuerda el Pontífice, “no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas” (No 310). Esto significa que es preciso superar “una fría moral de escritorio al hablar sobre los temas más delicados, y nos sitúa más bien en el contexto de un discernimiento pastoral cargado de amor misericordioso, que siempre se inclina a comprender, a perdonar, a acompañar, a esperar, y sobre todo a integrar” (No 312). En otras palabras, existe un cambio en la pregunta eclesiológica. Ya no se trata de preguntarse quién puede pertenecer a la institución de la Iglesia, sino cómo ayudar para integrarlas a la Iglesia.

96 ¿NOVEDAD? No hay ninguna novedad doctrinal en la ·Exhortación, pero se asume una perspectiva capaz de asumir la fragilidad humana y guiarla hacia el camino del ideal cristiano, subrayando la primacía de la conciencia de las personas. En otras palabras, trata al cristiano como un adulto, consciente de las dificultades que entraña la realidad concreta y confiando en su sentido de responsabilidad, fruto de su vida espiritual y mediante el discernimiento. En sentido estricto, la posibilidad de acceso a la comunión de las personas divorciadas y vueltas a casar, acorde a un discernimiento en conciencia, no constituye una novedad porque la Iglesia siempre ha mantenido el principio de la primacía de la conciencia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, Nos ). La novedad está más bien en que lo que antes se prohibía ahora no lo está. En otras palabras, la afirmación de que “la Iglesia, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su praxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez” (Juan Pablo II, Familiaris consortio, No 84), ha sido reemplazada por la que la misma Familiaris consortio establece en el mismo párrafo citado, al sostener la obligación “de discernir bien las situaciones” (No 84).

97 La postura del teólogo Ratzinger (1972)
En un artículo que escribió en 1972 en una publicación de una colección de ensayos cristológicos (Zur Frage nach der Unauflöslichkeit der Ehe. Bemerkungen zum dogmengeschichtlichen Befund und zu seiner gegenwärtigen Bedeutung; in: Ehe und Ehescheidung. Diskussion unter Christen, Eds. F. Henrich y V. Eid, Münchener Akademie-Schriften 59, Munich 1972, pp Cf. Vatican Insider, The year Ratzinger said „yes“ to communion for remarried divorcees, 20 noviembre 2014), el teólogo Ratzinger sostuvo que el matrimonio sacramento es indisoluble. „Sin embargo, esto no significa que la Iglesia no puede extender la comunión a aquellos que reconocen esta doctrina y principio de vida, pero se encuentran en una situación de emergencia de una naturaleza excepcional en la cual están particularmente necesitados de una comunión plena con el Cuerpo de Cristo“. El teólogo Ratzinger argumentó que, en los casos de emergencia, para evitar lo peor, la Iglesia puede permitir algunas limitadas excepciones. La categoría de situaciones cuando permitir una excepción es estrictamente necesario se aplica cuando los esposos consideran que su primer matrimonio está irrevocablemente destruido y su segundo matrimonio constituye una unión moral y lleno con el espíritu de la fe, especialmente con respecto a la educación de los hijos. En estos casos, “les debe ser permitido acercarse al sacramento de la comunión, acudiendo a medios extra-judiciales y con el testimonio del párroco y los miembros de la comunidad”.

98 Esta norma, concluye Ratzinger, está apoyada en la tradición de la Iglesia (Basilio).
Por tanto, “cuando las obligaciones morales hacia los hijos, la familia y la esposa de un segundo matrimonio y no existen tales obligaciones hacia el primer matrimonio; cuando por una razón moral, renunciar al segundo matrimonio no es aceptable y la continencia no es una posibilidad real, entonces parece solo justo que después de un tiempo de prueba, la persona tiene que serle permitido unirse a la comunidad de los fieles que reciben la comunión y estaría plenamente conforme con la tradición de la Iglesia”. En la nueva versión de las Obras Completas de Ratzinger publicada en Alemania (Herder, 2014), la propuesta mencionada fue omitida. Obviamente, un teólogo tiene todo el derecho de cambiar de opinión después de 42 años, especialmente cuando considera que una característica de la cultura actual es el relativismo moral. Sin embargo, no deja de ser interesante esta postura del teólogo Ratzinger, cinco años antes de ser nombrado arzobispo de Múnich (1977).

99 Declaración de los obispos de la región diocesana de Buenos Aires
Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia Obispos Región pastoral Buenos Aires (05 de septiembre de 2016): 1.- En primer lugar recordamos que no conviene hablar de «permisos» para acceder a los sacramentos, sino de un proceso de discernimiento acompañado por un pastor. Es un discernimiento «personal y pastoral» (300). 4.- Este camino no acaba necesariamente en los sacramentos, sino que puede orientarse a otras formas de integrarse más en la vida de la Iglesia: una mayor presencia en la comunidad, la participación en grupos de oración o reflexión, el compromiso en diversos servicios eclesiales, etc. (cf. 299). 6.- Si se llega a reconocer que, en un caso concreto, hay limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad (cf ), particularmente cuando una persona considere que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión, Amoris laetitia abre la posibilidad del acceso a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía (cf. notas 336 y 351). 7.- Pero hay que evitar entender esta posibilidad como un acceso irrestricto a los sacramentos, o como si cualquier situación lo justificara.

100 Declaración de los obispos de Malta y Gozo
Declaración de Mons. Charles Scicluna (Arzobispo de Malta) y Mons. Mario Grech (Obispo de Gozo) sobre los criterios para la aplicación del capítulo octavo de Amoris laetitia (No 10, enero de 2017) “Si, como resultado del proceso de un discernimiento, asumido con “humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta” (AL 300), una persona separada o divorciada quien está viviendo una nueva relación logra, con una conciencia informada e iluminada, reconocer y creer que él o ella están en paz con Dios, él o ella no puede ser excluida de la participación en los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía (cf. AL, notas 336 y 351)”

101 DECLARACIÓN DEL CONSEJO PERMANENTE DE LOS OBISPOS DE ALEMANIA
“La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia”. Una invitación a la pastoral renovada del matrimonio y la familia a la luz de Amoris laetitia (23 de enero 2017) No todos los creyentes cuyos matrimonios han fracasado, se han divorciado y vuelto a casar por el régimen civil pueden recibir los sacramentos sin distinción. Lo que se necesita son más bien soluciones diferenciadas que puedan aplicarse a cada caso en particular y que se hagan efectivas cuando un matrimonio no pueda ser anulado… La decisión individual en cuanto a no estar, o aún no estar, en condiciones de recibir en una situación determinada los sacramentos, merece respeto y admiración. Pero también se ha de respetar la decisión de recibir los sacramentos. Se deben evitar tanto una postura de laxitud, que prescinda de una atenta mirada durante el proceso de acompañamiento, de discernimiento e integración, como también una actitud severa, que al juzgar de manera apresurada a las personas se detiene en las así llamadas situaciones irregulares. En lugar de estas posturas extremas deberá incorporarse el discernimiento (del latín “discretio”) en las conversaciones personales… las personas deben sentir que la Iglesia las acompaña y las invita a caminar junto con ella. “Los pastores, que proponen a los fieles el ideal pleno del Evangelio y la doctrina de la Iglesia, deben ayudarles también a asumir la lógica de la compasión con los frágiles y a evitar persecuciones o juicios demasiado duros o impacientes. El mismo Evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos” (AL 308)”.

102 Mirada de Dios sobre la vida (Inochi he no manazashi) , publicada al comienzo de esta Cuaresma de 2017 y aprobada por unanimidad del episcopado japonés "Nosotros tenemos que reconocer, arrepintiéndonos, que la iglesia se ha venido comportando hasta hace poco más bien como juez que como madre, por lo que se refiere a las personas que no han podido salvar su matrimonio. Pero hoy pensamos que se debe acoger y abrazar cálidamente, como hizo Jesucristo, el sufrimiento de las personas, y que debemos apoyarlas y animarlas, acompañándolas en el camino para rehacer de nuevo su vida". (No. 34 del texto oficial japonés). (Cf. Juan Masiá s.j., "Los obispos japoneses, con Amoris Laetitia, antes y después“)


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