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Patología Mental
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Definición de Patología Mental
Deficiencia o falla en aspectos estructurales del ser humano, habitualmente mantenido y persistente a través del tiempo. Es una alteración de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo, considerada como anormal con respecto al grupo social de referencia del cual proviene el individuo. Se encuentra alterado el razonamiento, el comportamiento y la facultad de reconocer la realidad o adaptarse a las condiciones de la vida.
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Normalidad v/s Anormalidad
Anormal como desviación del conjunto de creencias y conductas aceptadas por la sociedad. Anormal como desviación estadística. Anormal como presencia de lesión o disfunción fisiológica. Anormal como desventaja biológica.
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Todos estamos expuestos en mayor o menor medida a transitar de un extremo a otro. (Ejemplo)
Normalidad etimológicamente significa dar cumplimiento a una norma. Norma Ideal: sería un estado de perfección que no es siempre posible lograr pero es la norma que se debe aspirar.
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Freud dijo “Un yo normal es, como la normalidad es general, un ideal ficticio.”
Como nadie puede alcanzar una norma teórica tan perfecta, es un ideal ficticio frente al cual todos seríamos anormales. Esto no integra el sentido de la limitación, del defecto. Un pulmón enfermo tiene también sus leyes y normas de funcionamiento, ni más ni menos que un pulmón sano. Todo aquello que existe tiene una regla intrínseca (Que es propia o característica de una cosa por sí misma y no por causas exteriores) de funcionamiento.
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Norma Descriptiva, Estadística.
Normal es aquello que se observa más a menudo, identificándose la norma con la mayor frecuencia. La diferencia entre normal/anormal es cuantitativa, se distribuye según la curva de Gauss. El rango medio abarca lo normal, los extremos son psicopatología, anormalidad.
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Limitaciones: No necesariamente lo más frecuente es normal. Un comportamiento normal en un ambiente y en una época, no lo será en otro lugar y en otro momento. (3 ejemplos) No podemos evaluar todas las culturas teniendo como referencia sólo la nuestra. Cada familia es distinta y desde esta mirada, la familia es la norma y no puede compararse con otra.
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Pero hay sociedades, grupos y culturas que se adaptan a condiciones de vida ínfimas, encuentran sus sentidos en esas condiciones, elaboran sus propias normas y tienden a cumplirlas aunque éstas impliquen grandes frustraciones y amarguras. Simplemente no saben que existen otras mejores. El hombre puede contentarse con una realización limitada de la humanidad porque le parece que es la única posible.
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No debemos tan sólo valorar los contenidos del comportamiento, de igual importancia son los factores psico-biológicos, los aspectos hereditarios por ejemplo. Debemos aceptar que el acto de determinar lo normal y lo anormal es siempre un juicio, o sea una operación valorativa y por lo tanto subjetiva, así emitimos un juicio valorativo al atribuirle un valor negativo a determinada condición.
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Que un hombre muera de un infarto o manifieste patología mental es un acto absolutamente natural, que no desobedece ninguna ley. Pero no es la misma cosa para el hombre que está enfermo y su familia y no lo es porque está el deseo de vivir y vivir bien, quiere vivir. El tumor, el infarto, la patología mental no son una transgresión a las normas naturales del hombre, sino desilusiones de sus deseos.
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Antiguamente la enfermedad mental estará en manos de Dios y de su enemigo Lucifer.
Había perplejidad y temor acerca de la enfermedad mental. Se pensaba que las perturbaciones psíquicas las padecen los herejes. Algunos considerados como enfermos eran tratados con exorcismos. En esta confusión en que el pecado y la enfermedad mental se identificaron en el espíritu del hombre, sería el Diablo el causante de la anormalidad psíquica.
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En la edad clásica (siglo XVII), se crea el Hospital General en Francia y se extiende a toda Europa. En esta época el problema de la anormalidad mental se confunde con la vagancia, la insensatez, la mendicidad y la ociosidad, se los encierra a todos juntos. Se transforma en un asunto policial. El “inútil” social es rechazado. Al anormal se le rechaza por su falta de perseverancia, su ociosidad, su pobreza, su pasividad. Todo aquello cuestiona ese espíritu progresista, exitista y eficientista de la época.
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El anormal es rechazado porque no es como todos, no corresponde al promedio, escapa a la norma, a la medida. Hay tres autores del siglo ante-pasado que aspiran al mismo objetivo: Liberar al Hombre. La anormalidad se reduce a una pérdida de libertad.
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Si concluimos en una práctica el la cual “abandonamos” a nuestro familiar para que se despliegue en toda su libertad, si por llevarlo a ser libre lo sometemos a diversos procedimientos resultarán finalmente más opresores que su propia condición, pero si decidimos acompañarlo respetuosamente en la búsqueda de su propia existencia lo impulsaremos para ser responsable, para tener conciencia… Esta es en definitiva la elaboración ética que debemos asumir.
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El propósito desde nosotros, desde la terapéutica como psicólogos, no está en resolver todos los problemas del paciente, sino más bien en aumentar la capacidad de éste y su familia de resolver sus propios problemas. Se produce un cambio positivo en términos psicoterapéuticos donde adquiere gran importancia el sentimiento de libertad y de opción responsable por parte de los pacientes.
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Esta experiencia de libertad de elección es uno de los elementos más profundos subyacentes al cambio. Para ayudar a este cambio, el cambio de ser responsables de tomar conciencia va de la mano con el tratamiento farmacológico. Los psicofármacos, intervienen sobre el sufrimiento y sobre una serie de disturbios que han alterado su modo de vivir y que lo degradan gravemente en su existencia; sobre aquellos trastornos que él no ha deseado en lo absoluto y mucho menos escogido
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En ningún caso constituyen para él una experiencia más o menos fabulosa, sino una experiencia puramente dramática, inútil y negativa para el desarrollo de su vida futura. La enfermedad y la anormalidad son siempre una reducción de la capacidad de afrontar diversas situaciones. La enfermedad no es un desorden sino la substitución de un orden por otro, por su puesto natural, pero que enjuiciamos inferior.
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Inferior por varios motivos, pero sobre todo porque es más limitante.
En definitiva, la anormalidad sería una patología de la libertad, que impide la expansión de la existencia. Por eso que es muy importante reconocer sectores, aspectos sanos en los que nuestro familiar permanece bien, a pesar del peso que puede aplastarlo en otros sectores.
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Continuará… Gracias.
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