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Semana de la catequesis
Secretariado de Pastoral Catequética Arquidiócesis de Monterrey
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TEMA 3 ¡Jesús se queda con nosotros a través de la eucaristía!
OBJETIVO: Reconocer la Eucaristía como el sacramento de la presencia real, constante y permanente de Cristo que quiere quedarse cono nosotros como signo de su Alianza Eterna.
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TEXTOS: “Pues lo que se puede conocer de Dios, lo tienen claro ante sus ojos, ya que así les fue manifestado por Dios. Y es que lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, se ha hecho visible desde la creación del mundo, por medio de las cosas creadas.” (Rom, 1, 19-20) "Sentado a la derecha del Padre" y derramando el Espíritu Santo sobre su Cuerpo que es la Iglesia, Cristo actúa ahora por medio de los sacramentos, instituidos por él para comunicar su gracia. Los sacramentos son signos sensibles (palabras y acciones), accesibles a nuestra humanidad actual. Realizan eficazmente la gracia que significan en virtud de la acción de Cristo y por el poder del Espíritu Santo. (CEC, 1084)
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Preeminencia de la Santísima Eucaristía
CONTEMPLAMOS: Preeminencia de la Santísima Eucaristía Al igual que los demás sacramentos, la Santísima Eucaristía es símbolo de una cosa sagrada y forma visible de la gracia invisible; más se haya en ella algo de excelente y singular, y esto es que los demás sacramentos tienen por principal virtud la de santificar, cuando se hace uso de ellos; pero en la Eucaristía, antes de su uso está el autor mismo de la santidad. (cfr. Dz. 876 y 886) El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo nuestro Señor, es la Santísima Eucaristía.
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Contiene al mismo Cristo en persona.
El Sacrificio Eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y se leva a término la edificación del cuerpo de Cristo. Así, pues, los demás sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen estrechamente a la Santísima Eucaristía y a ella se ordenan. (Cn. 897) La Iglesia pregona: “La Eucaristía es la fuente y culmen de la vida cristiana”. (L.G., 11) Pero también ha conservado y enseñado la Iglesia en el depósito de la fe que la Santísima Eucaristía es el mayor y el más digno de los sacramentos por que: Contiene al mismo Cristo en persona. Los demás sacramentos se orientan a la eucaristía como a su fin. Como aparece en el ritual de los sacramentos, casi todos los sacramentos terminan en la Eucaristía. (Summa Theologica III, aq. LXV, a.3)
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La participación en los sacramentos
La grandeza de este sacramento lleva al fiel cristiano a manifestar su piedad por la Santa Eucaristía a través de una celebración participada, en especial con referencia a la comunión y con el culto de la Eucaristía como sacramento permanente. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo"
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Eucaristía porque es acción de gracias a Dios.
El nombre de este sacramento La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama: Eucaristía porque es acción de gracias a Dios. Banquete del Señor (cf 1 Co 11,20) porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión y de la anticipación del banquete de bodas del Cordero (cf Ap 19,9) en la Jerusalén celestial. Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (cf Mt 14,19; 15,36; Mc 8,6.19), sobre todo en la última Cena (cf Mt 26,26; 1 Co 11,24). Asamblea eucarística (synaxis), porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia (cf 1 Co 11,17-34). Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor.
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Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia; o también santo sacrificio de la misa, "sacrificio de alabanza" (Hch 13,15; cf Sal 116, 13.17), sacrificio espiritual (cf 1 P 2,5), sacrificio puro (cf Ml 1,11) y santo, puesto que completa y supera todos los sacrificios de la Antigua Alianza. Santa y divina Liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresión más densa en la celebración de este sacramento; en el mismo sentido se la llama también celebración de los santos misterios. Se habla también del Santísimo Sacramento porque es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las especies eucarísticas guardadas en el sagrario.
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Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17); se la llama también las cosas santas [ta hagia; sancta] (Const. Apost. 8, 13, 12; Didaché 9,5; 10,6) -es el sentido primero de la comunión de los santos de que habla el Símbolo de los Apóstoles-, pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad (S. Ignacio de Ant. Eph 20,2), viático... Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se termina con el envío de los fieles (missio) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.
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La Transustanciación El concepto “Transustanciación” adquiere aquí una importancia de primer orden. Se trata del término de origen filosófico empleado por la teología para expresar el cambio que se produce cuando, por la consagración eucarística, las especies de pan y vino pasan a ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La tradición de la Iglesia expone la doctrina de la transustanciación desde épocas tempranas. Así lo expone San Juan Crisóstomo: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros.” El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. “Esto es mi cuerpo”, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas.
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“Profeso igualmente que en la Misa se ofrece a Dios un sacrificio verdadero, propio y propiciatorio por los vivos y por los difuntos, y que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía está verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo, y que se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en su Cuerpo, y de toda la sustancia del vino en su Sangre; conversión que la Iglesia Católica llama «Transustanciación». Confieso también que bajo una sola de las especies se recibe a Cristo, todo e íntegro, y un verdadero sacramento”. (DZ. 997)
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