Nacemos con un buen número de facultades y de cualidades.
También tenemos muchas imperfecciones, defectos y pecados
Aunque hoy se exalta la perfección y el culto al cuerpo, nadie tiene los dos brazos iguales, los dos ojos iguales, las dos orejas iguales…
Luchamos y trabajamos por mejorar nuestro carácter, nuestros sentidos, nuestras actitudes y comportamientos. Pero la perfección no existe.
Cuando tenemos un metedura de pata, un fracaso, una enfermedad, un desatino, etc nos damos cuenta de los imperfectos que somos
Todo ello nos debería llevar a ser más humildes. La humildad es reconocer lo que de verdad somos, con nuestras cualidades y limitaciones.
La humildad entra por los ojos y se apodera del corazón del otro.
La humildad nos capacita para comprender a todos
Con la humildad entenderíamos cualquier minusvalía, cualquier discapacidad, cualquier defecto, nos entenderíamos a nosotros mismo