Artículo 6. La fe crece cuando se comparte Se han preguntado, ¿Cómo llegamos a amar a nuestros abuelos o a las personas que amaban nuestros padres? El amor, es una experiencia que se comparte, no como una doctrina, sino como una experiencia que se impone desde el corazón. Así, al ver cómo mis padres amaban, dedicaban tiempo y respetaban a sus padres es que yo aprendí a amarlos también. Pensaba: “si son importantes para mis padres, lo deberán ser para mí también”. Algo similar pasa con Dios. No enseñamos a amar a Dios por hacer que nuestros hijos se aprendan de memoria los mandamientos, o el Padre Nuestro, o por exigirles cumplir con un rito que no entienden, como puede ser la misa. Se enseña a amar a Dios amándolo nosotros mismos, tratándolo con respeto en nuestras conversaciones y oraciones, haciendo oración con ellos, en la mesa, en el carro, al salir de viaje, al final del día. Hablando de Dios con amor, con respeto, como lo hacemos de nuestros padres. Tratando de superar la actitud de aquellos que le dicen a sus hijos: “vamos a misa porque es una obligación”. ¿Lo mismo decimos cuando los llevamos con nuestros padres? ¿No sería mejor decirles: “Vamos a misa porque yo lo necesito… porque a mí me gusta… porque quiero agradecerle a Dios que estamos juntos… porque quiero decirle a Dios que yo también lo amo,… etc.”? Recordemos, la fe se comparte ¡viviéndola! y se fortalece ¡compartiéndola!. Por eso san Agustín decía: “La Fe se fortalece creyendo”. Sólo cuando nosotros tengamos una experiencia agradecida de nuestra fe; cuando para nosotros creer no sea una carga que nuestros padres nos dejaron, sino un tesoro que no acabamos de agradecer; sólo cuando creer sea para mí una experiencia agradable; sólo así es que podremos aspirar a que nuestros hijos crean y disfruten del inmenso amor que Dios les tiene. La fe es la experiencia gozosa que aquella mujer samaritana fue a compartir con su pueblo cuando se encontró con Jesús (Jn 4,29); es la experiencia de los Apóstoles que se niegan a quedarse callados cuando el Sanedrín se los pide (Hch 4,20); es la experiencia de urgencia que Pablo proclama cuando dice: “anunciar el Evangelio no es para mí un motivo de gloria; es una obligación que tengo, ¡y pobre de mí si no anunciara el evangelio!” (I Cor 9,16). Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar (2 Cor 5,14). Por tu Pueblo, para tu gloria, siempre tuyo Señor. P. Héctor M. Pérez Villarreal de Marzo del 2013 PROFUNDIZANDO EN NUESTRA FE 2º. Colecta - CASO No. 82 Niño José Ángel Pérez Quintanilla Edad: 4 años Diagnóstico: Hipoacusia profunda sensorial bilateral (pérdida auditiva en los 2 oídos), por lo que requiere un implante coclear, esta cirugía tiene un costo de $ 450,000. Su papá José Benjamín es chofer de un camión de ruta y su mamá es ayudante de una educadora en un jardín de niños, a donde acude José Ángel, pero por su condición es muy difícil tratarlo. Solo nos faltan $ 600 para apoyar a la familia Pérez Quintanilla con $ 5,000. “Hagamos el bien sin desanimarnos; al debido tiempo cosecharemos, si no desmayamos” Gálatas 6,9 Saldo anterior 1,600 Ingresos: Colecta 24 Febrero 2,857 Egresos: Cargos Bancarios 40 Saldo al 10 Marzo ,417 Estado de Cuenta

Convertirse es también dar frutos. En la 1ª. Lectura (Éxodo 3, ) Pasaje importante en la experiencia del pueblo de Israel, Dios sale al encuentro de su pueblo y nos revela sus sentimientos: Nos muestra que tiene memoria: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac…”. (Entre Abraham y Moisés hay aproximadamente 700 años de diferencia) Nos revela que si nos escucha: “He escuchado las súplicas del pueblo” Que no es indiferente: “He visto la opresión de mi pueblo” El amor de Dios tiene instrumentos concretos, como elegir a Moisés para liberar a Israel. HOY: Dios nos llama a cada uno para actuar en su nombre. No importan nuestras limitaciones, no podemos excusarnos en ellas para el cumplimiento de nuestra misión. En el Evangelio (Lucas 13, 1-9) La higuera que no da frutos. Los dones que Él nos da son únicos e irrepetibles, cada uno con capacidades diferentes que se complementan en su familia, en su iglesia y en la sociedad. ¿Tú ya estás dando fruto? INTENCIÓN: Pidamos al Señor que estemos conscientes que no estamos solamente llamados a sobrevivir, estamos llamados a vivir y a vivir con plenitud. NOS INTERESA TU OPINION, ESCRIBE A: RECORDEMOS FRASES DE LA HOMILIA Marzo 3, 2013 PARA LOS PEQUES Dios siempre nos espera con los brazos abiertos llenos de amor, acude a El siempre para que te aconseje, para que te guie. Ayuda al hijo prodigo a encontrar el camino de vuelta a casa, y colorea el dibujo.