30. EL PECADO PERSONAL.

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Transcripción de la presentación:

30. EL PECADO PERSONAL

1. El pecado personal: ofensa a Dios, desobediencia a la ley divina a) El pecado personal es una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna. b) El pecado es esencialmente aversio a Deo et conversio ad creaturas:

En él se manifiesta el amor desordenado a nosotros mismos. San Agustín lo describe como "el amor de sí que llega hasta el desprecio de Dios”. Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cfr. Philip 2,6-9).

C) El pecado es un acto humano malo; se dice acto humano porque para que algo sea pecado ha de ser voluntario y libre. Se dice malo porque ha de ser algo contrario a la Ley de Dios, ya sea a la ley moral natural —impresa en el corazón de todo hombre— o contrario a la ley divino-positiva.

El pecado es el único mal en sentido pleno. Los demás males (p. ej. una enfermedad) en sí mismos no apartan de Dios, aunque ciertamente son privación de algún bien. D) Hay una distinción entre el pecado actual, que es el mismo acto de pecar, y el habitual, que es la mancha dejada en el alma por el pecado actual.

e) El pecado personal se distingue del pecado original con el que todos nacemos y que hemos contraído por la desobediencia de Adán. El pecado original inhiere personalmente en cada uno, aunque no haya sido cometido personalmente.

Es como una enfermedad heredada, que se cura por el Bautismo (al menos, por su deseo implícito), pero permaneciendo una debilidad que facilita caer en nuevos pecados personales.

2. División de los pecados por su objeto Una ofensa a Dios a) Los pecados pueden dividirse en pecados contra Dios, contra el prójimo y contra uno mismo; pero como el orden divino engloba siempre los otros dos, todos los pecados son siempre contra Dios.

b) La división más importante es la de pecado mortal y venial (cfr b) La división más importante es la de pecado mortal y venial (cfr. I loann 5,16 17), según que el hombre pierda totalmente la gracia de Dios, o no. El pecado mortal y el pecado venial se comparan entre sí como la muerte y la enfermedad.

3. Condiciones requeridas para que haya pecado mortal a) Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento.

Materia grave: significa que el objeto moral de la acción que se realiza es gravemente contrario a la Ley de Dios; Pleno conocimiento (o Advertencia plena del entendimiento): significa que se conoce que la acción que se realiza es pecaminosa, es decir, contraria a la Ley de Dios;

Deliberado (o perfecto) consentimiento de la voluntad: significa que se quiere abiertamente esa acción que se sabe contraria a la Ley de Dios. b) Si falta alguna de estas tres condiciones el pecado puede ser venial…

P. ej. cuando la materia no es grave, aunque haya plena advertencia y perfecto consentimiento; o bien, cuando la materia es grave pero no hay plena advertencia o consentimiento perfecto).

Naturalmente, si no hubiera, en absoluto, advertencia o consentimiento, no habría pecado, ni mortal ni venial. c) Para que haya pecado mortal no es necesario querer ofender directamente a Dios: basta que se quiera realizar algo gravemente contrario a lo que quiere Dios.

d) Siguiendo la Tradición de la Iglesia, llamamos pecado mortal al acto, mediante el cual un hombre, con libertad y conocimiento, rechaza a Dios, su ley, la alianza de amor que Dios le propone, prefiriendo volverse a sí mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina.

Esto puede ocurrir de modo directo y formal, como en los pecados de idolatría, apostasía y ateísmo; o de modo equivalente, como en todos los actos de desobediencia a los mandamientos de Dios en materia grave”. e) La gravedad de los pecados puede ser mayor según los objetos, las circunstancias y la voluntariedad del acto.

4. Efectos del pecado mortal a) El pecado mortal entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno.

— Cuando se ha cometido un pecado mortal, y mientras se permanezca fuera del "estado de gracia" —sin recuperarla en la Confesión— no es lícito recibir la Comunión (sería un sacrilegio): no se puede querer a la vez estar unido y alejado de Cristo.

b) Al perder la unión vital con Cristo por el pecado mortal, se pierde también la unión con su Cuerpo místico, que es la Iglesia. No se deja de pertenecer a la Iglesia, pero se está como miembro enfermo, sin salud, que produce un mal a todo el cuerpo.

También se ocasiona un daño a la sociedad humana, porque se deja de ser luz y fermento, aunque esto pase inadvertido. c) Por el pecado mortal se pierden los méritos adquiridos y se queda incapacitado para adquirir otros nuevos;

el hombre queda sujeto a la esclavitud del demonio; disminuye el deseo natural de hacer el bien y se provoca un desorden en las potencias y afectos.

5. Efectos del pecado venial a) El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas temporales.

El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios.

Es humanamente reparable con la gracia de Dios. No priva de la gracia santifi-cante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventu-ranza eterna.

6. Pecados contra el Espíritu Santo La misericordia de Dios no tiene límites, pero es necesario el arrepentimiento. Dice el Señor: "Os lo aseguro: todo se les perdonará a los hijos de los hombres, los pecados y hasta la blasfemia; pero quien blasfeme contra el Espíritu Santo, jamás tendrá perdón”

La Iglesia ha entendido siempre estas palabras en el sentido de que quien deliberadamente rechaza la misericordia de Dios y se obstina en no arrepentirse de sus pecados, rechaza el perdón de los mismos y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo; un tal endurecimiento puede llevar a la condenación eterna.

7. La proliferación del pecado Esa obstinación es un pecado contra el Espíritu Santo. OBSTINADOS 7. La proliferación del pecado El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal.

Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz. A los pecados personales que especialmente inducen a otros pecados, los llamamos capitales, pues son cabeza de los demás:

Son: la soberbia —principio de todo pecado (cfr Son: la soberbia —principio de todo pecado (cfr. Sir 10,12-13)—, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. c) La pérdida del sentido del pecado es fruto del voluntario oscurecimiento de la conciencia que lleva al hombre —por su soberbia— a negar que los pecados personales sean tales pecados e incluso a negar que exista el pecado.

d) El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos: participando directa y voluntariamente; ordenándolos,

aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos; no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo; y protegiendo a los que hacen el mal.

8. Las tentaciones A) La raíz de todos los pecados está en el corazón del hombre. Las tentaciones inducen a pecar, pero nunca pueden ser tan fuertes que obliguen a pecar. Dios concede siempre su gracia para vencer cualquier tentación:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, junto con la tentación os dará también la fuerza para poder soportarla (I Cor 10,13).

B) Las causas de las tentaciones pueden reducirse a tres: El "mundo": no como creación de Dios, porque en este sentido es bueno, sino en cuanto que por el desorden del pecado solicita a la conversio ad creaturas con el ambiente materialista y pagano;

el demonio: que instiga al pecado, pero no tiene poder para hacernos pecar. Las tentaciones del diablo se rechazan con oración; la "carne" o concupiscencia: que hace que estemos inclinados al pecado, pero nunca es capaz de dominarnos, si no queremos.

C) Generalmente las tentaciones se dirigen primero a provocar los pecados internos (que son los que se consuman en el interior de la persona, sin que se requiera ningún acto extemo) y después a los pecados externos, que añaden la realización de un acto exterior.

Se distinguen tres tipos de pecados internos: la delectatio morosa, el gaudium peccaminosum y el desiderium pravum (complacencia morosa, gozo pecaminoso y mal deseo).

d) La tentación actúa como en tres momentos: — sugestión, que es una mera representación involuntaria del mal, y que no encierra pecado alguno; puede incluso transformarse en ocasión para progresar en humildad;

la complacencia no deliberada, en que tampoco hay todavía pecado, al menos grave, porque no se admite voluntariamente la tentación, pero tampoco se rechaza con prontitud y determinación; el consentimiento, que ya constituye verdadero pecado.

e) Para combatir las tentaciones es necesario ser muy sinceros con Dios, con uno mismo, y en la dirección espiritual. De lo contrario se corre el riesgo de provocar la de formación de la conciencia.

La sinceridad es un gran medio para evitar los pecados, y alcanzar la verdadera humildad: Dios Padre sale al encuentro de quien se confiesa pecador, revelando aquello que la soberbia quería ocultar como pecado.

— Además, hay que huir de las ocasiones de pecado. Cuando se trata de ocasiones próximas que son necesarias (que no se pueden quitar), hay obligación de poner los medios para que la ocasión próxima pase a remota.

Una parte de esa obligación consiste en hablar antes.

Presentación de estudio Buenos Aires, 4 de agosto 2008 Auditorio del CUDES P. Juan María Gallardo juanmariagallardo@gmail.com www.oracionesydevociones.info Presentación de estudio para que los asistentes puedan estudiar los contenidos de la clase y para que, quien quiera utilizarla, pueda modificarla según su propio estilo P. JMG