DEL “DIOS ETIQUETADO” AL DIOS DE JESÚS

En cambio, el Dios revelado en Jesús es el Padre misericordioso que se alegra y se goza en perdonar (Lc 15). Es el Dios interesado por nuestro corazón y no tanto por la perfección de nuestras obras. Por miedo a ser condenado vivo compulsivamente un deseo de perfección, y es muy común fabricarme (inconscientemente) un ídolo que quiere y provoca mi perfección. En cambio, el Dios revelado en Jesús es el Padre misericordioso que se alegra y se goza en perdonar (Lc 15). Es el Dios interesado por nuestro corazón y no tanto por la perfección de nuestras obras.

En cambio el Dios de Jesús nos ama incondicionalmente, nos quiere por lo que somos y no por lo que hacemos. El miedo a no ser amado me lleva al compulsivo servicio a los demás, fabricándome así una imagen sádica de un dios que nos exige grandes sacrificios en servicio del prójimo, cosas que cuesten, que duelan, que sangren. Llego a creer “mientras más difícil sea el servicio, más santidad alcanzo”. En cambio el Dios de Jesús nos ama incondicionalmente, nos quiere por lo que somos y no por lo que hacemos.

En cambio el Dios de Jesús es pura gratuidad, no se le puede comprar, no se nos vende, pues todo en Él es regalo, gracia y don. Temerosos del fracaso vivo exageradamente el deseo del éxito, fabricándome una relación comercial con un dios que exige obras, que exige cultivar la imagen, con el que puedo negociar: “te ofrezco mis triunfos para que me concedas…” En cambio el Dios de Jesús es pura gratuidad, no se le puede comprar, no se nos vende, pues todo en Él es regalo, gracia y don.

En cambio, el Dios de Jesús es el Dios del Reino, el de un proyecto histórico con toda la humanidad; proyecto que implica la paz, la justicia, la solidaridad, el respeto… por todos y cada uno, especialmente los pobres. Si el miedo a que me comparen me lleva compulsivamente a ser diferente, “ser especial, distinto”, seguramente me fabrique un dios exclusivo para mí, solo mío, con quien mantenga una relación intimista e individualista. En cambio, el Dios de Jesús es el Dios del Reino, el de un proyecto histórico con toda la humanidad; proyecto que implica la paz, la justicia, la solidaridad, el respeto… por todos y cada uno, especialmente los pobres.

En cambio el Dios de Jesús es el Dios que se experimenta, es decir, que se le conoce y comprende desde el encuentro con Jesús y no tanto desde el conocimiento (Jn 14, 8-9) Por miedo a sentirme vacío quiero conocerlo todo, acumular y llenarme de teorías sobre Dios, de manera que, conociéndolo, pueda manejarlo con ciertos ritos y determinadas devociones. En cambio el Dios de Jesús es el Dios que se experimenta, es decir, que se le conoce y comprende desde el encuentro con Jesús y no tanto desde el conocimiento (Jn 14, 8-9)

En cambio el Dios de Jesús confía en mí y apuesta por nuestra libertad (Gal 5,5), nos pone la ley del amor como único criterio normativo Por miedo al abandono me aferro a la norma, la ley, la institución y las costumbres… de manera que vivo a dios como un Juez implacable, verificador de nuestras transgresiones. En cambio el Dios de Jesús confía en mí y apuesta por nuestra libertad (Gal 5,5), nos pone la ley del amor como único criterio normativo

Sin embargo Jesús nos muestra el Dios Pascual, que en el crucificado está el resucitado. El miedo al sufrimiento nos hace buscar el placer, haciéndonos un dios del puro gusto y bienestar, todo permisivo. Es dios de la sola resurrección que no pasa por la muerte ni quiere ver el sufrimiento. Sin embargo Jesús nos muestra el Dios Pascual, que en el crucificado está el resucitado.

En cambio Jesús es el Dios encarnado en lo débil, que elige lo pobre y lo pequeño como canal de revelación, y elige lo necio del mundo para confundir a los fuertes Mucha gente teme sentirse frágil, débil, y compulsivamente busca el poder (“yo todo lo puedo”). Es muy fácil que su dios sea el todopoderoso, un dios que se confunde con el poder, que se coloca en la prepotencia, controlador de todo y de todos… y responsable del mal en el mundo! En cambio Jesús es el Dios encarnado en lo débil, que elige lo pobre y lo pequeño como canal de revelación, y elige lo necio del mundo para confundir a los fuertes (1ª Cor 1, 26-31).

El Dios de Jesús moviliza nuestra capacidad de creer y esperar, provoca la posibilidad de cambiar la historia “esperando contra toda esperanza”. A veces el temor al conflicto me impulsa a buscar exageradamente la concordia y la paz, a cualquier precio. Entonces me fabrico la imagen de un dios conciliador, pero sin justicia, un dios de la falsa paz, enajenado del compromiso por la verdad. El Dios de Jesús moviliza nuestra capacidad de creer y esperar, provoca la posibilidad de cambiar la historia “esperando contra toda esperanza”.

En cambio Jesús mostró en su vida una gran libertad respecto a los tabúes de su época, en el mismo trato con las mujeres y con las pecadoras; si eligió ser célibe fue únicamente por amor al Reino. Un miedo inyectado en nuestra cultura es hacia el cuerpo y la sexualidad, provocando el rechazo, la vergüenza y la culpa con cualquiera de sus manifestaciones. De aquí surge un dios obsesivamente preocupado por mi comportamiento sexual, obviamente para castigarlo. En cambio Jesús mostró en su vida una gran libertad respecto a los tabúes de su época, en el mismo trato con las mujeres y con las pecadoras; si eligió ser célibe fue únicamente por amor al Reino.

¿qué experiencias me ayudaron a evolucionar del ídolo al Dios de Jesús? ¿qué experiencias me ayudaron a evolucionar del ídolo al Dios de Jesús? ¿cuáles rasgos del Dios de Jesús tienen en mí mayor fuerza? ¿cuáles menos? ¿cuáles rasgos del Dios de Jesús tienen en mí mayor fuerza? ¿cuáles menos? ¿Cómo acercarme – renunciando al ídolo- al Dios de Jesús, con el “salto en la fe” que esto supone? ¿Cómo acercarme – renunciando al ídolo- al Dios de Jesús, con el “salto en la fe” que esto supone?