La relación de ayuda La actitud empática

Una situación Una persona en un pozo Necesitada Con el agua al cuello Sin hacer pie Un pozo con una escalera.

Respuesta más típica Echar la cuerda. Dar soluciones Decir al otro lo que tiene que hacer Usted no se preocupe, que ya verá cómo las cosas se arreglan bien … Usted lo que tiene que hacer es …

La actitud empática Supone hacer el esfuerzo por entrar en el mundo del otro para ver las cosas desde su punto de vista. No confundir con una actitud masoquista, es decir, no identificarse con su persona para sentir lo mismo que dicha persona. Es utilizar el marco de referencia interior del otro.

¡Entiéndase bien! Bajar al pozo del otro Disponerse interiormente a comprender los significados verdaderos y únicos que las cosas tienen para quien queremos ayudar

1. Fase de identificación Ver las cosas desde su punto de vista. Darnos cuenta de lo que significa su situación, captar el impacto que tiene a nivel emotivo. Así acompañar a descubrir las escaleras, los recursos con los que cuenta para afrontar su problema.

2. Fase de repercusión Reconocer el precio que supone la actitud empática. La persona que ayuda se siente afectada a nivel emotivo por el contacto con el sufrimiento de la otra persona El contacto con la vulnerabilidad ajena despierta con frecuencia la propia vulnerabilidad de la persona que ayuda.

3. Fase de la incorporación o autoobservación Nos lleva a descubrir nuestros propios pozos, nuestros propios limites, que residen en nuestra historia o en nuestra misma persona en el momento en que interacciona con el marginado. Uno/a descubre sus propias miserias y las propias pobrezas del presente. Manejar esto sabiamente supone reconocerse sanador herido, es decir, ayudante vulnerable, así se aumenta la capacidad de comprensión de los significados del mundo en que se encuentra la otra persona.

4. Fase de la separación o restablecimiento de la distancia física, psicológica y afectiva Si no se quiere caer en el síndrome del burn-out o del quemarse en la acción social, se ha de aprender a restablecer la distancia emotiva, afectiva, salir del pozo ajeno para reencontrarse consigo mismo, para no vivir centrado en el otro y poder ayudar a otros y otras.

El pozo y la separación El pozo representa una situación problemática del otro. Por eso la separación es necesaria y sana para el ayudado y para el ayudante.

“No sé si alguien me quiere” El siguiente fragmento de conversación tiene lugar en una vivienda semitutelada, entre un joven y una monitora que les acompaña. A.1 Estoy hecho un lío. Está bien, ahora estoy mejor que antes; no estoy tirado en la calle, pero tampoco siento que haya alguien que me quiera de verdad. B.1 ¡Hombre! En realidad sí que tienes a gente que te quiere y se interesa por ti. Nos tienes a nosotros … A.2 Sí, pero yo no me refiero a eso. No sé … no tengo amistad con una chica, una relación íntima que me haga sentirme realmente querido, ¿entiendes? B.2 (Escuchar esto hace que salte en mí lo que yo misma estoy viviendo en mi familia. Siento que mis hijos cada vez están más distantes de mí y que la relación con mi marido ha caído en una rutina, lo cual me lleva a pensar si realmente nos queremos de verdad o estamos aguantando una situación nada satisfactoria desde el punto de vista afectivo, como la de Juan. Parece como si los dos, en el fondo, estuviéramos en la misma situación). (La conversación sigue).