DOMINGO 5º de CUARESMA Jn. 12, “Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto”.
La hierba verde hace presagiar las espigas doradas. El molino y la harina. El horno y el pan. La mesa y el convite. El grano de trigo se nos ofrece multiplicado en el fruto al que ha dado origen.
Ya en tiempos de Jesús los rabinos empleaban la imagen del grano de trigo para referirse a la resurrección de los muertos.
Si el grano se deposita desnudo en el seno de la tierra y vuelve a surgir revestido de nuevas vestiduras, con más razón se levantarán de nuevo los justos, que han sido sepultados con el vestido de su fe y sus buenas obras.
Este quinto domingo de cuaresma, el Maestro proclama que ha llegado su hora y se atribuye a sí mismo esta imagen del grano de trigo. Jesús entrega su vida para que abunde la vida en el mundo.
“El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará”.
El servicio a Jesús no se reduce a prepararle alimento o vestido. Según San Agustín: “ Sirven a Cristo los que no buscan sus propios intereses, sino los de Jesucristo”.
Sigue al Señor quien lo imita en la generosidad y aun en la entrega de la propia vida. “ Si da pan al pobre, debe hacerlo por caridad, no por jactancia” ( S. Agustín.)
Y el premio será necesariamente participar de su gloria. Escribe el santo: “Amémosle desinteresadamente para que el premio de ese servicio sea estar con Él”.
El evangelio concluye de forma misteriosa: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. ¿Cómo ignorar esta profecía de Jesús?
Él es el elevado sobre la tierra. Pero el levantado sobre la tierra es también el resucitado. Y el glorificado en lo alto de los cielos.
Esa fe es la fuente de la vida para todos los que vuelven sus ojos a Jesucristo. Nada tienen que perder los que orientan a El su mirada con esperanza confiada.
Señor Jesús, grano de trigo entregado por nosotros, a quien vamos siguiendo por el camino, ayúdanos a servirte, sirviendo a nuestros hermanos, para que gocemos por siempre de tu compañía. Amén.
Edit. Secretariado Trinitario. Salamanca 2007