SOFÍA CRISTINA 4º
Había una vez un lapicero que estaba en una tienda y deseaba ser comprado. Era de un amarillo como ningún otro, con la cabeza roja y manitas azules. No había otro igual en la tienda. Pero sobre todo, era un lápiz especial y tenía un poder mágico por Navidad: quien lo tenía, si lo cuidaba bien y le sacaba punta con mucho cuidado, podía conseguir un regalo extra debajo del árbol.
Llegó la Navidad y todo el mundo fue a comprar regalos. Todos los niños del pueblo soñaban con tener ese lápiz mágico. Ahora era su oportunidad para comprarlo porque era Navidad. De repente entró un niño corriendo y, sin que nadie le viera, cogió el lápiz y dijo al tendero: “¡Corre,un escondite, que me persiguen!”
El tendero le abrió una trampilla y bajó con él. Al pasar, el niño tiró la caja de lápices y la de los árboles de Navidad enanos.
Después entraron unas niñas. Al ver la caja de lápices tirada en el suelo y los lápices dispersados por todos los lados, vieron un lápiz muy parecido al lápiz mágico y lo cogieron. Como no estaba el tendero dejaron el dinero encima del mostrador y se fueron muy contentas.
Llegó el día de Reyes. La niña que se llevó el lápiz a casa, al despertarse al día siguiente, vio que había un regalo extra debajo de su árbol. Entonces se acordó: ¡Ella tenía el lápiz mágico! Y como lo había tratado muy bien, también tenía un regalo extra. ¡Qué contenta se puso!
El niño se había llevado un lápiz pero no era el verdadero. El niño no tuvo el regalo pero nunca habría podido tenerlo porque trataba muy mal a los lápices. Sobre todo a los nuevos.
FIN