Cuentan los abuelos que el río Pamplonita era caudaloso y limpio, y para pasar al viejo barrio San Luis había que hacerlo en canoa
La pequeña ciudad tenía tranvía, el clima era templado y tenía muchos árboles en su entorno y había mucha agua para beber
Ahora la ciudad moderna enfrenta el sombrío panorama de la supervivencia del río que le dio su primeras aguas y aún da de beber a más de media Cúcuta
Poco nos acordamos del río, tal cual día: cuando abunda, cuando está seco, cuando le cae petróleo, el día de la tierra, el día del agua, cuando el fenómeno del Niño retorna…
En especial cuando las lluvias se alejan
Y nos acordamos del río porque aparecen otra vez los S.O.S. en los medios de comunicación social, despertándonos de la rutina y el letargo
Porque no hay agua para riego en el valle y escasea para el consumo humano
Porque huele a feo, arrastrando por su lecho aguas residuales de Pamplona, Pamplonita, El Diamante, Bochalema, Chinácota, La Donjuana, La Garita, Los Patios y Cúcuta
Porque otra vez hay mortandad de peces por falta de oxígeno y las garzas no tienen que comer. En lugar de las hermosas aves blancas hay aves negras, disfrutando el banquete de la muerte
Pero llueve y el río tiene algo de agua se nos olvida una vez más que el río es vida e ícono de Cúcuta.
“Ay, ay, ay, si las ondas del río remediaran las penas de mi corazón. Roberto Irwin Vale “Brisas del Pamplonita ”
Fotografías: Ing. Alberto Guerrero