Huellas del Peregrino
De la playa en la arena fueron quedando grabados unos pies descalzos, anónimos, peregrinos, aparentemente sin dueño.
Con la misma ternura con que las olas se estiraban y suavemente acariciaban de esos pies las crujientes huellas, el sol y la espuma en luz policroma de nácar las transformaban.
Como quien lanza al mar una red yo una rosa lancé que el agua en suave vaivén dulcemente zarandeaba. En espuma transformadas pronto las huellas desaparecieron.
Silente quedó muy sola la rosa irisada de espuma y de sol entre el agua y la arena mientras un Peregrino por la playa en silencio se alejaba tatuada la espalda por la luz anacarada de una rosa.
Como quien lanza al mar una red yo una rosa lancé que el agua en suave vaivén dulcemente zarandeaba. En espuma transformadas pronto las huellas desaparecieron. Silente quedó sola la rosa irisada de espuma y de sol entre el agua y la arena mientras un Peregrino por la playa en silencio se alejaba tatuada la espalda por la luz anacarada de una rosa. Juan Manuel del Río HUELLAS EN LA ARENA De la playa en la arena fueron quedando grabados unos pies descalzos, anónimos, peregrinos, aparentemente sin dueño. Con la misma ternura con que las olas se estiraban y suavemente acariciaban de esos pies las crujientes huellas, el sol y la espuma en luz policroma de nácar las transformaban.