“Conflictos matrimoniales” Miguel-A.
Trabajaba como un burro durante toda la semana... Lo único que le hacía feliz era saber que los sábados eran completamente suyos.
Como todos los sábados, se levantó muy temprano. Se duchó. Se puso ropa deportiva. Y, tratando de no hacer ruido para no despertar a su esposa, bajó las escaleras, para, luego, subir a su coche, y dirigirse al campo de golf.
Encendió la radio en el justo momento en que daban el parte meteorológico: - Tormentas eléctricas y lluvias constantes durante toda la mañana -dijo el locutor. Una mueca de fastidio llenó su ilusionada cara, y, tras pensarlo unos instantes, dio la vuelta, y regresó a su casa.
Guardó el coche en el garaje. Subió al dormitorio. Se quitó la ropa deportiva, tratando de no hacer ruido. Y luego se deslizó entre las sábanas hasta quedar pegado a la espalda de su esposa.
Y le susurró muy dulcemente: - Amor, hay una tormenta terrible... Y ella, con voz sensual, le respondió: - ¡Y el gilipollas de mi marido jugando al golf!.