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“De juzgado de guardia” Miguel-A. 127 seg. (Pedro Infante)

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Presentación del tema: "“De juzgado de guardia” Miguel-A. 127 seg. (Pedro Infante)"— Transcripción de la presentación:

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2 “De juzgado de guardia” Miguel-A. 127 seg. (Pedro Infante)

3 El fiscal de forma implacable había expuesto sus tesis de asesinato con premeditación. Finalizaba su exposición solicitando al jurado 60 años de prisión mayor para la acusada.

4 Era el turno de preguntas del abogado de oficio. Éste no se había marcado una estrategia concreta. Iba a dirigir el interrogatorio a mover al jurado a compasión hacia su defendida. - ¿Qué edad tiene usted? - preguntó el abogado. - Tengo 85 años, y el mes próximo cumpliré 86 - respondió con voz clara la anciana, de surcos pronunciados en su rostro, delatando que su tiempo vivido no había pasado en balde.

5 - ¿Podría contarnos con sus propias palabras, lo que sucedió la mañana del crimen?. - ¡Sí, claro!. ¡Por supuesto!. Estaba yo sentada tranquilamente en la mecedora del porche, cuando el joven se acercó, y se sentó junto a mí.

6 - ¿Pero usted conocía a ese joven?. - ¡No demasiado!. Solamente lo conocía de vista. Sabía que era el hijo de unos vecinos, pero nunca había tenido con él una conversación de más de un minuto.

7 - ¿Y nunca dudó aquel día de sus intenciones?. - ¿Y por qué habría de dudar yo de la intenciones de nadie? Además, el joven en aquel momento mostraba una actitud sumamente amistosa... ¡Nadie hubiera dudado de nada!.

8 - ¿Y qué sucedió después de que él se sentara a su lado?. - Comenzó a acariciar mis piernas de una forma muy sensual. - ¿Y usted se lo permitió? Pregunto si detuvo su proceder. - No. Yo no lo detuve. - ¿Se puede saber por qué le dejó continuar?. - Aquello era muy agradable. Nadie me había hecho esa clase de caricias desde que murió mi esposo, hace casi 20 años.

9 - ¿Qué ocurrió después?. - Comenzó a acariciarme los pechos, y a besarme de forma jadeante. - ¿Y tampoco lo detuvo entonces? -quiso saber el Juez, que hasta entonces había permanecido en silencio. - Bueno, señor Juez, sus caricias me hicieron sentir viva y excitada. No me había sentido así desde hace muchos años.

10 - ¿Y qué sucedió después? -retomó otra vez el interrogatorio el abogado defensor. - Bueno, yo estaba tan caliente y excitada que me puse de pie, me subí las falda, me bajé las bragas, y le dije: "¡Hazme tuya! ¡Tómame! ¡Hazme el amor aquí mismo!".

11 - ¿Y él la tomó?. - Sí, me tomó... ¡pero lo que me tomó fue el pelo! Se rió en mi cara y me dijo: "Abuelita, ¡feliz día de los santos inocentes!".

12 - ¿Y qué más pasó?. - Entré en mi vivienda tomé la escopeta, puse un cartucho en la recámara, y salía al porche. Él ya no estaba allí. Por ello, fui a su casa a buscarlo. Al no encontrarlo, ¡maté a su puta madre!.


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