“¡Una de huevos fritos!” Miguel-A.
Un buen día, un hombre, en plan buenecito, le está friendo unos huevos para el desayuno a su mujer. De pronto, la mujer entra en la cocina, y, a grito pelado, le dice: - ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡No me lo puedo creer! ¡Pon un poco más de aceite! ¡Por Dios! ¡Estás cocinando demasiados huevos al mismo tiempo! ¡Son demasiados! ¡Dalos la vuelta! ¡Dalos la vuelta! ¡Ahora mismo! ¡Así no!.
- ¡Que se te queman! ¡Que se te queman!. - ¡Que coño van a quemarse!. - ¿¡Es que no hueles ya a quemado!? ¡Necesitas más aceite! ¡Por Dios… dónde podemos conseguir ahora más aceite! ¡Se te van a pegar! ¡Cuidado! ¡¿Pero que haces?! ¡Que barbaridad! ¡Te he dicho que tengas cuidado! ¡Los estás rompiendo! ¡Mira la yema cómo se diluye!.
- Si van bien. ¿No lo ves?. - ¡Nunca haces caso cuando cocinas! ¡Por Dios! ¡Qué barbaridad! ¡Que se te salta el aceite! ¡Cuidado! ¡Mira cómo estás poniendo toda la cocina! ¡Es que no lo ves! ¡Esa sartén ya no hay quien la friegue! ¡Estás loco! ¡Usa la cabeza! ¡Baja el fuego! ¡No tanto… o van a quedarse crudos! ¿Has echado sal? ¡Ya sabes que siempre olvidas la sal?.
- Oye -le dice, asombrado, el esposo-. ¿Qué coño te pasa - Oye -le dice, asombrado, el esposo-. ¿Qué coño te pasa? ¿Te crees que no sé poner un huevo frito?. - ¡Pues claro que sabes poner un huevo frito! Sólo quiero que sepas lo que siento yo cuando cojo el volante, y te pones de coopiloto!.