El Icono y una terca mujer
Felizmente arribaron, todos sanos, a puerto, y al Perpetuo Socorro agradecidos quedaron; el mercader a Roma se marchó con el cuadro, que entre santa María la Mayor y san Juan,
llamado de Letrán, debía ser colocado; sólo un año pasó y el mercader se murió no sin antes decir que el cuadro fue sustraído y que debía ser, a san Mateo, llevado.
Del cuadro enamorada, no pensó igual la esposa, devota y egoísta, del amigo del muerto, y el cuadro se quedó, contraviniendo la orden
de llevarlo y situarlo en san Mateo el apóstol. Por terca, su marido murió, y, por poco, ella; pero el Icono, al fin, llevado fue a San Mateo.
Felizmente arribaron, todos sanos, a puerto, y al Perpetuo Socorro agradecidos quedaron; el mercader a Roma se marchó con el cuadro, que entre santa María la Mayor y san Juan, llamado de Letrán, debía ser colocado; sólo un año pasó y el mercader se murió no sin antes decir que el cuadro fue sustraído y que debía ser, a san Mateo, llevado. Del cuadro enamorada, no pensó igual la esposa, devota y egoísta, del amigo del muerto, y el cuadro se quedó, contraviniendo la orden de llevarlo y situarlo en san Mateo el apóstol. Por terca, su marido murió, y, por poco, ella; pero el Icono, al fin, llevado fue a San Mateo. Juan Manuel del Río