Natividad de San Juan Bautista. XII Domingo del tiempo Ordinario Natividad de San Juan Bautista.
Ritos Iniciales.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo . Amen.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Y con tu espíritu.
Señor, que yo solo te siga a ti.
Yo confieso, ante Dios todopoderoso, y ante vosotros, hermanos, Acto penitencial: Yo confieso, ante Dios todopoderoso, y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre virgen, a los ángeles, a los santos
y a vosotros hermanos, que intercedan por mí, ante Dios, nuestro Señor
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Gloria. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tú inmensa gloria, te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos
te damos gracias, Señor, Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso te damos gracias, Señor, Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo, atiende a nuestra súplica,
Tu que estas sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros,
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú, Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
Oración Colecta Oh Dios, que suscitaste a San Juan Bautista para que preparase a Cristo el Señor un pueblo bien dispuesto,
concede a tu familia el don de la alegría espiritual y dirige tu voluntad de tus hijos por el camino de la salvación y de la paz.
Por nuestro Señor Jesucristo Amén.
Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «TÚ eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas»,
en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel
tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (Salmo 138)
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza:
“Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.”
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús.
Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión;
y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis;
viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.”
Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios:
A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Lectura del Evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo.
Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: -«¡ No! Se va a llamar Juan. »
Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase.
Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea.
Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús
Profesión de Fe.
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Oración de ofrendas Colmamos de ofrendas tus altares, Señor, para celebrar dignamente la Natividad de San Juan Bautista,
porque él proclamó que el Salvador del mundo ya estaba cerca y lo mostró, ya presente, entre los hombres.
Por Jesucristo nuestro Señor.
El Señor, esté con vosotros. Y con tu Espíritu Levantemos el corazón El Señor, esté con vosotros. Y con tu Espíritu Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor Demos gracias al Señor Nuestro Dios. Es justo y necesario.
Ven y encuéntrate con tu Dios. (Este es el momento más importante de la celebración) Ven y encuéntrate con tu Dios.
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven señor Jesús.
Por Cristo, con Él y en Él. A ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amen.
Padre nuestro:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Tuyo es el reino, tuyo es el poder y la gloria, por siempre, Señor
Ritos conclusivos
Oración después de la comunión Que tu presencia indeleble en el sacramento que acabamos de recibir nos haga mejorar en el cuerpo y en el espíritu,
sepamos ser ofrenda permanente para la salvación de nuestros hermanos y testigos de tu generosidad sin límites.
Porque Juan el Bautista vino a mostrarnos el Cordero que quita el pecado del Mundo y Él, Jesús, permanece entre nosotros para siempre en el Pan y en el Vino.
Por Jesucristo nuestro señor.
Plegaria a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá Mis oraciones hacia Tí levanto Amparo de los pobres pecadores Dulcísima Señora en mi quebranto Reina del cielo, escucha mis clamores. Escucha mi plegaria fervorosa
Plegaria a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá Da consuelo y alivio a mis dolores, Endulza mi amargura y presurosa La paz a mi alma atribulada envía. Oh Madre de mi Dios tan poderosa. Sálvame del pecado, Madre mía,
Plegaria a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá De la virtud enséñame el camino, Enséñame el bien de la santa vía, Solitario y errante peregrino, A tu amparo me acojo gran Señora Mándame la gracia del don divino Piedad, piedad a quien su culpa llora A quien a tí de hinojos, compungido Reclama tu perdón, tu gracia implora. A Tí se acoge mi espíritu afligido De sus males en busca de consuelo. Oye Madre, mi acento dolorido Sálvame por piedad y dame el cielo.