“Mamás… para siempre” Estamos aquí, ante ti, Señor, nosotras las madres, para hablarte una vez más de ellos, de nuestros hijos. Tú les has amado antes aún que nosotras, Tú les conoces desde siempre. Antes que a nosotras, te pertenecen a Ti. Nosotras les hemos deseado, esperado, y les hemos confiado a Ti antes de que nacieran.

Los hijo son el don más grande que la vida nos ha dado, y las madres no podríamos ya existir sin ellos… Un hijo te cambia la vida. te cambia la vida. ¡Cuántos sueños, cuántas dulzuras… cuántas esperanzas, cuántas esperas… cuántos silencios, cuántos temores, cuántas ansias, cuántas lágrimas!.

Nosotras, madres como la tuya, Conocemos y vivimos todos los matices del amor y del dolor. Nada ni nadie nos para: por ellos estamos dispuestas a dar por ellos estamos dispuestas a dar hasta la vida, como tu por nosotros. hasta la vida, como tu por nosotros. Nuestro amor verdaderamente se parece tanto al tuyo. Nosotras, a nuestros hijos les queremos buenos, bellos, sanos, bravos. Tú les quieres Santos Entra en su vida y haz aquello que nosotras no somos capaces de obtener: con la gracia, la fuerza y la dulzura de tu Espíritu, “dobla lo que está rígido, calienta lo que está helado, endereza lo que está torcido.”

Nosotras las madres Quisiéramos acompañarles Y quedarnos a su lado por toda la vida, quisiéramos no dejarles nunca, quisiéramos protegerles, defenderles, sostenerles. defenderles, sostenerles. Quisiéramos estar presentes y encontrarles en los momentos difíciles, en las fatigas, cuando cae la tarde, y llevar con ellos y por ellos el peso de la vida, el peso de la vida, de la cruz que, antes o después, todo hombre, todo cristiano encuentra en su camino. Quisiéramos poder decir, Cada vez que hace falta como cuando eran pequeños y tenían miedo de la oscuridad o de quedarse solos: “¡No temas, tu mamá está contigo!”

Quisiéramos que la vida les ahorrase penas, sufrimientos, desilusiones... Quisiéramos todo lo que quieres Tú, por su bien. No te pedimos riquezas, éxito, poder, te pedimos para ellos salud, paz, serenidad, trabajo, amor y el pan cotidiano de la fe, de la esperanza y de tu gracia. Que sean hijos de la luz de la verdad, de la paz y que el mundo que construyan sea mejor que el nuestro. Nosotras queremos hijos útiles, proyectados por Ti y no por nosotras. Y cuando un día nos llames, te quedarás Tú a velar sobre sus historias, a sostenerles a sostenerles con la fuerza de tu Palabra, a confortarles con la dulzura de tu presencia.

Nosotras, entonces, en otra dimensión, mas con el’amor y la ternura de siempre, mas con el’amor y la ternura de siempre, junto a Ti, seguiremos repitiendo, todas las veces que haga falta: “No temas. Está el Señor contigo, hijo mío,” “Estamos y estaremos con Él, todavía, nosotras, las madres, que aquí en la tierra y en el cielo, serán para vosotros hijos, serán para vosotros hijos, para todos los hijos...” Mamás que rezan, Mamás que sueñan, Mamás que esperan, Mamás que velan, Mamás que aman. “¡Mamás… para siempre” (Texto de Sor Mariarosaria Amato)

Mamás, vosotras sois los ángeles de la tierra, nuestros ángeles. Mamá, la primera y la última palabra de nuestra vida… ¡…la más dulce! ¡Auguries,Mamás Texto recibido de Antonio Barone