SI QUIERES LA PAZ La paz, parecida a un horizonte que alborea, quiere iluminar nuestras vidas a través de los grandes o pequeños gestos de cada día Si quieres la paz, mantente atento a tu lamparilla
SI QUIERES LA PAZ Que tu lamparilla esté siempre llena, a punto para compartirla en cualquier situación
SI QUIERES LA PAZ Que el cristal de tu lamparilla transparente el anhelo de tu alma. Sin hacer grandes discursos convencerás a todo el mundo. La VERDAD es única y universal, y, aún sin saberlo, todos la llevamos metida en el corazón.
SI QUIERES LA PAZ Que tu aceite sea bien prensado, hasta con contradicciones. De su pureza Depende la fidelidad, la convicción, tu grado de compromiso. Independientemente de tu categoría o influencia, de tu edad o situación. Una sola voz puede cambiar el mundo.
SI QUIERES LA PAZ No dejes apagar tu lamparilla. Que la luz de cada amanecer la encuentre encendida en tu ventana. Y tu FUEGO encenderá a otros. Todos sabemos que una llama puede abrasar todo un bosque.
SI QUIERES LA PAZ Une tu lámpara a las demás, hasta que toda la tierra queme en solidaridad. Ante una voz unánime los poderes tendrán que claudicar. La PAZ, pues, está también en tu mano.
Reflexión y compromiso REFLEXIÓN –COMPROMISO ¿Soy instrumento de paz entre mis compañeros y en mi familia? COMPROMISO: Ser pacientes ¿Tienes paciencia cuando trabajas en grupo? ¿Pones paz entre tus compañeros?
Oración: Conectados con Jesús Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la Paz, que eres Tú mismo nuestra paz y reconciliación, que tan a menudo dijiste: "La Paz contigo, la paz les doy." Haz que todos hombres y mujeres den testimonio de la verdad, de la justicia y del amor fraternal. Destierra de nuestros corazones cualquier cosa que podría poner en peligro la paz. Ilumina a nuestros gobernantes para que ellos pueden garantizar y puedan defender el gran regalo de la paz. Que todas las personas de la tierra se sientan hermanos y hermanas. Que el anhelo por la paz se haga presente y perdure por encima de cualquier situación. (Beato Juan XXIII)