Flores a la Virgen
Ella es la esperanza de los que desesperan, la única abogada y auxilio de los pecadores, la segura salvación de todos los cristianos. San Efrén el Sirio (306-370)
Para ser siervo devoto del Hijo, busco fielmente el servicio a la Madre, puesto que redunda en el Hijo todo lo que se atribuye a la Madre. San Ildefonso de Toledo (607-667)
Este gigante del espíritu La gente decía de él: Este gigante del espíritu sólo se hace niño a los pies de la Virgen y de los pobres. San Bernardino de Siena (1380-1444)
¡Ah, qué bien se está bajo el amparo de María, una madre tan poderosa! ¿Quién nos arrancará de su regazo? ¿Qué tentación o qué tormenta podrá derribarnos, si lo fiamos todo al patrocinio de la Madre de Dios y madre nuestra? San Roberto Belarmino (1542-1621)
Oh Virgen María, Madre de Dios, yo me entrego como hijo tuyo, y en honor a tu pureza te ofrezco mi alma, mi cuerpo, potencias y sentidos, y te suplico me alcances la gracia de no cometer pecado alguno. Madre, aquí tienes a tu hijo. San Antonio María Claret (1807-1870)
Beato Miguel Agustín Pro (1891-1927) Quiero estar a tu lado, Madre mía, fortaleciendo mi espíritu con tus lágrimas, consumando mi sacrificio con tu martirio, sosteniendo mi corazón con tu soledad, amando a mi Dios y a tu Dios con la inmolación de mi ser.
Nadie hubiera podido ser mejor sacerdote que la Virgen, Madre de Dios, porque Ella podía verdaderamente decir sin dificultad: “Este es mi cuerpo… Esta es mi sangre”. Madre Teresa de Calcuta.
María hace que la Iglesia se sienta familia. María, Madre, despierta el corazón filial que duerme en cada hombre y hace crecer en nosotros la fraternidad. María hace que la Iglesia se sienta familia. Juan Pablo II
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