D ANNY PARTICIPA EN UN JUEGO PELIGROSO Peguy Alison
Danny, que es una chica guapa y despierta, vive en casa de Enrique, que fue quien la rescató del burdel en que se veía obligada a prostituirse. Ella, que empezó sintiendo por él gratitud, ha acabado por amarle. Sin embargo, él se muestra con ella muy exigente y caprichoso. Así…
… Si bien todo lo que le compra es caro, desde la lencería a los productos de belleza, también le obliga a mostrarse ante él como la veis, en ropa interior pero sin suje. Y es que Enrique quiere que Danny siga ejerciendo de prostituta pero ahora sólo para él, y así tener derecho a disponer de su cuerpo cuando y cuanto le plazca.
Cuando él llega a casa, ella sabe que tiene que estar aseada, depilada, maquillada y peinada como a él le gusta. No debe repetir los mismos conjuntos de lencería, pues a Enrique le gustan las novedades. Debe presentarse con las tetas firmes, los pezones erectos y toda ella lista para ser su juguete.
Un día, estando vestida con el conjunto que lleva ahora y olvidándose de que repetía la misma “ropa interior”, apareció Enrique por casa y, al verla, se enfureció. Ella, queriendo disimular su error, esbozando una sonrisa quiso bajarse su tanguita, pero antes que lo hiciera, él le dio dos bofetones le pellizcó los pezones y le llamó puta.
Ella, aunque al principio se resistió, pues no quería ser azotada de nuevo con la fusta que Enrique con ella usaba, nada pudo hacer y vio como le rompía las mejores medias de seda que tenía. Por lo que a la orden que le dio a continuación de enseñarle el coño, ella, sumisa y apartando con los dedos el tanguita, con una sonrisa, se lo ofreció, esperando con ello su perdón.
Él, satisfecho con su nueva actitud, le mandó soltarse los inservibles ligueros y quitarse el tanguita para así poder castigarla mejor. Ella, obediente, pronto se lo quitó, pues sabía que cuanto más tardase más la azotaría. Sin embargo, el miedo al castigo, le hizo proponerle un juego valiente que sabía que le iba a gustar, pues era ella misma la que se jugaría.
Así, abierta de piernas le dijo provocativa: seré tu sierva pero para ser tu esclava tendrás que derrotarme en un juego en el que el campo de batalla será mi cuerpo. Enrique rápidamente aceptó el reto, pues el juego consistía en que, en tres ocasiones, antes que él diera una orden ella tendría que adivinarla y rápidamente ejecutarla. Danny, como le quería, confiaba en su palabra.
En la primera jugada fue ella la que falló, al creer que su orden sería que, abierta de piernas, su coño le entregara para él poseerla cuanto le viniera en gana. Mientras que Enrique lo que quería de ella era que le mamara la polla y, como muestra de agradecimiento, él le dejaría lamer toda la leche que de ella manara.
Danny no podía fallar otra vez. Pero ella, que era una chica lista y conocía bien los caprichos de Enrique, mostrándoselo le ofreció el culete para lo que gustase. Enrique, rabioso y con ganas de joderla, aunque no tenía por qué ejecutar los deseos, le clavó la polla con tanta fuerza en el culete que de él salieron unas gotitas de sangre. Ella, aún dolorida, tenía que hacer algo…
Así, quitándose el corpiño le entregó su cuerpo y se ofreció a ser su esclava a partir de ese momento y sin ninguna condición. Curiosamente, eso era lo que ella se jugaba en este juego absurdo en el que ella nunca podría ganar. Danny, estaba asustada por lo que acababa de hacer, pues, salvo que él reaccionase y viera el amor que ella sentía por él, ella sería siempre su esclava.
Se sentó en la cama, esperándose lo peor, le miraba y temblaba. Y es que si ese era su deseo, que ella fuera su esclava, aunque ella había acertado, él podría hacerla también, pues ella se había ofrecido a serlo sin mediar ninguna traba. Y si ese no era el deseo de su hombre, el que fuera su esclava, también lo sería, pues ella era la que se jugaba y, además, por lo mismo sería castigada. Sólo cabía esperar gracia de Enrique, la espera…
…se hizo eterna, hasta que tras mucho pensar, Enrique, satisfecho, descubrió en su entrega y sumisión el amor que le profesaba, y dándole mil excusas le ofreció la libertad. Danny, como lo quería, con alegría se entregó a él, y desde entonces Enrique, con cariño, la trató como a una mujer. Con lo que a veces el amor triunfa de la forma más inverosímil, incluso desde juegos tan peligrosos como éste.
FIN Cualquier mujer os puede proporcionar mucho más placer si es ella la que se os ofrece y no es resultado de una violenta “conquista” vuestra. Pero no esperadlo ni buscadlo nunca entre las niñas. NO A LA PEDOFILIA