Arrastrada por el viento vino hasta m í la palabra fr á gil y era Navidad. Arrastrada por el viento vino hasta m í la palabra fr á gil y era Navidad. Mirando estaba el portal y el viento movió las pajas, la palabra entonces se alargó hasta ser fragilidad, viendo en la cuna sonreír al Verbo eterno de Dios. Mirando estaba el portal y el viento movió las pajas, la palabra entonces se alargó hasta ser fragilidad, viendo en la cuna sonreír al Verbo eterno de Dios.

Fr á gil, fragilidad, el bel é n y el portal, y el Ni ñ o Jes ú s, en mi mente asoci é. Fr á gil, fragilidad, el bel é n y el portal, y el Ni ñ o Jes ú s, en mi mente asoci é. Y me dije, es verdad, nada más frágil que Jesús en la humilde cuna de Belén pero nadie con más amor que Él. Y me dije, es verdad, nada más frágil que Jesús en la humilde cuna de Belén pero nadie con más amor que Él.

La diferencia estriba, musité, en que el amor del hombre se rompe y el de Dios es para siempre. La diferencia estriba, musité, en que el amor del hombre se rompe y el de Dios es para siempre. Mi Dios es frágil porque es Amor y el hombre es frágil, pensé, porque como Dios está hecho de amor.

El mundo quedó en silencio cuando el Verbo se hizo carne porque su amor es grande desde la fragilidad del heno en el portal de Belén. El mundo quedó en silencio cuando el Verbo se hizo carne porque su amor es grande desde la fragilidad del heno en el portal de Belén.

Mi Dios es fr á gil Arrastrada por el viento vino hasta m í la palabra fr á gil y era Navidad. Mirando estaba el portal y el viento movió las pajas, la palabra entonces se alargó hasta ser fragilidad, viendo en la cuna sonreír al Verbo eterno de Dios. Fr á gil, fragilidad, el bel é n y el portal, y el Ni ñ o Jes ú s, en mi mente asoci é. Y me dije, es verdad, nada m á s fr á gil que Jes ú s en la humilde cuna de Bel é n pero nadie con m á s amor que É l. Mi Dios es fr á gil porque es Amor y el hombre es fr á gil, pens é, porque como Dios est á hecho de amor. La diferencia estriba, musit é, en que el amor del hombre se rompe y el de Dios es para siempre. El mundo qued ó en silencio cuando el Verbo se hizo carne porque su amor es grande desde la fragilidad del heno en el portal de Bel é n. Juan Manuel del R í o