El apoyo de Dios en nuestra vida es como agua que viene de arriba. Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Liturgia de la Horas, nona.
En el ejercicio de nuestra vida sentimos la necesidad de Dios. Sin Dios sentimos que el mundo que nos rodea nos aplasta o, que, tal vez, no responde a los esfuerzos que ponemos en nuestro desempeño. Pero Dios nos da su apoyo. Como el agua que viniendo de arriba a la cañada alimenta y da vigor al terreno que se cubre con vegetación diversa y animales de diferente especie.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida, Tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Que el Espíritu de Dios nos de vida plena. Liturgia de las Horas, nona.
Con la gracia de Dios sentiremos, la vida, a veces, con resultados satisfactorios, como una rinconada del bosque con su agua, con sus plantas, con sus pájaros, con sus peces.
Pero hay aguas que se estancan en terrenos infecundos.
Cuando en la vida nos sintamos infecundos y que nuestros esfuerzos quedan vanos, dejemos que las aguas de la gracia sigan corriendo por nuestra vida; en el interior de las aguas encharcadas crecen muchas clases de vida que no se ven y siguiendo su camino el agua llegará de nuevo a terreno fecundo.
Danos, Señor, la firme voluntad, compañera y sostén de la virtud, que sabe en la fatiga hallar quietud y en medio de las sombras claridad. Liturgia de las Horas, nona.