ERRORES SEGUNDA LECTURA

Caída de una buena iniciativa Después del terremoto que azotó el país el pasado ocho de marzo del presente año, fueron innumerables los ofrecimientos de ayuda que surgieron desde diversos frentes, con el fin de mitigar el dolor y las necesidades materiales de las familias afectadas. Algunos de esos ofrecimientos no pasaron de eso, porque quienes los hicieron no les dieron el seguimiento necesario para asegurar su concreción. Pero, una iniciativa de la Cámara Costarricense de la Construcción fue inmediatamente acogida por la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (Uccaep) para asegurarle una vivienda nueva a una buena cantidad de esas familias que lo perdieron todo en el terremoto. Los dineros comenzaron a llegar. Los materiales se fueron acumulando en las bodegas. Incluso, aparecieron electrodomésticos donados por algunas empresas, para satisfacer las más apremiantes necesidades de los damnificados.

Y, al final, todo se quedó en una mera aspiración. No habrá ayuda. No habrá casas. No habrá electrodomésticos. No habrá muebles. En circunstancias como estas, es cuando se advierte la magnitud de las torpezas que en nuestro país se han ido acumulando en la legislación. Las ayudas no pudieron ser canalizadas como pretendían las empresas contribuyentes, porque simplemente, el artículo 48 de la Ley Nacional de Emergencias y Prevención de Riesgos, establece que “las donaciones consistentes en dinero efectivo se depositarán, obligatoriamente, en el Fondo Nacional de Emergencias, para la utilización y el control adecuados”. Es comprensible que se tomen previsiones para evitar que los dineros que se sumen como ayudas en medio de una catástrofe se pierdan en el camino porque puedan surgir inescrupulosos que llenen las cuentas bancarias por esa vía. Pero, las medidas de previsión y de control no pueden terminar convirtiéndose en factores que entorpezcan el flujo de esas ayudas. No es aceptable, desde ninguna perspectiva que las familias víctimas del terremoto lo hayan sido, también, víctimas de la burocracia y la falta de sentido común.

Cuando surge una iniciativa como la del sector empresarial, no hay ninguna razón para que las donaciones no se puedan hacer de manera directa, y se obligue a las partes a entregar los aportes a la CNE. En este caso, lo que se buscaba era simplemente construir las casas, para lo cual ya estaban los materiales y el compromiso de la mano de obra. Nadie ha explicado hasta el momento, por qué no se pudo hacer, si en todo caso, los donaciones no eran genéricas, sino que tendrían destinos específicos, al llegar a una lista de familias previamente definida. Y, como corolario de este segundo desastre –aunque ya no natural como el terremoto mismo– sería importante que el Gobierno investigue la información que circula en fuentes del sector, en el sentido de que las listas de beneficiarios de este fallido proyecto para dotar de casas a los damnificados, fueron alimentadas con alguna gente que no vivía en las zonas más afectadas, y que no perdieron nada.

COMENTARIO El texto no presenta una buena redacción ya que contiene muchos vicios del lenguaje que causan oscuridad en el texto.