Energía Divina del texto Tu yo sagrado

En los seres humanos palpita una energía divina,

El poder de esta energía impregna todo nuestro ser y nos permite realizar todas las funciones del vasto repertorio de los pensamientos y conductas humanas. En esta energía existen dos aspectos.

El aspecto externo hace que el corazón lata, los pulmones se hiunchen y los sentidos funciones: en esencia, mantiene vivos nuestros cuerpos. El aspecto interno de esta energía está dormido, pero podemos despertarlo.

Este universo interno es mas vasto que el externo. El júbilo interior hace que todo el júbilo que se experimenta en el mundo de los sentidos parezca carente de significado.

Cuando se experimenta esa luz interna, añade a la vida una brillantez que no se parece a nada que puedan describir las palabras. Cuando uno descubre su yo más sublime, experimenta esa energía interior y permite que guíe su vida.

El adjetico más corriente para describir esta fuerza interna es "espiritual". Cuando hablo de espiritualidad y de ser espiritual, describo una actitud hacia Dios, un viaje interior de iluminación.

Hablo de desarrollar las cualidades divinas de amor, perdón, bondad y éxtasis que tenemos dentro. Según mi interpretación, la espiritualidad no es cuestión de dogmas ni de reglas.

Es luz, júbilo y concentración en la experiencia del amor y el éxtasis internos, y trasmitir esas cualidades al exterior. Al viaje destinado a descubrir su yo más sublime lo llamo "búsqueda sagrada". Por: Wayne Dyer

¡Aprende, ante todo, a recogerte en tu interior y verás que el reino de Dios viene a ti! Porque el reino de Dios es “paz y gozo en el Espíritu Santo.” (Rm 14,17)

Esta alegría no se da a los hombres sin fe. Cristo viene a ti y te hará experimentar su consuelo si le has preparado dentro de ti una morada digna de él. “Ya entra la princesa, bellísima...” (Sal 44,14) Al hombre interior, Dios le concede frecuentes visitas, conversaciones y consuelos, una gran paz y una familiaridad que confunde. ¡prepárate para que se digne habitar en tu interior! Porque “el que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él.” (Jn 14,23)

Los seres humanos con inteligencia espiritual incorporan en cada uno de sus actos las cualidades innatas del espìritu: compasión, amor, felicidad y paz. Asimismo, constituyen personas despegadas, es decir, capaces de vivir en paz, al margen de las dificultades.

Esto no significa que sean irresponsables; al contrario al experimentar mayor tranquilidad toman desiciones mas acertadas Las personas que poseen la inteligencia espiritual entienden y sienten que todos somos parte de un gran todo Comprenden que hacer daño a otro significa también lastimarse a uno mismo, y que ayudar nos da una felicidad profunda, ya que en el plano espiritual todos estamos conectados.

Consiguen desarrollar la espiritualidad, orando con devoción, buscando el silencio, meditando o simplemente ayudando al prójimo.

Los científicos Andrew B. Eugene dÀquilli catedráticos de la universidad de Pensilvania descubrieron, los efectos de las prácticas espirituales en nuestro cerebro A través de un estudio realizado con tomografías cerebrales a personas que practicaban la meditación se comprobó que las zonas del cerebro que dan la sensación de individualidad se desactivan.

Esta desconexión nos permite sentirnos identificados con un todo unificado y trascendente. Newberg y Aquilli revelaron lo que, desde hace años, intuyen los religiosos y personas espirituales: a través de la oración devota o el silencio de la meditación: uno percibe una conexión con el todo, un sentimiento de trascender nuestra individualidad. Tener la capacidad de sentir la unidad con el todo proporciona mayor comprensión, y actitud de servicio y entrega. Del libro: “El Lider Interior” de David Fischman

“No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad.” “Cristo Resucitado se muestra a todo aquel que le ama de verdad.” “Conocerse de verdad a uno mismo no es otra cosa que oír de Dios lo que el piensa de nosotros.” San Agustín Con cariño, Betty