Elena y el león Pauline Terret et Léa Lamouroux 3°B

rase una vez, una princesa que se llamaba Elena y que vivía en el reino de Triana. La princesa era muy guapa alta y delgada, su pelo era moreno y liso, y sus ojos verdes brillaban como esmeraldas. Sus padres habían muerto en el inciendo de su castillo antes de su primer cumpleaños. La sirvienta Carmen, del castillo vecino, había salvado a Elena de las llamas porque conocía a sus padres y ella tenía buen corazón. Poco tiempo después, Carmen murió de la peste. Entonces, su ama que se llamaba Ana Luisa fue quién recuperó a la princesa Elena. Pero el ama era muy altiva y mala. Ana Luisa la hacía sufrir haciéndola trabajar duramente días enteros. La huérfana poseía un collar con una esmaralda que su madre le había dado a su nacimiento. Era el recuerdo más preciado que tenía de ella, y era su tesoro más grande.

U na noche, mientras ella cumplía veinte años, sola en su habitación, su collar se puso a centellear de repente. La luz indicó el camino de la ciudad, y Elena, curiosa, siguió el camino que le había señalado su collar. Ella llegó delante de una estatua de león. La princesa tocó la espalda de la bestia y el león empezó a moverse. Tenía un bello pelaje color de fuego. Muy rápidamente, el león ganó la confianza de Elena. Ella subió sobre el animal. Y recorrieron juntos un trayecto largo hasta el castillo de príncipe Manuel. Manuel era un hombre guapo y alto, su pelo era negro y sus ojos tan azules como el océano.

V iendo el león, el príncipe fue aliviado al verlo de nuevo porque era el suyo y porque aportaba sólo cosas buenas. Cuando el príncipe vió a la huérfana, fue abrumado por su encanto, ellos hablaron durante toda la noche en el jardín. Elena tuvo que volver a casa porque Ana Luisa iba a encerrarla en el calabozo si tordaba. Entonces el león la llevó al castillo de Ana Luisa. Al llegar, el ama de casa estaba allí. Así pues, la chiquilla fue encerrada en su habitación, por volver muy tarde. La pobre niña se puso a llorar, desesperada.

A l día siguiente, el príncipe Manuel vino al castillo de la mala mujer para ver a Elena. Viendo al príncipe Manuel, Elena tocó contra la pared con todas sus fuerzas. Pero no lo oyó y Ana Luisa le invitó a comer una tarta de manzana. Después de haber saboreado esa tarta deliciosa, el ama le dijo que debía salir a ver a la reina Herendiaria, y Manuel la siguió hasta la salida pero volvió a esconderse detrás de un matorral.

D esaparecida Ana Luisa, fue a salvar a Elena, pero, por desgracia, su puerta estaba cerrada a cal y canto y, ardiendo de amor, rompió la puerta para salvar a su amada. Elena, tan feliz de verlo de nuevo, lo apretó en sus brazos y depositó un beso sobre su mejilla. Lo cogió de la mano y lo trajo a su castillo.

C uando Ana Luisa volvió a casa, vió la puerta de la habitación de Elena destrozada ¡Estaba negra de rabia! Se fue en busca de ella sin olvidar ningún castillo. Llegó pues a casa de Manuel. Ella se encontró cara a cara con el león, cogida por el pánico, ella quiso huir pero el príncipe salió del castillo y la mantuvo por el brazo. Ana Luisa tenía una daga en su vestido, le hirió en la rodilla. Entonces el león se le vino encima y la devoró. Elena acudió y lloró. Sus lágrimas se derramaron por su collar y la esmeralda brilló y curó la herida del príncipe. Manuel la besó, ellos agradecieron el león y decidieron quedarse con el animal. Elena y Manuel se casaron y fueron muy felices y tuvieron cuatro hijos muy guapos, dos niños y dos niñas, Antonio, Juan, Violeta y Olga. ¡Fin !