Santa María Magdalena, Jaén Parroquia de Santa María Magdalena, Jaén Vía Crucis
primera estación
Jesús es condenado a muerte
¿Cuántas condenas a muerte hay en la actualidad por nuestra dejadez, por nuestra falta de decisión? Hambre, desarraigo, violación, maltrato, aborto. ¿Cuántas? Y nosotros seguimos lavándonos las manos… Como Pilatos.
Señor, da fuerza en nuestra vida a la voz de la conciencia, a tu voz. Que la Luz de tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino a seguir.
segunda estación
Jesús carga con la cruz
Jesús se humilla abrazando el mayor símbolo de deshonor que existía en su tiempo: la cruz. Y hoy ese símbolo parece que molesta, que desprestigia, que es humillante. Parece que pesa llevarlo. Unos lo apartan de sí; otros lo esconden. ¡Cuánto pesa la Cruz!
Señor, ayúdanos a no unirnos a los que se burlan, ayúdanos a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a tu voluntad. Señor, danos fuerza para mostrar la Cruz y proclamar tus enseñanzas.
tercera estación
Jesús cae por primera vez
Las zancadillas abundan. Del árbol caído todos hacemos astillas. ¿Dónde quedan los vivas y los hosannas con que el pueblo le aclamó el día de su entrada en Jerusalén? Igual hoy, con qué facilidad encumbramos a alguien y con qué mayor facilidad lo hundimos con nuestro desprecio, nuestra indiferencia, nuestra envidia.
de alegrarnos del éxito ajeno y veamos en él un estímulo Ayúdanos Señor, a renunciar a nuestra envidia, a nuestra soberbia destructiva, que seamos capaces de alegrarnos del éxito ajeno y veamos en él un estímulo para nuestro comportamiento.
cuarta estación
Jesús encuentra a su Santísima Madre
¡Cuánto consuelo sentirían al verse! o ¿fue mayor el dolor? Aun hoy, a nuestro alrededor, cuántas madres y padres sufren al ver a sus hijos. Por su pobreza que no les permite alimentarlos debidamente. Cuando ven, sus caminos extraños, no soñados.
¿Quién consuela a las madres de desaparecidos, de drogadictos, de moribundos? El encuentro de Jesús con su madre es un gesto solidario con nuestras penas más íntimas.
madre y abogada nuestra, te rogamos intercedas Virgen María, madre y abogada nuestra, te rogamos intercedas ante tu Hijo para que sepamos ver siempre el lado bueno en los encuentros entre padres e hijos, que salvemos las diferencias de opinión, que los padres sepamos dar buen ejemplo del camino a seguir y los hijos acepten con cariño y respeto las indicaciones de los padres.
quinta estación
Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Simón de Cirene Era un trabajador honrado y cumplidor. Él iba a lo suyo sin importarle lo que pasaba a su alrededor. Pero la casualidad, las circunstancias o una mirada significativa le hicieron ser ejemplo de solidaridad y de apoyo.
Hoy en una sociedad tan individualista pasamos sin darnos cuenta de la cantidad de personas que no pueden con su cruz. Ese no es nuestro problema. No hay tiempo para pararse en los demás.
a socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste Ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste con nuestros proyectos y nuestras simpatías.
Enséñanos a reconocer que, precisamente compartiendo los sufrimientos de este mundo, nos acercamos más a nuestra salvación.
sexta estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús
de agradecimiento y amor de Jesús. su recriminación y su rechazo. El gesto de valentía y compasión de la Verónica seguro que provocó una mirada de agradecimiento y amor de Jesús. Necesitamos vivir bajo las miradas de los demás y así recibir su aprobación, su afecto o su recriminación y su rechazo.
Por tanto, nosotros podemos ayudar a vivir siendo, simplemente, mirada para alguien. ¿Pero qué rostro muestro yo a los demás?
de la oscuridad del corazón Señor, protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas.
Danos la sencillez y la pureza que nos permitan ver tu presencia en el mundo.
séptima estación
Jesús cae por segunda vez
Y tú por los suelos y harapiento; ¡Qué vergüenza, Jesús! La muchedumbre está en la calle vestida de fiesta para celebrar la mayor del año. Y tú por los suelos y harapiento; pero tú si que estás preparando la gran fiesta. La fiesta de nuestra liberación. Por eso levántate y sigue tu camino.
Señor, levántanos de nuevo, porque solos no podemos reincorporarnos Señor, levántanos de nuevo, porque solos no podemos reincorporarnos. Danos un corazón capaz de ver, de distinguir entre las necesidades materiales y las necesidades interiores. Levántanos para que podamos levantar a los demás. Danos esperanza para que seamos portadores de esperanza.
octava estación
Jesús consuela a las mujeres
¿O como cristianos nos abrimos de corazón y los acogemos con amor? Ni siquiera en su triste estado deja Jesús de preocuparse por los demás. Comprende el gesto compasivo de aquellas mujeres, pero le horroriza el destino de su pueblo. ¿Nosotros participamos en enfrentamientos religiosos o étnicos? ¿O como cristianos nos abrimos de corazón y los acogemos con amor?
Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecer sólo palabras de compasión.
No permitas que nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos, frutos para la vida.
novena estación
Jesús cae por tercera vez
Ahí está, delante de nuestros ojos bajo el peso de la cruz, la luz del mundo caída en el suelo por tercera vez. Que no nos asuste la vista de un condenado que cae a tierra extenuado.
Nosotros, a veces, también lo parecemos Nosotros, a veces, también lo parecemos. ¿Cuántas veces no actuamos relajados en el cumplimiento de nuestros deberes? ¿Cuántas veces nos dejamos caer y sucumbimos ante el ejercicio de nuestra responsabilidad? ¡Queremos escurrir el bulto y al final nos convertimos en bulto!
Señor ayúdanos a dar siempre más, aún cuando las fuerzas parezcan abandonarnos. Que seamos capaces de levantarnos de nuestras caídas y luchemos por continuar nuestro camino.
décima estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
Jesús es despojado. Pero no nos equivoquemos, Él mismo ya se había desnudado; para lavar los pies de sus discípulos. Nadie le va a quitar la vida; Él nos la da. Se reparten sus vestidos; despojo, vergüenza, dolor.
Y la humanidad sigue desnudando inocentes, deshonrados, despojados de la sociedad.
Señor Jesús, concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situaciones en que lo encontremos.
décimo primera estación
Jesús es clavado en la cruz
Bombardeos sistemáticos, violaciones, abortos, asesinatos. Hasta hace poco las penas capitales eran espectáculo público para escarmiento del resto de la población. Y aún hoy el golpeteo de los martillazos los vemos una y otra vez en las noticias televisivas: Bombardeos sistemáticos, violaciones, abortos, asesinatos. La humanidad sangra por múltiples heridas. Se desdibuja la imagen de Dios que hay en cada ser humano, tanto en la víctima como en el agresor.
Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer. A desenmascarar la falsa libertad que nos quieren vender. Ayúdanos a comprometernos con la libertad que Tú nos ofreces. Que defendamos siempre el Bien y denunciemos el Mal.
décimo segunda estación
Jesús muere en la cruz
Todos tememos perder algo nuestro; aún más tememos morir. En ocasiones, con tal de sobrevivir, no nos detenemos en el deterioro de nuestro entorno ni la apropiación indebida de los bienes ajenos ni en destrozar la dignidad de los demás. Pero Jesús le da la vuelta a estos planteamientos y nos dice: “Quien da su vida por los demás, salva la propia vida”.
dame valor y fuerzas para defenderte, Señor, dame valor y fuerzas para seguirte, dame valor y fuerzas para defenderte, para alabarte y glorificarte.
que hay en este mundo: plantas, Dame luz para reconocer tu rostro en todas las cosas buenas que hay en este mundo: plantas, animales, personas.
décimo tercera estación
Jesús es bajado de la cruz y entregado a los brazos de su madre
En Belén le arropó con pañales, aquí le abriga con su cuerpo. Qué respeto, qué piedad más profunda ante la madre que sostiene al Hijo amado, convertido en puro desgarro por nosotros. En Belén le arropó con pañales, aquí le abriga con su cuerpo. Se han colmado los dolores que el viejo Simeón vaticinó en el Templo. María recoge el fruto del grano de trigo muerto.
¡Oh Virgen Dolorosa! Acógeme entre tus brazos y protégeme en mi duro camino diario y cuando llegue mi hora llévame en tu regazo ante tu Hijo e intercede por mí.
décimo cuarta estación
Jesús es colocado en el sepulcro
Porque nosotros sabemos que la muerte no es el final. La Pasión de Jesús engrandece nuestros corazones. La contemplación de su Muerte nos fortalece a los cristianos. Porque nosotros sabemos que la muerte no es el final.
Señor, tú has dicho: “Si el grano de trigo no muere, no dará fruto”.
Tú eres ahora, en el sepulcro, ese grano enterrado que nos dará la espiga maravillosa de tu resurrección.
Tu triunfo está cerca. ¡Gracias, Señor! ¡Bendito seas!