Una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros. Reconocer la luz del misterio de la Trinidad en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como “uno que me pertenece”. Saber compartir las alegrías y los sufrimientos del hermano. Intuir los deseos del hermano. La espiritualidad de comunión como principio educativo
Atender las necesidades del hermano. Ofrecer al hermano una verdadera y profunda amistad. Capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios. Saber “dar espacio” al hermano. Llevar mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2), rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. La espiritualidad de comunión como principio educativo
Un mundo de contrastes El bombardeo de los estímulos La mediatización de la realidad Hacia un diagnóstico cultural
Enseñar a vivir en comunión Testigos de comunión desde una realidad fragmentada Testigos de comunión ante una realidad fragmentada Conducir hacia la comunión con Jesús Testigos de comunión