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Navidad en los Escritos de la Sierva de Dios la pequeña Hija de la Divina Voluntad Luisa Piccarreta

Encontrandome e mi habitual estado, he sentido que estaba fuera de mí misma Encontrandome e mi habitual estado, he sentido que estaba fuera de mí misma y despues de dar unas vueltas, me hallado en una cueva y he visto a la Mamá Reina que estaba dando a luz al Niño Jesús y despues de dar unas vueltas, me hallado en una cueva y he visto a la Mamá Reina que estaba dando a luz al Niño Jesús 25 de diciembre de de diciembre de 1900

Me pareció que tanto la Madre como el Hijo se trasformaban en luz purísima, pero en esa luz se distinguía muy bien la naturaleza humana de Jesús, que contenía la Divinidad y le servía como de velo para cubrir su Divinidad, de modo que, rompiendo el velo de su naturaleza humana era Dios, y cubierto con ese velo era hombre; es el Prodigio de los prodigios: que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros tomando carne humana, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros tomando carne humana,

Entonces me pareció que la Madre y el Hijo en aquel dichosísimo instante se hubieran como espiritualizado y sin el menor obstáculo, Jesús salió del seno de su Madre, desbordandose Ambos en un exceso de amor, Entonces me pareció que la Madre y el Hijo en aquel dichosísimo instante se hubieran como espiritualizado y sin el menor obstáculo, Jesús salió del seno de su Madre, desbordandose Ambos en un exceso de amor,

o sea, transformandose en luz esos santísimos cuerpos, o sea, transformandose en luz esos santísimos cuerpos, sin el menor impedimento, Jesús Luz salió de dentro de la Luz de la Madre, quedando El y Ella sanos e intactos, volviendo luego al estado natural sin el menor impedimento, Jesús Luz salió de dentro de la Luz de la Madre, quedando El y Ella sanos e intactos, volviendo luego al estado natural

¿Pero quién puede decir la hermosura del Niñito, que en el momento de su nacimiento hacía resplandecer incluso exteriormente los rayos de su Divinidad ? ¿Y quién podrá decir la belleza de la Madre, que quedaba toda absorbida en esos rayos divinos?

Me pareció que no estaba presente en el acto del parto, sino que estaba en otro rincón de la cueva, todo absorto en aquel profundo Misterio, y si no vio con los ojos del cuerpo vio muy bien con los ojos del alma, porque estaba arrobado en éxtasis sublime

Lo estrechó tan fuerte en el ardor del amor en que se encontraba, que parecía que quisiera esconderlo de nuevo en sus entrañas; luego, queriendo desahogar su ardiente amor, lo puso a mamar de su pecho.

“Amada mía, Yo fui concebido unido al dolor, nací al dolor y morí en el dolor, y con los tres clavos con que me crucificaron crucifiqué las tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad de las almas que anhelan amarme, haciendoles quedar atraídas del todo a Mí, porque la culpa las había enfermado y separado de su Creador sin freno alguno”. “Amada mía, Yo fui concebido unido al dolor, nací al dolor y morí en el dolor, y con los tres clavos con que me crucificaron crucifiqué las tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad de las almas que anhelan amarme, haciendoles quedar atraídas del todo a Mí, porque la culpa las había enfermado y separado de su Creador sin freno alguno”.

Y mientras decía eso, ha mirado el mundo y ha empezado a llorar

Yo, al verlo llorar le he dicho: “Niño querido, no entristezcas con tu llanto una noche tan dichosa a quien te ama. En vez de dar desahogo al llanto desahoguemos nuestro canto”. Entonces me ha desaparecido y yo he vuelto en mí misma. He pedido al Niño Jesús por mi Confesor, por quienes me pertenecen y por último por todos, y El parecía condescender a todo.