Perdón y Reconciliación.

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Transcripción de la presentación:

Perdón y Reconciliación. ENCUENTRO # 3: Perdón y Reconciliación.

Oración por las Familias Padre de todos los hombres, bendice a nuestras familias. Que la comunión entre los esposos sea sincera, profunda y respetuosa. Ayúdales a saberse colaboradores tuyos en la transmisión de la vida. Que los padres acierten en la educación de los hijos. Que los hermanos se acepten unos a otros y que compartan lo que son y lo que tienen. Ayúdanos a fortalecer la familia en el seno de la cual vivimos y a todas las familias donde se genera y fragua el hombre nuevo para una nueva sociedad. Perdónanos nuestros errores y danos lucidez, fuerza y esperanza en las adversidades. Por Cristo nuestro Señor, Amén. María madre de la Iglesia, Ruega por nosotros.

Objetivo: - Facilitar algunas herramientas de reflexión en torno a la importancia del perdón y sus efectos terapéuticos para contribuir en el crecimiento personal, familiar y comunitario. - Realizar pasos de reconciliación para volver a la comunidad cristiana y recobrar la confianza inicial.

Dinámica de inicio: tiempo: 10 minutos materiales: libro grueso u objeto de mediano peso para c/u Cada participante debe sostener el libro u objeto, a la altura de los hombros, con los brazos completamente extendidos (derechos) adelante. Cada uno debe mantener esa postura durante el tiempo fijado, mientras realizamos el siguiente canto.

Hoy perdóname: Hoy perdóname, hoy por siempre, sin mirar la mentira, lo vacío de nuestras vidas, nuestra falta de amor y caridad. Hoy perdóname, hoy por siempre, aún sabiendo que he caído, que de Ti siempre había huido, hoy regreso arrepentido, vuelvo a Ti, vuelvo a Ti.

¡Que alivio bajar los brazos, verdad! ¿Fue difícil sostener el peso levantado? ¿Como se sintieron cuando el libro u objeto empezó a parecer más y más pesado o cuando ya no podían mantener sus brazos en esa posición? ¿En que se parece esto a la manera en que te sientes cuando has hecho algo indebido contra alguien, pero no has pedido perdón por tus acciones? ¿Cómo te sentiste cuando pudiste bajar los brazos? ¿En que se parece esto a lo que sientes cuando te han perdonado por algo que le hiciste a alguien?

Vamos a colocarnos en posición de oración, relajados y con los oídos atentos a la oración que Jesús nos enseñó.

Puestos en la presencia del Señor, desarrollemos este tema tan importante y necesario en la sociedad de hoy y más aún para nosotros los católicos, pidamos a Dios nos llene de su gracia para escuchar su mensaje. El tema del PERDÓN y la RECONCILIACIÓN es muy importante en el seno de la familia y de la sociedad, a tal punto que hace posible la superación de enfermedades psicosomáticas, ya que permite desplegar posibilidades internas que hacen crecer a la persona que experimenta la decisión de perdonar. Al mismo tiempo, todos los grupos humanos necesitan crecer en la experiencia del perdón y la reconciliación, porque ayuda a superar las limitaciones de las relaciones interpersonales y contribuye a fortalecer la amistad para que perdure eternamente. Cuando por nuestro mal proceder afectamos la fraternidad con que debemos vivir tanto en nuestra relación de pareja, como en los grupos de apostolado, estamos invitados a vivir la sanación de ésta.

La sanación de la FRATERNIDAD se vive realmente en dos partes: 1era) decisión del PERDÓN (ésta comienza terminando la ofensa y concluye haciendo las paces; en otras palabras, nos damos las manos, compartimos la paz, asumimos responsabilidades y da inicio la sanación). 2da) proceso de RECONCILIACIÓN (busca restablecer la confianza como antes de la ofensa, se apuesta por el valor del agresor y se vuelve una conquista diaria). Donde termina el PERDÓN comienza la RECONCILIACIÓN. De manera que son dos etapas para vivir la sanación en las relaciones fraternas, familiares o comunitarias.

El PERDÓN y la RECONCILIACIÓN requieren apertura. En el Evangelio encontramos sustento bíblico del PERDÓN como apertura a Dios y al hermano; y sobre la RECONCILIACIÓN. y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del maligno. Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes (Mt 6, 12-15). Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: “Señor, ¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No te digo siete, sino setenta y siete veces.” (Mt 18, 21-22). Cuídense ustedes mismos. Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Si te ofende siete veces al día y otras tantas vuelve arrepentido y te dice: “Lo siento”, perdónalo” (Lc 17, 3-4).

Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda. (Mt 5, 23-24). En la reconciliación el ofensor busca al ofendido para pedirle y brindarle su perdón; en la reconciliación se encuentran dos libertades que quieren brindar el verdadero culto a Dios. El perdón y la reconciliación se vuelve más importante que la ofrenda que se presenta a Dios, es decir, perdonar y reconciliar es parte de la ofrenda de amor que le presentamos a Dios. Perdón y reconciliación requiere mansedumbre para acercarse a la otra persona y darle una ofrenda de amor y una vida fraterna sana.

Acciones a implementar para perdonar y reconciliar: *- No difames a tu hermano (habla en privado con humildad) *- Disponte a perdonar plenamente con la intención de ganar al hermano. *- Sinceridad al perdonar, especialmente consigo mismo. *- Ábrete a la misericordia de Dios para ofrecerla a los demás. *- Busca a tu ofensor para ofrecerle tu perdón y reconciliación. *- El perdón y la reconciliación la viven las personas fuertes en su espíritu. No albergues sentimientos bajos en tu corazón. *- Oración.

Renacer a través del perdón: Recordemos el ave legendaria llamada “Ave Fénix”, porque resurge de las cenizas para una vida nueva. Perdonar y reconciliar es vivir como ésta ave, porque se desarrolla la capacidad de renacer de las cenizas del rencor para ofrecer el perdón y la reconciliación.

Frutos del perdón: *- Vida personal sana. *- Vida fraternal sana. *- Apertura a la transcendencia. *- Crecer en la paciencia. *- Libertad y fortaleza interior.

Los sujetos del perdón y la reconciliación: ¿Qué personas están implicadas en la decisión del perdón y en el proceso de la reconciliación? Guía para mirar a quien debemos perdonar y con quien empezamos el proceso de reconciliación: Ofensas cometidas por personas amadas *- Los ofensores: Ofensas cometidas por extraños Ofensas perdidas en el pasado

A uno mismo A los miembros de la familia *- A quienes perdonar: A los amigos y allegados A los extraños A las instituciones No porque Él sea culpable, sino porque nosotros le echamos la culpa de las desgracias que nos ocurren. A Dios En una parte del Padre Nuestro, Dios nos dice: “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” Perdonar, es una decisión que permite a tu corazón ser libre, y limpiar esa herida que quizás por mucho tiempo te acompañaba.

Si tú quieres sentir el perdón del Señor, debes comenzar por perdonar.

Dinámica: En este corazón que se te entrega escribe el nombre de la persona o los nombres de las personas que tú reconoces o recuerdas haz causado una herida, una ofensa. (este es un trabajo individual que no tienes que compartir o mostrar y que después se destruirá) Piensa en esa o en esas personas, ¿Qué sientes? Escribe como te sientes o que piensas en este momento de esa o esas personas. Ahora, arruga el corazón, hasta convertirlo en una bola de papel. Luego, trate de alisarlo como estaba antes….Imposible. Observe las arrugas, las líneas, las marcas, son las heridas que quedan en nuestros corazones cuando alguien nos ofende o en los corazones de otras personas, cuando le producimos heridas.

Ofrezcan a Dios estas heridas, estas marcas que a lo mejor aún perduran en sus corazones o en los corazones de las personas que ofendiste, mientras escuchas esta lectura. Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpee en una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así. Y si prestan algo a los que les puedan retribuir, ¿qué gracia tiene? También los pecadores prestan a pecadores para que éstos correspondan con algo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados (Lc 6, 27-37).

Ahora pueden romper el corazón usado en la dinámica. Compromiso: Esta experiencia ha de servirnos de crecimiento para acercarnos más al Sacramento de la penitencia, pero también para invitar a otros a perdonarse así mismo y a perdonar a los demás. El papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (El anuncio del Evangelio en el mundo actual) en el # 3, nos dice: “Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar “setenta veces siete” (Mt 18, 22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez”.

Oración: Padre bueno y misericordioso, digno de alabanza y adoración; hoy te doy gracias por tu amor tierno y compasivo, porque perdonas mis faltas y las apartas de tu vista sin que ellas disminuyan tu amor por mí. Hoy quiero suplicarte una gracia especial, concédele a mi corazón el poder comprender la debilidad de mis hermanos, el entender que aquellos que me han herido tal vez también estaban heridos, que no podían dar lo que no tenían, por inmadurez o ignorancia. Dame, mi Dios, un corazón tolerante, comprensivo y misericordioso como el tuyo. Señor, dame la gracia de amar con tu corazón. Amén.

Dame un nuevo corazón, Señor un corazón para alabarte, Canto: Dame un nuevo corazón Dame un nuevo corazón, Señor un corazón para alabarte, un corazón para servirte, Yo quiero un nuevo corazón, Señor Coro: Limpio, como el cristal, dulce, como la miel, un corazón que sea como el tuyo Señor (2)