Pequeñas comunidades eclesiales

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Transcripción de la presentación:

Pequeñas comunidades eclesiales Su razón de ser y existir

Las PCEs., ¿qué son? Concreción de la eclesiología de comunión y participación pedida por el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, 26), y reconfirmada por el CELAM y el Concilio Plenario de Venezuela Primero y fundamental núcleo eclesial Signo de la presencia de Dios en el mundo. Juan 17,18: “Como me enviaste a mí entre los que son del mundo, también yo los envío a ellos entre los que son del mundo.” Pequeña: en cuanto al número de sus miembros Comunidad: en cuanto representan en concreto el misterio de la “koinonía” Eclesial: en cuanto representan en concreto el misterio de la “ekklesia” Lumen Gentium, 26: “El Obispo, por estar revestido de la plenitud del sacramento del orden, es «el administrador de la gracia del supremo sacerdocio» [84], sobre todo en la Eucaristía, que él mismo celebra o procura que sea celebrada [85], y mediante la cual la Iglesia vive y crece continuamente. Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas reuniones locales de los fieles, que, unidas a sus pastores, reciben también en el Nuevo Testamento el nombre de iglesias [86]. Ellas son, en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y en gran plenitud (cf. 1 Ts 1,5). En ellas se congregan los fieles por la predicación del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Señor «para que por medio del cuerpo y de la sangre del Señor quede unida toda la fraternidad» [87]. En toda comunidad de altar, bajo el sagrado ministerio del Obispo [88], se manifiesta el símbolo de aquella caridad y «unidad del Cuerpo místico, sin la cual no puede haber salvación» [89]. En estas comunidades, aunque sean frecuentemente pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo, por cuya virtud se congrega la Iglesia una, santa, católica y apostólica [90]. Pues «la participación del cuerpo y sangre de Cristo hace que pasemos a ser aquello que recibimos» [91]. Ahora bien, toda legítima celebración de la Eucaristía es dirigida por el Obispo, a quien ha sido confiado el oficio de ofrecer a la Divina Majestad el culto de la religión cristiana y de reglamentarlo en conformidad con los preceptos del Señor y las leyes de la Iglesia, precisadas más concretamente para su diócesis según su criterio. Así, los Obispos, orando y trabajando por el pueblo, difunden de muchas maneras y con abundancia la plenitud de la santidad de Cristo. Por medio del ministerio de la palabra comunican la virtud de Dios a los creyentes para la salvación (cf. Rm 1,16), y por medio de los sacramentos, cuya administración legítima y fructuosa regulan ellos con su autoridad [92], santifican a los fieles. Ellos disponen la administración del bautismo, por medio del cual se concede la participación en el sacerdocio regio de Cristo. Ellos son los ministros originarios de la confirmación, los dispensadores de las sagradas órdenes y los moderadores de la disciplina penitencial; y ellos solícitamente exhortan e instruyen a sus pueblos para que participen con fe y reverencia en la liturgia y, sobre todo, en el santo sacrificio de la Misa. Ellos, finalmente, deben edificar a sus súbditos con el ejemplo de su vida, guardando su conducta de todo mal y, en la medida que puedan y con la ayuda de Dios transformándola en bien, para llegar, juntamente con la grey que les ha sido confiada, a la vida eterna [93].”

Las PCEs, ¿qué las definen? En primer lugar, sus miembros En segundo lugar, el medio en el que se desarrollan: social, eclesial y cultural prioritariamente Tres ejes fundantes: encuentro con la Palabra de Dios; camino de fe en y con la PCE y con la Iglesia en su universalidad (estructura sacramental); ser signo del Reino de Dios con el testimonio Cinco elementos principales: orar, compartir, actuar, apoyarse, aprender Las relaciones interpersonales e interinstitucionales que ellas generan PCEs: es un grupo eclesial de creyentes adultos en Jesús de Nazaret; reducido en número, lo que facilita la existencia de unas relaciones interpersonales profundas y de una comunicación dinámica; relativamente homogéneo por la extracción  social de sus miembros (sectores populares, clase media), por sus opciones políticas y por su comprensión emancipadora del mensaje evangélico; mantiene una actitud crítica frente a la Iglesia institucional así como una comunión dialéctica de la jerarquía eclesiástica; sigue un proceso, catecumenal o neocatecumenal, de educación en la fe, de reflexión teológica y de conversión al Dios de Jesús —Dios Padre, Dios de los pobres—; celebra fraternalmente la fe, la esperanza y el amor en un clima festivo, con participación activa de todos los miembros en una liturgia cargada de nuevos símbolos: ejerce corresponsablemente a través de sus miembros los diferentes ministerios y carismas superando la rígida dicotomía clérigos/laicos; orienta al compromiso socio-político bajo la clave de la justicia; comprende la Iglesia como pueblo de Dios en éxodo y como comunidad profética; busca una articulación teológica entre la utopía histórica de una sociedad igualitaria y la esperanza escatológica»

Vivir el Evangelio durante la semana Reunirse semanalmente para compartir la vida y la Palabra Nutrirse de la Eucaristía dominical y ser enviado con renovada vitalidad

Las PCEs, ¿qué hacen? ORAN COMPARTEN ACTÚAN SE APOYAN MUTUAMENTE APRENDEN

¿Qué nivel de Iglesia representan? Son un “nivel” eclesial, del mismo modo que lo es la parroquia y la diócesis De ahí que la diócesis y la parroquia se constituyan, consecuentemente, comunidad de comunidades La animación y coordinación en una PCE está ligada al ministerio propio que se deriva del sacramento del bautismo, ejerciendo la triple dimensión del cristiano: sacerdote-profeta-rey Por eso, y debido a esta animación específica, la PCE se constituye en comunidad testigo- comunidad en éxodo, para todo miembro que la constituye. La PCE representa, por lo tanto, a una Iglesia en camino y una Iglesia militante (entendida desde el testimonio/martyria)

¿Qué eclesiología proponen? Eclesiología de comunión y participación Proponen la reestructuración del paradigma de parroquia: comunidad de comunidades, que responda así a las exigencias de los signos de los tiempos Imagen de la Iglesia itinerante y martirial Descentralización de servicios Fuente y fundamento: la Palabra de Dios y la Eucaristía dominical Unidas a la Iglesia local y universal (animadores) Sincera comunión con los pastores de la Iglesia Como no son “fin” sino “medio”, no son los únicos agentes de evangelización, pero sí están a la base y al servicio de ésta Conciencia y compromiso misionero Tendencia hacia la universalidad y contrarias al sectarismo ¿Qué eclesiología proponen?

¿Qué antropología proponen? Primacía del SER. Se parte de la persona misma, en sus circunstancias y momento histórico Esta primacía del SER no se cierra en sí misma sino que se abre a la apertura del YO, para encontrarse con un NOSOTROS Cada miembro es considerado desde su SER PERSONA La sociedad –la PCE- está constituida por PERSONAS, no individuos, en el que se dan las relaciones inter-personales de aceptación (más allá de las de negación y tolerancia que impone una sociedad que mira a sus miembros como individuos y no como personas) La PCE es reflejo de la “pequeña iglesia”- familia, en comunión con el modelo antropológico de Jesús ¿Qué antropología proponen?

¿Sus orígenes? La comunidad apostólica en torno a Jesús Las primitivas comunidades cristianas apostólicas Las comunidades post- padres apostólicos Respuesta eclesial latinoamericana, africana y asiática

Planificación Pastoral Reflexión Planificación Pastoral Inserción Análisis Social ¿Qué método utilizan?

Implicaciones para la pastoral catequética En cuanto a los itinerarios de formación En cuanto a los procesos mistagógicos post-sacramentales En cuanto a la propuesta de una pastoral catequética de la comunidad eclesial Veamos el DGC 1997, 88-91 El catecumenado bautismal: estructura y gradualidad 88. La fe, impulsada por la gracia divina y cultivada por la acción de la Iglesia, experimenta un proceso de maduración. La catequesis, al servicio de ese crecimiento, es una acción gradual. La catequesis apropiada está dispuesta por grados. (279) En el catecumenado bautismal, la formación se desarrolla en cuatro etapas: – el precatecumenado, (280) caracterizado porque en él tiene lugar la primera evangelización en orden a la conversión y se explícita el kerigma del primer anuncio; – el catecumenado, (281) propiamente dicho, destinado a la catequesis integral y en cuyo comienzo se realiza la « entrega de los Evangelios »; (282) – el tiempo de purificación e iluminación, (283) que proporciona una preparación más intensa a los sacramentos de la iniciación, y en el que tiene lugar la « entrega del Símbolo » (284) y la « entrega de la Oración del Señor »; (285) – el tiempo de la mystagogia, (286) caracterizado por la experiencia de los sacramentos y la entrada en la comunidad. 89. Estas etapas, llenas de la sabiduría de la gran tradición catecumenal, inspiran la gradualidad de la catequesis. (287) En la época de los Padres de la Iglesia, en efecto, la formación propiamente catecumenal se realizaba mediante una catequesis bíblica, centrada en la narración de la Historia de la salvación; la preparación inmediata al Bautismo, por medio de una catequesis doctrinal, que explicaba el Símbolo y el Padre nuestro, recién entregados, con sus implicaciones morales; y la etapa que seguía a los sacramentos de la iniciación, mediante una catequesis mystagógica, que ayudaba a interiorizarlos y a incorporarse en la comunidad. Esta concepción patrística sigue siendo un foco de luz para el catecumenado actual y para la misma catequesis de iniciación. Ésta, por ser acompañamiento del proceso de conversión, es esencialmente gradual; y, por estar al servicio del que ha decidido seguir a Jesucristo, es eminentemente cristocéntrica. El catecumenado bautismal, inspirador de la catequesis en la Iglesia 90. Dado que la « misión ad gentes » es el paradigma de toda la acción misionera de la Iglesia, el catecumenado bautismal a ella inherente es el modelo inspirador de su acción catequizadora. (288) Por ello, es conveniente subrayar los elementos del catecumenado que deben inspirar la catequesis actual y el significado de esta inspiración. Antes hay que decir, sin embargo, que entre los catequizandos (289) y los catecúmenos y entre la catequesis posbautismal y la catequesis prebautismal, respectivamente, hay una diferencia fundamental. Esta diferencia proviene de los sacramentos de iniciación recibidos por los primeros, los cuales « han sido ya introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el Bautismo. Por tanto su conversión se funda en el Bautismo recibido, cuya virtud deben desarrollar después ». (290) 91. Supuesta esta diferencia esencial, se consideran ahora algunos elementos del catecumenado bautismal, que deben ser fuente de inspiración para la catequesis posbautismal: – El catecumenado bautismal recuerda constantemente a toda la Iglesia la importancia fundamental de la función de iniciación, con los factores básicos que la constituyen: la catequesis y los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía. La pastoral de la iniciación cristiana es vital en toda la Iglesia particular. – El catecumenado bautismal es responsabilidad de toda la comunidad cristiana. En efecto, « esta iniciación cristiana no deben procurarla solamente los catequistas y los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles, y de modo especial los padrinos ». (291) La institución catecumenal acrecienta, así, en la Iglesia la conciencia de la maternidad espiritual que ejerce en toda forma de educación de la fe. (292) – El catecumenado bautismal está impregnado por el misterio de la Pascua de Cristo. Por eso, « conviene que toda la iniciación se caracterice por su índole pascual ». (293) La Vigilia pascual, centro de la liturgia cristiana, y su espiritualidad bautismal, son inspiración para toda la catequesis. – El catecumenado bautismal es, también, lugar inicial de inculturación. Siguiendo el ejemplo de la Encarnación del Hijo de Dios, hecho hombre en un momento histórico concreto, la Iglesia acoge a los catecúmenos integralmente, con sus vínculos culturales. Toda la acción catequizadora participa de esta función de incorporar a la catolicidad de la Iglesia las auténticas « semillas de la Palabra » esparcidas en individuos y pueblos. (294) – Finalmente, la concepción del catecumenado bautismal como proceso formativo y verdadera escuela de fe, proporciona a la catequesis posbautismal una dinámica y unas características configuradoras: la intensidad e integridad de la formación; su carácter gradual, con etapas definidas; su vinculación a ritos, símbolos y signos, especialmente bíblicos y litúrgicos; su constante referencia a la comunidad cristiana... La catequesis postbautismal, sin tener que reproducir miméticamente la configuración del catecumenado bautismal, y reconociendo el carácter de bautizados que tienen los catequizandos, hará bien en inspirarse en esta « escuela preparatoria de la vida cristiana », (295) dejándose fecundar por sus principales elementos configuradores.