La salvación que trae Jesús es para toda la humanidad, sin fronteras. Epifanía del Señor 6 de Enero de 2009

1 Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea, en tiempo del rey Herodes. Por entonces unos sabios de oriente se presentaron en Jerusalén, 2 preguntando: –¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo. Los magos se ponen en camino, buscan la luz y la verdad, venciendo las distancias, exigencias, sorpresas y dificultades del camino. Todos necesitamos esta actitud de búsqueda y de disponibilidad, también nuestra fe es camino y búsqueda.

3 Al oír esto, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4 Entonces convocó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 5 Ellos le respondieron: –En Belén de Judea, pues así está escrito en el profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, ni mucho menos, a menor entre las ciudades principales de Judá; porque de ti saldrá un jefe, que será pastor de mi pueblo, Israel. A diferencia de los magos, las autoridades de Jerusalén, se asustan de lo que pueda significar esa estrella y ese "rey" recién nacido, y no saben reconocerle. Ante Jesús sólo hay dos actitudes, la acogida o el rechazo. Belén

7 Entonces Herodes, llamando aparte a los sabios, hizo que le informaran con exactitud acerca del momento en que había aparecido la estrella, 8 y los envió a Belén con este encargo: –Id e informaos bien sobre ese niño; y, cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo. La verdad y la luz se ponen en movimiento. La mentira es estática. Los paganos, aunque no conocen las Escrituras, están atentos a las señales del cielo. Herodes y sus consejeros, que sí las conocen, no descubren a Jesús en ellas ni se ponen en camino.

9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que habían visto en oriente los guió hasta que llegó y se paró encima de donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría. 11 Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra. El gesto de los magos refleja la actitud de todo creyente ante Dios. Adorar es agradecer, reconocer el misterio de amor que nos supera, nos envuelve y se nos da gratis. Ante Dios-Amor, sólo cabe la adoración, la alegría, la acción de gracias.

12 Y advertidos en sueños de que no volvieran donde estaba Herodes, regresaron a su país por otro camino. Por encima de lo que nos suceda en nuestro camino, siempre estará el amor de Dios abriéndonos horizontes de esperanza. Siempre hay estrellas brillando en nuestro horizonte. Siempre podemos intentar ser estrellas en el horizonte de los demás.

QUERIDOS MAGOS: Traednos... Solidaridad y justicia para que repartamos. Ternura para llenar el mundo de amor y sentirnos todos Sensibilidad para adivinar lo que necesitan las personas que tenemos al lado. Tolerancia para que vivamos unidos y celebremos nuestras diferencias Sonrisas para que nos regalemos unos a otros nuestros mejores gestos. Contemplación para que no se nos escape la belleza sin disfrutarla. Escucha para que nos hagamos hueco en el corazón unos a otros. Paciencia para que sepamos respetar los ritmos de la vida, sin acelerarla. Abrazos para que nos los regalemos en la vida diaria, que sanan mucho. PAZ para que frenemos los pequeños y grandes desencuentros. Y, sobre todo, traednos a Dios, a ese Dios que os encontrasteis, porque con Él en nuestra vida conseguiremos mucho más que todo lo que podamos pedir y desear.