En este 4to domingo de Adviento, la Liturgia nos invita a meditar el modo sencillo de encarnarse Dios, ubicándose en el lugar de los humanos, en el lugar de las personas concretas, para mostrar desde allí la profundidad y grandeza de la divinidad.  [  ] Comenzamos la cuarta y última semana de Adviento viviendo un itinerario de preparación al ADVENIMIENTO de Dios, en el cual se nos ha pedido: 1º) estar permanentemente alertas al tiempo de Dios; 2º) cultivar el diálogo tú a con Dios, con los demás y con la creación; y 3º) ser testigos audaces de la luz sabiendo reconocer lo que puedo y lo que no delante del Misterio de Dios. El evangelista Lucas une de forma inseparable la Encarnación y la Alegría. Una alegría evangélica que va más allá de la simple felicidad, convirtiéndose en el gozo que nace desde dentro, que lo hace todo nuevo, que llena de esperanza y que llena de claridad. Por eso es gracia.

Ante la Encarnación de Dios tan próxima, estamos invitados a que resuene en nosotros con mucha fuerza las palabras del ángel: “ No temas, porque has hallado gracia ante Dios ”. Por eso, no temas al Señor Jesús que quiere encarnarse en ti, haciendo simple y sencillo lo que se muestra complejo y difícil. No temas a la Palabra viva de Dios que prende fuegos donde la vida está rota, destruida o malograda. No temas al Dios que lo inunda todo sin forzar nada, sino ganando voluntades. No temas mostrarte tal cual eres ante el mundo, como lo hizo María, para que quedes lleno de gracia. Y, no temas responder SÍ a Dios, para que el Espíritu Santo te cubra con su alegría que limpia pasados, te arrope con su luz que disipa tinieblas, te llene con su esperanza que rehace modos de proceder destructores, y te identifique con la humanidad de Cristo en la que experimentes que “para Dios no hay nada imposible”. El ángel ha dicho a María: “ Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Y lo mismo dice al hombre y a la mujer que se fían de Dios, para que esta gracia que llena de verdad, transforme las aparentes llenuras cimentadas en el tener, en el poder y en el privilegio. El ángel dice hoy: atrévete deliberadamente a construir espacios y lugares fraternos, vivificadores, llenos de confianza; y si fuera necesario, atrévete a comenzar de nuevo, con más generosidad, con más confianza.  [  ]

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María le dijo entonces al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios. María contestó: Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. Y el ángel se retiró de su presencia. Palabra del Señor.  [  ]

[ Continúo  ] Al final, rezo el Padrenuestro, saboreando cada palabra.

Me sereno para esta cita con Dios. Me acomodo con una postura que implique todo mi ser. Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio. ( Una y otra vez repito este ejercicio ) [  ]

[ Sigo adelante  ] NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí. NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico unos 10 minutos.

Señor, que aprenda tu modo de encarnarte en el mundo [  ]

  Que nuestra alegría nazca de la confianza en Dios, y que Él sólo nos baste, en lo que tenemos, en lo que somos y en lo que anhelamos. [ Y continúo la oración  ]   Que la llenura de su gracia nos haga gratificantes a los demás rompiendo toda barrera, toda distancia, todo recelo que a diario construimos. Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo   Y que la compañía permanente de Jesús nos ayude a comprender que todo lo humano ha de encontrar eco en nuestro corazón.

  Que se disipe nuestro miedo a la encarnación del Señor Jesús para que realmente prendamos el fuego que hace arder la esperanza y que reconstruye vidas. [ Y continúo la oración  ]   Que mostremos al mundo la sencillez de un Dios que se hace como nosotros, llenándolo todo de su gracia, de su fragancia, de su presencia. No temas, porque has hallado gracia ante Dios   Y que hagamos lugar en nuestras vidas a la compañía del Hijo de Dios, haciendo lugar a los desacompañados, a los tristes, a los débiles, a los que nos necesitan.

  Que experimentemos a un Dios que se crece en nuestras debilidades y fragilidades, haciéndolo todo nuevo a través de su Espíritu Santo. [ Y continúo la oración  ]   Que vivamos el Sí radical de María que pulsa el amor, que criba la entrega, que curte la generosidad y que cultiva la amistad en el Señor. Para Dios no hay nada imposible   Y que la compañía de Jesús manifestada en la disposición de María haga posible la nueva familia de Dios, familia sagrada, familia divina.

[ Comienza el Cierre de la oración  ] Está hecho. El fuego ha penetrado una vez más en la tierra. No ha caído ruidosamente sobre las cimas, como al rayo y su estallido. ¿El Dueño fuerza las puertas para entrar en su casa? La llama lo ha iluminado todo sin sacudidas, desde dentro. Desde el corazón de lo más pequeño hasta lo más grande la llama lo ha invadido todo, con naturalidad, de tal forma que podría creerse que todo se ha inflamado espontáneamente. En la nueva Humanidad que se está engendrando hoy, gracias a la inmersión del Verbo en el seno del Mundo, todo se ha transformado, sin estremecimiento. En apariencia, nada se ha transformado, en esta invisible transformación. Y, sin embargo, al contacto de la Palabra viva, el Universo, se ha convertido, misteriosa y realmente, en Carne, gracias a tu Encarnación. Ahora, Señor, por medio de tu encarnación, las cosas y las personas adquieren para mí, cuerpo y rostro en Ti. Eso que entreveía mi pensamiento indeciso, eso que reclama mi corazón en búsqueda de un deseo profundo, me lo das Tú magníficamente: que las criaturas sean no sólo solidarias entre sí existiendo junto a todas las demás, sino que estén de tal forma prendidas a una verdadera Vida, sufrida en común, que les proporcione, en definitiva, su consistencia y su unión. ¡Haz, Dios mío, que estalle por la audacia de tu Amor, la timidez de mi pensamiento para que llegue a entender la sencilla perfección de lo humano! Tú, Señor Jesús, en quien todas las cosas encuentran su consistencia, revélate como el foco de la Creación. ¡Haz. Señor, que crea! ( Cf. Teilhard de Chardín )

Para centrar la experiencia vivida en la Oración, respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes: [ Termino con la oración siguiente  ]