CRITICA, QUE ALGO QUEDA
En su origen significa “separar lo bueno de lo malo”. Crisis es algo que se rompe y porque se rompe hay que analizarlo. Estado crítico: momento clave de rotura de la persona enferma, al punto de la muerte.
Hacer una crítica siempre es bueno, porque aclara lo que ha ocurrido, lo que se ha querido decir, lo que está sucediendo, lo que se pretende.
En lenguaje coloquial la crítica es el comentario negativo sobre una persona, incluso cercana, amiga o familiar. Aquí entra en juego la falta de respeto hacia el otro, la mala comprensión, o la mala intención.
Hay que analizar (“criticar”) porqué se ha realizado la crítica, no olvidando muchos de los significados antes referidos.
El que critica está manifestando otra cosa: su enfado, su disgusto, su enfrentamiento encubierto, su crisis personal.
Su estado de ánimo le hace ver de forma irritante la realidad y se manifiesta irascible en la relación con los demás
No analiza bien, no separa lo bueno de lo malo, y se lanza (sin pensar en las consecuencias y sin medir las palabras) a criticar.
Si en mi matrimonio ha habido discusiones, estoy enfadado y nervioso con todos
Si estoy enfermo, descargo con el médico mi agresividad por no aceptar la enfermedad (haya pagado o no la Seguridad Social)
Si el niño va mal en el Colegio la pago con los profesores (que realizan un trabajo inestimable)
Se estoy a malas con Dios (por mil razones) lo descargo contra los creyentes
Hace años nos decían de pequeños que “antes de hablar pensáramos qué íbamos a decir, que contáramos hasta diez, que respiráramos hondo”.
La mayor parte de las críticas son descargas de nuestros estados de ánimo. Esto es, hacemos culpables a los demás de lo que nos pasa.
Esto no quita la crítica tonta de la persona “superficial” que al estar vacía de sí misma vive pendiente de todo lo que pasa. En ves de crítica hay una vida inconsistente. ¡Bastante desgracia tiene el que vive así! Si no le hiciéramos caso cambiaría (nos dejaría tranquilos)